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La Propaganda de Argelia y el Polisario sobre el Sahara Occidental

La propaganda de Argelia y el Polisario sobre el Sahara Occidental, muy difundida en España, tiene varios puntos ciegos
Luis Agüero Wagner
viernes, 27 de mayo de 2016, 09:06 h (CET)
De acuerdo al testimonio del artista plástico Ciro Bustos, la guerrilla de Jorge Ricardo Masetti, el periodista argentino fundador de Prensa Latina devenido jefe guerrillero, inició sus acciones militares entregando a uno de los suyos para que sea fusilado en Argelia. Sorprende a los lectores de Bustos la frialdad y ligereza con la que se fusilaba en Argelia por “solidaridad internacionalista”.

Me vino a la memoria esa historia poco recordada, luego de leer el informe de la situación de los derechos humanos en Argelia. Ya sabemos que el olvido está lleno de memoria.

La organización de derechos humanos, Amnistía Internacional, ha expresado en un comunicado que observa con gran preocupación la práctica común de la represión desmedida en Argelia.

La Argelia donde se respetan los derechos humanos es una ilusión, una propaganda, se reafirma Amnistía, dado que está prohibida toda manifestación en las calles. La única manifestación posible en Argelia se hace en la cárcel, como preso de conciencia.

Muchos manifestantes dignos viven esa realidad simplemente por haber ocupado un espacio público con el objeto de expresar quejas legìtimas, denuncia Amnistía en un comunicado emitido recientemente en Londres.

Tahar Belabess, Hassi Messaoud, son los nombres de dignos luchadores que han desafiado a la dictadura argelina, en medio de una ola represiva sin precedentes, y están dispuesto a pagar caro por ello. Ya lo escribió alguna vez Tomas Paine: No es extraño que un bien tan sagrado como la libertad, sea tasado a un alto precio.

Amnistía Internacional señala que existe un arsenal jurídico represivo establecido por los líderes políticos, como requerir autorizaciones previas para manifestarse, o prohibir como escenario toda la capital. Es decir, la capital de Argelia es una ciudad prohibida, que no admite ninguna expresión que disguste al poder.

Es obvio, y no hace falta que lo diga Amnistía, que agudizar la represión no es la forma correcta de responder a desempleo y otras dificultades económicas que enfrenta este país magrebí, asfixiado por el colapso de los precios del crudo.

Mucho más útil sería una dirigencia política que se base en el conocimiento para hacer un diagnóstico exacto de cuáles son los problemas, y ello no puede darse en un marco de oscurantismo medieval. Lo mismo podría decirse del Frente Polisario, una dictadura anexa que sobrevive merced al oxígeno proporcionado por Argel.

Convertido en un apenas un aparato de propaganda política marginal, destinado a recaudar “ayuda humanitaria” internacional, tiene su destino ligado al de Argelia, y de allí su crisis paralela. Las mujeres secuestradas por el Polisario han ganado últimamente cierta notoriedad mediática, pero la represión interna de este grupo violentista y separatista sigue silenciada.

Muchos son los militantes que a pesar de su lealtad al Polisario, están hoy presos en Argelia por una simple intriga de una dirigencia corrupta.

Estos problemas no se resolverán con medidas simplistas como reprimir cualquier principio de protesta, indicador desde siempre de la quiebra moral y política de un régimen. Por más vueltas que pueda darse a este asunto, Argelia y Tinduf no son un agujero negro de antimateria exonerados del desgaste que produce el tiempo.

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