Heber Sidney Quijano Hernández, estudiante de Doctorado y poseedor de una Maestría en Humanidades y Licenciatura en Letras Latinoamericanas por la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex), se erige como una figura prominente en el panorama literario contemporáneo. Reconocido por su destacada labor como escritor y poeta, Quijano ha sido distinguido con el prestigioso Premio Internacional de Poesía "Gilberto Owen Estrada" en 2006 y la Presea Metepec en 2014. Su trayectoria abarca múltiples dimensiones, desde la producción editorial y la locución radiofónica hasta su rol como docente en la UAEMéx.
Ha publicado seis libros de literatura: El alfabeto de las revelaciones (UAEMéx, 2021) Intuición del vacío (Tun Astral, 2021), ambos de narrativa; los poemarios Derroteros del alba (UAEMéx, 2007, Premio Internacional de Poesía Gilberto Owen Estrada), Cuerda floja (CEAPE, 2010), Esfinges de hojarasca (Diablura Ediciones, 2015), el libro de tuiteratura Eco de un ave que estalla (Diablura Ediciones, 2020); así como cinco pliegos de poesía.
En 2020, realizó en conjunto con Greta Díaz, el videopoema “La flor del tiempo”, proyecto ganador de la convocatoria "Creatividad emergente" de la Secretaría de Cultura y Deporte del Gobierno del Estado de México. Actualmente es docente (Fac. de Humanidades y de Economía) en la UAEMéx y columnista en el noticiario radiofónico Criterio Noticias, así como colocutor en la revista cultural Signos en Rotación y en el programa de literatura Heraldos Negros, todos de Uni Radio 99.7FM. También es columnista en Capital Noticias matutino en 89.3 Lokura FM.
En la siguiente entrevista, Quijano reflexiona sobre la intersección entre sus diversas facetas y ofrece una mirada profunda a su proceso creativo, explorando temas que van desde la condensación de pensamientos en la tuiteratura hasta la danza entre lo efímero y lo eterno en su obra Esfinges de hojarasca. Esta conversación proporciona un acceso exclusivo a la mente y la trayectoria de un creador polifacético y esencial en el ámbito cultural contemporáneo.
Melissa Nungaray: Además de poeta, eres productor, maestro, locutor y guionista. ¿Cómo influye tu experiencia en los medios en tu trabajo literario?¿Encuentras conexiones entre estas facetas? Heber Quijano:—Entender las distintas facetas del lenguaje para los distintos propósitos con los que funcionan todas y cada una de estas áreas me permite ampliar ciertos registros, usar distintas estrategias, preparar de una manera diferente la información respectiva para cada una. Y de la misma forma, también me da la posibilidad de tener más libertad para atender los temas que me interesan. El lenguaje poético, si bien puede ser el más flexible, también es el que exige un razonamiento mucho más puntual de las estructuras sintácticas, rítmicas, poéticas, la construcción de imágenes e incluso ahondar en sensaciones, que en otros casos no me permite la narrativa, ni la escritura académica, ni la radial o la del columnismo. Por poner un ejemplo.
Has participado en proyectos multidisciplinarios, como el videopoema "La flor del tiempo". ¿Cómo ves la intersección entre diferentes formas artísticas y su impacto en la experiencia del espectador/lector? —La poesía siempre ha tenido cercanía con otras formas artísticas, empezando por la música. Las condiciones actuales, con la revolución digital, incluso con la inteligencia artificial, los hipertextos y todas las variantes que han llegado con el internet y la programación permiten una expansión estética, estilística, poética, incluso política, por ejemplo, con el caso de las escrituras colectivas donde, realmente, desaparece el tótem decimonónico del “autor”. Y permite también juegos bien nutritivos y lúdicos como el remix, el mash up, entre otros.
Tu participación en festivales culturales es notable. ¿Cómo percibes su papel en la promoción de la literatura y su impacto a lo largo de los años? —He percibido una atomización y una descentralización de la literatura, la promoción cultural y artísticas que si bien favorece su expansión hacia los distintos lugares hacia donde se congregan los creadores, espectadores y consumidores de arte y cultura; también difumina la potencia que tienen aquellos festivales que tienen justamente el objetivo de potenciar esos nodos, los nodos que hacen todas las redes de interacción de este ámbito del arte y la cultura. Digamos que la suma de los esfuerzos de estos nodos es el paso previo para la consolidación de los festivales grandes (ya sean desde lo municipal, estatal o federal hasta lo independiente y comunitario). Y claro, con la persistencia anual de festivales o ferias o cualquiera que sea la denominación, todo se consolida, engrandece y expande y se convierte en una costumbre, en el mejor de los sentidos, y esas costumbres se convierten en parte de la identidad de un lugar. Digamos, el Cervantino o la FIL Guadalajara.
