El propósito de este artículo es refutar determinadas líneas argumentales que utilitza Irith, la autora del siguiente artículo: “Estoy aquí, no quiero ligar contigo.” Por si es de interés la lectura previa del mismo con el objetivo de poder comprender con más exactitud el presente texto, facilito la respectiva página web: http://bailandoentrepalabras.blogspot.com.es/2016/06/estoy-aqui-no-quiero-ligar-contigo.html
Irith inicia su exposición evidenciando su sorpresa al detectar que había sido objeto de seducción por parte de otro usuario. Más adelante, ella remite: “Da igual que no fuera el momento -ni por supuesto el lugar- indicado”. La proposición indica implícitamente que hay instantes oportunos para ligar y otros que no lo son. El problema es que esto es rotundamente falso. De hecho, Irith comete la falacia de la afirmación gratuita, ya que ni siquiera está aportando argumentos que permitan justificar su premisa. ¿Acaso un buen momento para seducir a otra persona es a las 9:00 horas, y no a las 19:00 horas? Analizando en profundidad la frase, se puede concluir que carece de contenido justificativo.
Además, no podemos olvidar que, según Irith, tampoco es el lugar -refiriéndose a Linkedin-. Es cierto que la humanidad ordena la realidad utilizando categorías con la finalidad de minimizar la percepción de caos. O, dicho de otro modo, en determinadas plataformas, instituciones, organizaciones, entre otras, se establecen límites a priori para reducir los factores existentes y concentrarse exclusivamente en aquellos supuestamente incluidos. Esto, en parte, es positivo. El problema es cuando trasladamos esta instauración teórica de fronteras hacia líneas rígidas e inamovibles en el terreno de la práctica. Ahí, es cuando: en primer lugar, minimizamos posibilidades sin ningún tipo de justificación; y en segundo lugar, acabamos percibiendo y reconociendo que los acontecimientos prácticos se imponen a las delimitaciones previas.
Linkedin es una red social orientada al ámbito laboral. Y sí, como norma general responde a esto. No obstante, ¿qué problema hay si una persona se ha instalado en la plataforma con unos objetivos inicialmente laborales, pero al final ha conectado con otra persona de tal manera que la relación acabe convirtiéndose en sentimental o amorosa? O simplemente, ¿qué inconveniente puede haber si determinados sujetos deciden utilizar Linkedin para fines no laborales? Quizás sus probabilidades de éxito son menores, pero eso no debe impedir que se haga ese uso.
Edward de Bono, autor principal del pensamiento lateral, indica que en muchas ocasiones nos posicionamos ante límites firmes e innecesarios. Esto es producto del pensamiento vertical, es decir, lo que buscamos es que los razonamientos respondan a las secuencias lógicas que suelen conducir nuestros pensamientos. En este sentido, Edward de Bono plantea que uno de los objetivos del pensamiento lateral es superar los límites inicialmente impuestos o detectados para buscar alternativas mediante la diversidad de técnicas que presenta.
De hecho, un individuo podría establecer como filtro una profesion o unas características laborales determinadas para buscar a otro sujeto en el proceso de seducción. Es decir, no hay un catálogo preestablecido de rasgos a tener en cuenta para buscar pareja, y por lo tanto, hay que aceptar que existe una gran diversidad al respecto. Por ejemplo, quien desee intentar conectar con seres que juegan a videojuegos quizás intentará utilizar el juego como medio para un fin amoroso. Y sería perfectamente legítimo. Aunque, si fuéramos Irith afirmaríamos que no es el canal adecuado, ya que ella tiene la autoridad para definir de antemano que vías son las pertinentes.
Asimismo, Irith continua su exposición afirmando que este tipo de experiencias ya las había vivido con anterioridad. Por lo tanto, su sorpresa inicial difiere con su relato posterior, siendo una clara incoherencia. De todos modos, interpreto que emplea este cambio como componente que persigue atraer al público. Pura estrategia.
Volviendo al análisis de contenido, Irith comete un gran error al expresar: “pero el problema está en que encontrarme con estas situaciones ya es algo normal”. Más allá de las consideraciones que se podrían efectuar ante la categorización de “normal” -Irith utiliza el término “normal” como sinónimo de habitual-, es importante centrar la atención en rechazar su idea. Esto es, que considera un problema haber sido objeto de persuasión.
Debo confesar que un día iba por las ramblas de Barcelona y al pasar por al lado de un establecimiento me ofrecieron un producto, sobre el cual yo no había mostrado ningún interés. En el momento, el estímulo que recibí para acceder a valorar la idoneidad del producto provocó en mí una sensación extraña. Realmente sentí que el vínculo que el vendedor quería mantener conmigo se podía resumir bajo una fórmula sencilla: su interés por mi dinero. No me sentí como un sujeto. De hecho, pensé que era probable que si al final de nuestras vidas hiciéramos un resumen del desarrollo de cada una de nuestras relaciones, la de este vendedor y la mía se caracterizaría por un triste contacto residual, basado en que yo podía proporcionarle unos determinados recursos económicos.
La versión mencionada fue producto de mi primera reflexión. Al cabo de unos días, como quien coge de nuevo el mismo camino para llegar allí donde está depositada la idea en el cerebro, reelaboré mis sensaciones. Pensé que todas las interacciones con otras personas pueden tener una interpretación negativa, ya que siempre hay un interés por parte del otro interlocutor -no pretendo hacer una valoración de cada interés en particular-, o como mínimo puede ser representado así. De este modo, las conductas de otros individuos que tienen un impacto sobre uno mismo, a no ser que agredan, no deberían ser objeto de denuncia para que ni siquiera se llevaran a cabo en un momento inicial.
