El fundador del Grupo Wagner de mercenarios rusos, Yevgeny Prigozhin, fotografiado con un grupo de sus paramilitares en un área tomada en Ucrania, donde combaten a las órdenes de Moscú
JOHANNESBURGO- El Grupo Wagner, una oscura organización mercenaria rusa que lleva muchos años operando en países africanos como Sudán, Malí, República Centroafricana y otros mayormente francófonos, ha saltado a la palestra mundial por su implicación en la guerra de Ucrania bajo contratación de Moscú.
Se cree que Wagner y otras empresas militares privadas rusas están presentes en 18 países de África y su influencia va mucho más allá de las cuestiones de seguridad.
Julian Rademeyer, de la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional, dijo a la cadena alemana Deutsche Welle que la propia Wagner ha evolucionado paulatinamente de ser una entidad de contratación militar puramente privada a conformar una red de multiplicidad de alianzas, relaciones comerciales y empresas. Algunas de ellas son compañías tapadera en los países en los que operan en el continente africano.
En su opinión, el grupo ruso de mercenarios es ante todo una herramienta militar del Kremlin para impulsar la influencia económica y militar de Rusia en África.
Julia Stanyard, colega de Rademeyer y autora principal de un estudio titulado “El compromiso militar, mercenario y criminal de Rusia en África”, dijo a IPS “el Grupo Wagner es una organización única por la amplitud, escala y audacia de sus actividades”.
Pero, además, destacó, “nuestro estudio también muestra que Wagner no surgió en el vacío: las actividades y características del grupo reflejan tendencias más amplias en la evolución de los oligarcas rusos y los grupos del crimen organizado, sus respectivas relaciones con el Estado ruso y sus actividades en África”.
“El grupo está formado por una red de operaciones de influencia política y entidades económicas, como empresas mineras”, añadió la especialista. Consideró que según lo que se percibe “son los gobiernos inestables envueltos en guerras civiles y forma alianzas con la élite gobernante, a la que ofrece apoyo militar y armas”.
Esto es exactamente lo que ha ocurrido en la República Centroafricana, donde el gobierno lucha contra múltiples fuerzas rebeldes desde diciembre de 2020. El asediado presidente Faustin-Archange Touadéra buscó la mano de Rusia poco después de tomar el poder en 2016.
“Recibió instructores militares y armas rusas, y los mercenarios de Wagner no tardaron en seguirle”, afirma Civicus, una alianza mundial que promueve la acción cívica y con su sede central en la ciudad sudafricana de Joannesburgo.
A cambio, Wagner recibe concesiones económicas y mineras. Según el diario estadounidense The New York Times, el grupo ha participado en operaciones mineras en República Centroafricana, donde ha conseguido jugosos contratos para extraer oro y diamantes.
Stanyard precisó que “el grupo está formado por una red de operaciones de influencia política y entidades económicas como empresas mineras”.
Los gobiernos donde operan y los sectores de la población han acogido favorablemente al grupo por creer que los mercenarios aportan orden, pero Wagner ha sido acusado de graves violaciones de los derechos humanos, y las comunidades locales han denunciado trabajos forzados y violencia sexual.
Human Rights Watch dice que ha recopilado pruebas convincentes de que combatientes rusos han cometido graves abusos contra civiles en República Centroafricana donde campan con total impunidad desde 2019. La organización humanitaria internacionalentrevistó a 40 personas entre febrero de 2019 y noviembre de 2021 sobre abusos cometidos por los hombres que hablaban ruso, como se les conoce localmente.
La investigación de Stanyard corrobora las acusaciones de abusos. “el Grupo Wagner ha sido acusado de utilizar cualquier medio necesario para lograr sus objetivos, incluida la actividad criminal”, destaca.
Rusia no reconoce oficialmente a los mercenarios, pero el jefe de Wagner, Yevgeny Prigozhin, un oligarca ruso, mantiene estrechos vínculos con el presidente ruso Vladimir Putin.
Resulta significativo que el domingo 21 de mayo, Putin felicitara a la fuerza mercenaria por ayudar en lo que denominó la liberación de la ciudad ucraniana oriental de Bajmut.
En una declaración difundida en el sitio oficial del Kremlin, se aseguró que “el jefe de Estado felicitó a los grupos de asalto de Wagner, así como a todos los miembros de las unidades de las Fuerzas Armadas rusas que les proporcionaron el apoyo y la cobertura necesarios en sus flancos, por la finalización de la operación de liberación de Artyomovsk (Bajmut)”.
Las actividades de Wagner van más allá de la promoción de los intereses militares y económicos del Kremlin. Según Stanyard, el grupo también se ha implicado en la promoción de la propaganda y los intereses rusos, atacando los perfiles de las redes sociales de los críticos con el Kremlin y enviándoles mensajes basura con comentarios a favor de Putin y de la guerra.
Reino Unido, en particular, ha expresado su preocupación por el hecho de que entre los objetivos se encuentren cuentas en redes sociales de algunos de sus ministros, además de otros líderes mundiales.
“La operación tiene presuntos vínculos con Prigozhin”, destacó la especialista, con base en un informe británico que expone la campaña de desinformación de Rusia en Europa.
La intervención del Grupo Wagner en África ha suscitado preocupación por el papel de los contratistas militares privados en los conflictos del continente. Aunque algunos gobiernos africanos han acogido con satisfacción su presencia, otros están preocupados por la falta de supervisión y responsabilidad.
En 2019, la Unión Africana adoptó el Concepto de Operaciones de la Fuerza Africana de Reserva, que pretende reforzar la capacidad de los Estados africanos para responder a las crisis y reducir su dependencia de actores externos. Sin embargo, su aplicación ha sido lenta, y preocupa que Wagner y otros grupos mercenarios sigan operando con impunidad.
Civicus advierte de que la participación de Wagner está contribuyendo a cerrar el espacio cívico. En República Centroafricana, con su posición reforzada por los mercenarios, Touadéra ha reprimido aún más las voces disidentes. Los trabajadores humanitarios y los periodistas independientes se encuentran entre las víctimas de la violencia y la intimidación de los mercenarios.
Asimismo, en Malí, se han prohibido los medios de comunicación franceses y la junta ha vetado las actividades de las organizaciones de la sociedad civil que reciben ayuda francesa, lo que obstaculiza de golpe la capacidad de la sociedad civil para ayudar a las personas con necesidades humanitarias debido al conflicto y vigilar los abusos contra los derechos humanos.
Los contratistas militares privados en África no se limitan al Grupo Wagner. Otras empresas, como Academi (antes llamada Blackwater), una firma privada contratada por Estados Unidos que fue sinónimo de asesinatos de civiles en la guerra de Iraq, han participado en conflictos en el continente, a menudo con escasa supervisión o rendición de cuentas.
Dyck Advisory Group (DAG) intervino en Mozambique, en zonas donde el país intenta hacer frente a la insurgencia islámica. DAG afirmó haber colaborado estrechamente con el gobierno para mantener a raya a la insurgencia antes de que la Comunidad para el Desarrollo del África Meridional despegara sus fueras en la provincia de Cabo Delgado. Al parecer, Wagner también participó en el conflicto, pero lo abandonó tras sufrir varias bajas.
El uso de contratistas militares privados ha suscitado dudas sobre el papel de los Estados y la responsabilidad de las empresas en los conflictos, así como sobre la necesidad de una mayor transparencia y rendición de cuentas. África es un ejemplo del peligro de los mercenarios para la gobernabilidad.
T: MF / ED: EG - Fuente: IPS
|