¿Cómo concibes la relación entre el erotismo y la pérdida del equilibrio en Cuerda Floja? —Cuerda floja fue un poemario un poco idílico y juvenil, siempre he dicho que, con la ilusión de un bolero, que respondía aun poemario todavía más juvenil; revanchista, despechado: Derroteros del alba. Era yo un chaval 24-28 años y a esa edad apenas estamos aprendiendo muchas cosas. Amar es un de ellas. Justo en ese sentido Cuerda floja poetizaba sobre los riesgos, los desequilibrios, los saltos al vacío, siempre con el arrebato erótico de la juventud. Ahora, creo que los riesgos son mucho más complejos y el erotismo mucho más profundo.
La tuiteratura en Eco de un ave que estalla es intrigante. ¿Cómo enfrentas el reto de condensar pensamientos y emociones en el formato breve de Twitter, ahora X? —Este libro de Eco de un ave que estalla fue un gran ejercicio de imaginación, de síntesis, de construcción de imágenes o atmósferas. Y tuvo la diversión implícita de hacerlo justamente en una red social muy reactiva, y muy imaginativa a principios de la década de 2010, que fue cuando se escribió. Entonces no había ni imágenes, ni videos, ni audios; y todo tenía que ser sólo en 140 caracteres. Me divertí mucho sintetizando una imagen o una historia. Y el libro me parece bien logrado. Además, me puso a pensar en otra forma de escribir.
En Esfinges de hojarasca parece haber una danza entre lo efímero y lo eterno. ¿Cómo encuentras el equilibrio entre la fugacidad de los momentos y la permanencia de la palabra escrita? —Esfinges de hojarasca es un poema de duelo y una letanía a la vez. Cuando empecé a escribir, por ahí de 2006, ya se había publicado Derroteros del alba, con el que obtuve el Premio Internacional de Poesía Gilberto Owen Estrada. Y la verdad es que Esfinges fue una verdadera catarsis, porque mi padre sufría Alzheimer ya muy avanzado; y esas primeras versiones era plenamente una forma de sufrir y curarme al mismo tiempo. Una terapia para aguantar y para comprender. El poemario se guardó, mi padre murió, publiqué otras muchas cosas, entré y salí de trabajos, lo mandé a concursos, lo corregí, lo cambié, lo edité; y luego de siete versiones, quedó un poemario que sí habla sobre la enfermedad y el duelo vertical en el primer círculo, pero también tiene estructura mucho más razonada, un trabajo estilístico muy puntual en ritmo y en léxico. Y, en las lecturas, siempre generaba un impacto inmediato y de reacción rápida.
Si pudieras conversar con cualquier poeta, ¿quién sería y por qué? —Con Lord Byron, por todo lo que provocaba y por cómo terminaba siempre generando obras arriesgadas y brutales.
¿Hay alguna obra literaria o artística que haya influido significativamente en tu estilo poético? —La de Xavier Villaurrutia, Gilberto Owen, Miguel Hernández, fueron los que me dejaron sorprendidos con lo que se podía hacer con la palabra. Y con Fuegos de Yourcenar.
¿Crees que la poesía tiene el poder de generar un cambio social y político? ¿En qué medida? —Sí, pero siempre partiendo de la reflexión íntima para luego convertirse en himnos. Aunque hoy por hoy está muy lejos de los ámbitos de impacto.
Para concluir, ¿cuál es tu visión sobre el estado actual de la poesía y la literatura en México y en el ámbito hispanohablante en general? —Me parece fascinante lo que se está escribiendo desde las realidades de violencia: Por ejemplo, Antígona González de Sara Uribe, o Temporada de huracanes de Fernanda Melchor. Y también lo que están escribiendo las mujeres respecto al terror y lo siniestro y lo extraño, como las ecuatorianas Mónica Ojeda y María Fernanda Ampuero o Mariana Enríquez. Pero también hay cosas bien interesantes con Valeria Luiselli, Elisa Díaz Castelo.
Muchas gracias por la entrevista, estimado Heber.
|