¿Por qué ser objeto de seducción habitualmente por otros sujetos es rechazable y censurable, y no lo es en el ámbito de los cuidados -entre otros ejemplos-? ¿Acaso el/la cuidador/a principal de una persona dependiente debe rechazar la demanda permanente de ésta por ser algo habitual? ¿O, simplemente por sentirse como un recurso para ella -podría ser una interpretación negativa posible-?
Por otro lado, Irith apunta que se siente mal cuando es objeto de interés amoroso o sexual. Insisto en que si el sujeto que muestra ese interés no atenta contra la libertad de Irith, y por lo tanto, después de una reacción de oposición no persiste en su postura, no creo que deba penalizarse la conducta. Imaginemos que una persona es demandada constantemente por diversos sujetos para temáticas intelectuales, y ésta se siente mal al respecto. ¿El undécimo individuo que tenga la intención de dirigirse a ella por el mismo motivo debe renunciar a su petición por esa sensación, teniendo en cuenta que probablemente ni siquiera lo sepa? ¿Se debe prohibir de antemano una acción porque a un sujeto le moleste -reitero: mientras objetivamente se pueda concluir que no atenta contra su libertad-? ¿No puede acabar siendo una oportunidad perfecta para tener la capacidad de restringir sin límites los comportamientos de los demás? ¿Acaso no significaría esto recortar la libertad de forma muy considerable?
De hecho, hay determinades posturas que criminalizan las actitudes de interés físico hacia las mujeres. La teoría se basa en pronunciar que el sujeto que realiza tal acción únicamente percibe a la mujer como si fuera un objeto, y no como un sujeto integral. Insisto, ¿por qué motivo hacemos esta lectura a nivel físico, y no desde un punto de visto intelectual? ¿Por qué al encaminarnos hacia un individuo con la finalidad de que nos resuelva una consulta legal no se hace la lectura de considerarlo un mero objeto?
Irith prosigue en la misma dirección proclamando: “Parece que hoy en día, tener nombre de mujer en una red social es una invitación a que intenten ligar contigo[...].” Es fácil situar frases en el texto que, por su redacción, se representan con carácter universal. En este sentido, no detecto ninguna cifra que justifique con precisión su premisa. Únicamente manifiesta que conoce númerosos casos idénticos. No obstante, esto no añade rigurosidad y ni siquiera convierte el abasto de su frase en verdad. Entiendo que es una percepción de Irith, pero lamentablemente comete el error de transmitirlo como veracidad absoluta o como generalización.
Incluso si aceptáramos que la afirmación es cierta, podríamos dudar de que a todas las mujeres les suceda eso, o que les ocurra con la misma frecuencia. Sin duda, es una proposición más que se incluye con carácter gratuito, pero que recibe cierta empatía por parte de determinados sectores, ya que permite reforzar teorías relacionadas con la opresión -no me pronuncio al respecto de éstas, simplemente rechazo las falacias de la afirmación gratuita destinadas a empoderar este marco teórico-.
Insiste Irith en su línea y refiere: “No es tan difícil de entender: ya existen redes sociales para ligar, y si no nos encuentras en ellas será porque no buscamos eso.” Una parte de esta premisa ya ha sido refutada anteriormente. Con respecto a la otra, creo que en ocasiones las personas no vamos con la intencionalidad de hacer o practicar “A”, pero a veces, debido a la flexibilidad que existe en el componente humano, podemos ser persuadidos o simplemente nos puede parecer estimulante probar “A”. Esto es, quizás la intención de Maribel no es ligar a través de Linkedin, pero puede conectar profundamente con otro sujeto, y en consecuencia, puede surgir un interés extralaboral con connotaciones sentimentales.
Irith continúa diciendo: “Así que por favor, la próxima vez que nos veas en cualquier otra plataforma ahórrate el intento, no queremos escuchar más insinuaciones ni piropos fuera de lugar.” En este relato se cometen dos errores fundamentales. En primer lugar, se emite una exigencia, y en consecuencia, se delimita gravemente y sin justificación la libertad. Y en segundo lugar, Irith asciende de posición y se sitúa en el escalón de la superioridad moral para trasladar esa prohibición como primera persona del plural. Y es que, ella sabe que su opinión es exactamente la misma que tienen todas las demás mujeres. ¿Cuál es la prueba de ello? Ninguna.
No obstante, que no haya ningún fundamento de ello ya ha quedado claro que para Irith no es relevante. Sustentar sus afirmaciones con argumentos de peso o con datos objetivos no es algo que considere oportuno para incorporar en su escrito. Como hipótesis, es posible que su interés sea aprovechar sus percepciones particulares para combinarlas con determinados tópicos, y así reforzarlos. Y no olvidemos que esto en ocasiones tiene una fuerza sumamente importante. Y ante esta tesitura, solo nos queda recordar qué es la falacia ad nauseam. Básicamente consiste en repetir constantemente una idea para que los receptores acaben creyendo que es cierta. La creencia de esta veracidad es como consecuencia de haberla escuchado en una multitud de ocasiones. Ante esto sí que nos debemos oponer.
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