Se acabaron las vacaciones y con ellas, la libertad, las distracciones y sobre todo, la ilusión. Ahora comienza la rutina, los hábitos y las costumbres. Se debe volver a la vida en su máxima expresión. Las personas que estaban trabajando retomarán sus tareas laborales donde el estrés será el mayor protagonista. Los niños acudirán a las clases después de tantos meses de vacaciones, algunos estarán encantados, probablemente los más pequeños y otros, odiarán volver por la carga educativa que supone siendo en estos casos los más mayores. Los parados tendrán que asumir de nuevo su rol autoimpuesto de “estancados” en todo este sistema laboral tan exigente, es decir, tendrán que buscar empleo para sentirse útiles. Los abuelos cuidarán de sus nietos como lo venían haciendo antes de las vacaciones, tarea nada fácil por el desgaste emocional que puede suponer.
Es decir, todos ellos, tienen un denominador común aunque se trate de diferentes círculos y ese es que septiembre supone reanudar todo aquello que durante un tiempo se paró. Ahora ya hay que volver a organizarse, a tener horarios y sobre todo, a actuar acorde a unas actividades obligadas. El tiempo de desconexión se acabó y eso puede suponer cierto estrés en algunas personas, volver a la rutina no es tan fácil como parece puesto que cuando se produce un parón, cuesta bastante incorporarse de nuevo y eso no sólo sucede tras el tiempo estival, sino en los diferentes ámbitos de conforman nuestra vida.
Lo primero que debemos hacer es organizarnos tiempo antes, es ir poco a poco, es no pensar precipitadamente en todo lo que viene, en el escaso tiempo que tenemos, en cómo se harán las cosas… No, porque los pensamientos intrusivos nos paralizarán y no nos dejarán ver la realidad de forma clara. Habrá veces que tengamos, quizá, que hacer malabarismos y que echemos de menos esta época pero hay que tener claro que si pensamos que no podremos volver a la rutina por la cantidad de obligaciones que tenemos, será necesario reducir en algún aspecto. A día de hoy, el tiempo que tenemos fuera del trabajo, supone también una fuente de estrés porque tenemos tantas tareas que eso nos impide poder vivir. Queremos estar todo el tiempo ocupados, queremos estar de un lado para otro y no tener tiempos muertos pero lo cierto es que el cuerpo también necesita parar y descansar. No es malo no hacer nada, no pensar en nada y aburrirse.
El cuerpo como lo podría hacer cualquier aparato electrónico necesita tiempo para recargarse porque llevado a un uso excesivo, lo más probable es que deje de funcionar porque se haya agotado su batería. Nosotros no paramos de hacer cosas incluso en verano porque hay que planificar las vacaciones con cientos de actividades. Hay que volver de ellas y organizar las siguientes, porque otros están viajando durante todo su tiempo libre y en este caso, no hay que ser menos. Además, aquellos que se quedan y no pueden disfrutar como quisieran, entran en un estado de tristeza constante por no poder hacer lo que otros sí hacen. Se comparan, sin querer hacerlo pero en realidad, no son ellos, sino la sociedad la que nos hace comportarnos así.
Y nos encontramos con dos frentes, uno que se ha ido de vacaciones y que no quiere volver a su día a día y otro, el que no ha podido irse y desea con todas sus fuerzas invertir su tiempo en la rutina que llevaba hace meses atrás.
Lo cierto es que volver para todos cuesta, y lo principal es no agobiarse, es ir retomando las actividades de forma gradual sin querer abarcarlo todo desde el primer momento porque tenemos que irnos habituando e ir absorbiendo todas las tareas tanto laborales como de otra índole de forma progresiva sabiendo hasta cuánto podemos dar de nosotros mismos. No es malo sentirse cansado al principio porque tiene que existir una transición de una época a otra y eso necesita unos días o unas semanas, según la forma de adaptación que tenga la persona en cuestión. No podemos ver la llegada de septiembre como algo malo, sino que debemos cambiar esa idea y transformarla en que es un mes lleno de oportunidades para aquellos que buscan algo nuevo o, por otro lado, un mes donde volcaremos todas nuestras energías para volver a vivir acorde a lo que hemos creado meses atrás. Y es que no es tanto el mes, sino la concepción y significado que le demos cada una de las personas según las experiencias que hayamos desarrollado en él.
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