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Etiquetas | Champions League / FINAL 2016

El Madrid gana la undécima de penalti (1-1; 5-3)

Un fallo de Juanfran en la tanda decisiva condena a los del Cholo. Griezmann también falló una pena máxima al comienzo de la segunda parte.
Roberto Carrera Hernández
domingo, 29 de mayo de 2016, 00:00 h (CET)

Ficha técnica
1 (5) - Real Madrid: Keylor Navas; Carvajal (Danilo, 52'), Pepe, Sergio Ramos, Marcelo; Casemiro, Kroos (Isco, 72'), Modric; Bale, Cristiano Ronaldo y Benzema (Lucas Vázquez, 77').

1 (3) - Atlético: Oblak; Juanfran, Savic, Godín, Filipe Luis (Lucas, 109'); Gabi, Augusto (Carrasco, 45'), Saúl, Koke (Thomas, 116'); Griezmann y Fernando Torres.

Goles: 1-0 Sergio Ramos (min. 15), 1-1 Carrasco (min.79). PENALTIS: 1-0 Lucas Vázquez. 1-1 Griezmann. 2-1 Marcelo. 2-2 Gabi. 3-2 Bale. 3-3 Saúl. 4-3 Sergio Ramos. 4-3 FALLA JUANFRÁN. 5-3 Ronaldo.

Árbitro: Mark Clattenburg (ING). Amonestó con cartulina amarilla a Carvajal (min. 11), Keylor Navas (min. 47), Casemiro (min. 78), Sergio Ramos (min. 93), Danilo (min. 93) y Pepe (min. 111) por parte del Real Madrid. En el Atlético vieron cartulina Fernando Torres (min. 61) y Gabi (min. 93).

Datos: Estadio de San Siro (Milán). Lleno absoluto (81000 espectadores). Sábado, 28 de mayo de 2016 a las 20:45 horas.
Roberto Carrera / Milán


El Real Madrid ya tiene once. Suena hasta excesivo, abrumador. Tras un año complicado los merengues levantan la Champions como quien se lleva un trofeo de verano. No les hace falta una temporada buena, ni un equipo desarrollado, ni siquiera sufren con un cambio a toda prisa de entrenador. El Madrid gana en Europa por costumbre, por genética. La orejona vuelve al Bernabéu, a su casa, tras una final apasionante.

Por el camino hacia el éxito vuelven a escucharse los lamentos rojiblancos, otro ADN bien característico que parece difícil de modificar. Si en Lisboa un gol en el descuento tumbó el sueño, hoy fue una tanda de penaltis. Alguien en algún lugar del universo tiene una retorcida, constante y cruel misión de hacer sufrir a la hinchada del Manzanares.

Ni siendo cruz, ni siendo cara. Hoy el Madrid fue el que consiguió adelantarse, fueron los blancos los que se hundieron en la segunda mitad y los que partían físicamente por debajo en la prórroga. Como en Portugal, pero al revés. Pero todos los caminos de la Champions parecen llevar a Chamartín, y la proeza del Cholo vuelve a quedarse en ese agridulce terreno del recuerdo amargo, donde solo los de casa sabrán contar algún día lo cerca que se estuvo del cielo.

Las reflexiones post-partido hablan de un Madrid mucho más incisivo y con oportunidades más claras, un Oblak salvador y un final cómo siempre. También se fijan en un penalti errado por Griezmann y en una prórroga donde medio Real parecía vendido físicamente para terminar achuchando seriamente la portería contraria. Como si las fuerzas fueran un factor anecdótico, como si los blancos respondieran a una llamada superior.

Fue un partido de tres actos, tan diferentes entre ellos que es difícil encontrarles un nexo lógico. Los merengues salieron en tromba ante un Atlético irreconocible, acobardado, como si la sensación de que este debía ser su momento eliminara la garra que lo había llevado a Milán. A los seis minutos una falta lanzada por Bale desde el ángulo derecho del área grande a punto está de convertirse en el primer gol merengue, tras un remate a bocajarro de Benzema que salva Oblak in extremis.

Los de Simeone no se encontraban, y aún sabedores del enorme peligro del rival en balones por alto, no dejaron de conceder oportunidades mediante faltas o saques de esquina. Otra de ellas, al cuarto de hora, la puso Kroos en el área, la peinó Bale y Ramos, en posición adelantada, remachó en área pequeña para repetir primer gol del Madrid en la final. Tenía que ser en fuera de juego (difícil de ver para el colegiado, pero ilegal de todas formas) y tenía que ser Ramos. El silencio en la grada atlética resonó más fuerte que cualquier cántico. La bestia negra de camas atacaba de nuevo. El nombrado como hombre el partido volvía a congelar las esperanzas del rival.

Solo tiros esporádicos de Griezmann, lejanos y de llegada mansa, dejaban notar que había dos equipos en el campo. El Madrid, bajo la tutela de un Casemiro fundamental, se fue relajando, fiel a su estilo esta temporada, y se marcharon a vestuarios con la sensación de que el combate estaba siendo demasiado sencillo.

La charla de Simeone debió ser legendaria en el descanso, porque lo que se vio tras la pausa no tenía nada que ver con lo visto antes. Se fue Augusto, al que le vino grande la empresa, y apareció en cancha un Carrasco desbordante, veloz, preciso, incontenible.

Un minuto fue lo que necesitaron los rojiblancos para dejar claro que la lucha continuaba. Griezmann pone en profundidad para Torres, que envuelve el pase dentro del área blanco y Pepe pone el broche a la jugada con penalti sobre el madrileño. Golpe de efecto que se quedó en un aviso tras el envío al larguero del francés. Nueva losa con la que cargar para los visitantes, pero la dinámica había cambiado.

El Madrid olía la sentencia. Sabe que no necesita un gran despliegue para generar oportunidades, y Benzema tiró al muñeco en un mano a mano que pudo finiquitar la noche. Pero si Ramos se apuntó a repetir el protagonismo de Lisboa, Godín no quería ser menos. Centro al área de primeras a los treinta y cinco minutos que Carrasco hace bueno rompiendo las redes merengues. Fin del segundo acto.

La prórroga fue como los comentarios del director, como escenas eliminadas y, sobre todo, una retahíla de agonías físicas que amenazaba con dejar el partido sin varios de sus protagonistas. El Atlético llegó con dos cambios por hacer, mientras los de Zidane, con Bale, Modric o Marcelo tocados, partían sin recambios en este media hora de añadido.

Pero sea orgullo, sea que los rojiblancos tampoco tenían el depósito para fiestas, fue el Real quien tuvo la iniciativa en una prórroga que pudo empezar sin Sergio Ramos, tras cortar abruptamente el sevillano una contra de Carrasco (quién si no) en el minuto 93 (¿se imaginan?).

Pero hoy iba de penaltis, y allí el naufragio Atlético lo protagonizó Juanfran en el único fallo de la tanda. Cristiano, desaparecido durante toda la final, tuvo su momento de gloria con el tiro decisivo, llevando la locura a la grada blanca. El Madrid suma once, una barbaridad, y ya se aleja definitivamente de su herencia en blanco y negro para reivindicarse como la enorme institución que es también en el siglo XXI. El aficionado del atlético sabe qué es esto, lo entiende, pero una vez más se sigue preguntando, ¿es qué no va a ser nunca?

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