Convivir con un perro o un gato contribuye a mejorar la salud emocional de los menores en situación de acoso escolar. Así lo afirma la Fundación Affinity que, con motivo del Día Mundial contra el Bullying, que se celebra el 2 de mayo, quiere destacar la importancia del vínculo con los animales de compañía a la hora de consolidarlos como fuente de apoyo social inagotable para las personas. En España, cerca del 10% de los alumnos de primaria (de 6 a 12 años) afirma que se siente acosado, según el primer estudio estatal de convivencia escolar en Educación Primaria, de la Universidad de Alcalá de Henares a petición del Ministerio de Educación y Formación Profesional.
Los efectos positivos que puede tener el contacto con animales sobre la salud emocional de los más jóvenes han sido comprobados científicamente. “Los animales nos pueden ayudar en momentos difíciles, proporcionándonos consuelo y siendo aquellos a quienes podemos contar cosas que no diríamos a nadie más. Su capacidad de brindarnos apoyo incondicional se vuelve especialmente importante en estas situaciones”, afirma Jaume Fatjó, Director de la Cátedra Fundación Affinity Animales y Salud de la Universidad Autónoma de Barcelona. Y añade: “Para los niños y adolescentes, el contacto con los animales les aporta apoyo instantáneo, por el hecho de que es alguien que no les juzga y que siempre está disponible”.
Los perros y los gatos suponen pues para los más jóvenes una figura de apego segura que influye positivamente sobre los sentimientos de ansiedad, tristeza y desesperanza y sobre la percepción de soledad, lo que los fortalece a la hora de enfrentarse a situaciones difíciles como el acoso escolar. “Convivir con un animal, que requiere cuidados y tiene necesidades, resalta nuestra capacidad humana para ayudar y recibir ayuda. Esto permite que los menores se sientan útiles, fortaleciendo su autoestima y autoaceptación. Además, les motiva a relacionarse más con otras personas, mejorando así su salud emocional”, declara Jaume Fatjó.
Los casos de superación de Noa y María
Es el caso de Noa, de 17 años, que sufrió bullying al inicio de su adolescencia, lo que derivó en una espiral de autolesiones que culminaron en dos intentos de suicidio. La relación con sus dos perros fue vital a la hora de superar este momento tan complicado de su vida: “Ellos eran para mí como un diario; sentía que les contaba lo que me pasaba y que no me juzgaban. Desde el principio me hicieron sentir muy especial, me alegran el día y hacen que me levante de buen humor. Los dos han sido clave para salir de ese bucle de malestar y ahora me veo mucho mejor”, explica.
Por su parte, María Crivillé, de 18 años, también sufrió bullying, lo que la llevó a padecer un trastorno alimentario a partir de los 11 años. Para ella, “los animales son familia, son amigos y son casa. Para mí mis perros eran otro tipo de medicación durante todo el proceso. Cuando lloro se me sientan al lado y me dan la pata, y no se van hasta que digo basta. Creo que, si han sido una muy buena terapia para mí, lo pueden ser también para los demás”, asegura.
Los estudios llevados a cabo hasta la fecha indican que los efectos de la convivencia con animales dependen no obstante de las particularidades de cada niño o adolescente y del entorno en el que vive. “Así pues, aunque la interacción con perros y gatos ofrece beneficios claros, debemos entenderla como una ayuda más para hacer frente a los problemas de salud emocional y mental de los más jóvenes”, matiza Jaume Fatjó.
Apoyo Social
La Fundación Affinity quiere centrar su actividad en la difusión de la figura de los animales de compañía como una fuente de apoyo social para las personas. El concepto “apoyo social” incluye el conjunto de interacciones, relaciones y recursos que una persona recibe de su entorno social, incluida su familia, amigos, compañeros de estudio o trabajo, y de la comunidad en general. Este apoyo puede ser emocional, instrumental o meramente informativo, y tiene como objetivo ayudarle en momentos de necesidad, estrés o dificultad. El apoyo social puede articularse de diversas formas, desde ofrecer consejos, proporcionar ayuda práctica, mostrar empatía y comprensión, o simplemente escuchar y estar presente en los momentos complicados.
Una buena fuente de apoyo social es aquella que está siempre disponible, resulta cercana desde un punto de vista emocional y ofrece la posibilidad de contacto físico. Los animales de compañía satisfacen casi a la perfección estas demandas y, por ello, son tan valorados por la gente como integrantes de su familia y de su entorno social. Pero no solo completan esta red de apoyo social sino que la impulsan y actúan como catalizadores sociales para que la persona cree y refuerce las relaciones sociales con otras personas.
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