Las diez ciudades más turísticas de Europa tienen un denominador común: son mágicas, encantadoras, hermosas, legendarias y con un rico patrimonio histórico y bagaje cultural. Cada una con su esencia particular pero todas ellas seductoras.
Londres
La capital del Reino Unido es la ciudad más cosmopolita del continente europeo. Devastada por intensos bombardeos durante la II Guerra Mundial fue reconstruida palmo a palmo. Una urbe colmada de museos (Tate Modern y el Museo Británico), de calles comerciales y bulliciosos mercadillos (las tiendas de la famosa calle de Oxford Street o el de Camdem Town, Portobello o Covent Garden), palacios (Buckingham Palace, Kensington) y edificios y lugares ilustres (el Big-Ben, el Puente de Londres sobre el río Támesis, Trafalgar Square o Picadilly Circus). Es a orillas del río Támesis donde se hallan los lugares más icónicos de la capital londinense: la abadía gótica de Westminster, el Big-Ben (la torre que corona el parlamento), Tower Bridge (el puente colgante victoriano) y el Museo Británico.
Amsterdam
La capital neerlandesa, bautizada como la “Venecia del Norte”, se sustenta sobre una extensa red de canales y se emplaza bajo el nivel del mar. Una ciudad que curiosamente tiene mas bicis que personas. El corazón de Amsterdam es la famosa Plaza Dam, circundada por el Palacio Real, la Iglesia Nueva y el obelisco de más de 20 metros en homenaje a los soldados caídos en la II Guerra Mundial en el centro de la misma. Es una urbe relativamente moderna trufada de pintorescos barrios como el de los museos (que alberga el Rijkmuseum y el Van Gogh), el barrio Rojo (el más antiguo de la ciudad repleto de sex-shops y coffee-shops), el barrio de Jordaan (de ambiente alternativo y peculiares casas al bode de los canales) y el barrio NDSM (el barrio underground por excelencia) o el pulmón de la ciudad, el parque de Vondelpark.
París
El río Sena vertebra buena parte de los lugares con mayor encanto de la capital francesa: los fascinantes puentes de Alexandre III, el de las Arts y el Pont Neuf que conectan la explanada de Les Invalides, el museo del Louvre y la Illé de la Cité. Subirse a la Torre Eiffel y observar rozando el cielo una panorámica de toda la ciudad es un lujo. Disfrutar de la exquisita gastronomía por sus populares cafeterías y restaurantes es una delicia. Visitar el Louvre o el Museo de Orsay y sus magnificas colecciones pictóricas es todo un placer. Adentrarnos en Notre Dame es una experiencia única. Y patear los Campos Elíseos hasta el Arco del Triunfo es la culminación de la visita a la “Ciudad de la Luz”. Y para poner la guinda al pastel el barrio Latino (con sus calles repletas de cafeterías y terrazas, la Universidad de la Sorbiona y el monumento del Panteón) y el distrito de Montmartre (el barrio de los pintores y artistas callejeros coronado por la basílica del Sacré Coeur) representan al París bohemio.
Berlín
La capital de la Alemania unificada renació de sus cenizas tras ser devastada en la II Guerra Mundial, convirtiéndose en lo que es ahora, una ciudad con un riquísimo bagaje histórico y cultural reunidos en la Puerta de Brandeburgo, el Muro de Berlín, Alexanderplatz, el Museo de Pérgamo, el Memorial del Holocausto o el Checkpoint Charlie, el Palacio de Charlottenburg, el de Reichstag y la larga avenida Unter der Linden, la Catedral de Berlín y la Isla de los Museos (en la que se concentran el Museo Antiguo, el Museo Nuevo, la Antigua Galería Nacional y el Museo de Pérgamo). Una urbe que se considera un museo a cielo abierto, multicultural, histórica, moderna y con un apasionante ocio nocturno en la que aún perdura en una buena parte de la misma la huella del Berlín socialista.
Praga
En el corazón de la vieja Europa rezuma encanto medieval en sus plazas, calles, puentes, iglesias, catedrales o monasterios, legado de la esplendorosa Edad Media. Una ciudad de cuento, bohemia e intensa vida nocturna. Bañada por el río Moldova, la ciudad vieja de Praga es desde 1992 Patrimonio de la Humanidad. Célebre es su legendario reloj astronómico en la fachada del vetusto ayuntamiento, la iglesia de Nuestra Señora de Tyn, el puente de Carlos IV, el castillo de Praga y la Catedral de San Vito en su interior, el barrio judío y su antiguo cementerio y la plaza de Wenceslao, protagonista en primera persona de la revolución de terciopelo que reunió en octubre de 1989 a millares de checoslovacos exigiendo la caída del régimen comunista.
Barcelona
Ver el Barrio Gótico y el Raval en el centro histórico de la ciudad, pasear por el bulevar de las Ramblas y las amplias avenidas de L’Eixample, visitar el Parc Güell y el de la Ciutadella, la Fundación Miró o la Sagrada Familia, disfrutar en las zonas de ocio del Poblenou y observar desde la montaña de Montjuic la impresionante panorámica de la Ciudad Condal otorgan a Barcelona una destacada posición en el ranking de las ciudades europeas más visitadas. Barcelona modificó su descuidado urbanismo a partir de 1992, año de la celebración de los JJOO, convirtiéndose en una ciudad seductora, cosmopolita, abierta al Mediterráneo y al mundo, afamada por Antonio Gaudí y su arquitectura modernista e inspirada en la naturaleza.
Roma
La mayoría de los turistas que visitan Roma coinciden en describirla como un museo al aire libre. La imagen de la vieja civilización romana en cada rincón. Una ciudad alegre, mediterránea y acogedora. Diversa y espectacularmente hermosa: la Roma arqueológica (representada por el Coliseo Romano y el Foro Romano), la Roma religiosa (encarnada por el Vaticano y la basílica de San Pedro, los Museos Vaticanos y la Capilla Sixtina, la iglesia de Santa Maria in Cosmedin o la basílica de Santa María della Neve), la Roma monumental (que reúne las más afamadas plazas de la ciudad como la de Navona, la de Spagna y la de la Rotonda, la Fontana de Trevi y el castillo de Sant’Angelo) y la Roma pintoresca (que fusiona pasado y presente como el barrio de Trastevere, el Campo di Fiori o la colina del Quirinale).
Dubrovnik
La ciudad croata bañada por el mar Adriático mezcla pasado bizantino, sabor eslavo y carácter mediterráneo. Desde sus murallas se contempla el intenso azul del mar Adriático, a un lado; y las peculiares y adoquinadas calles, palacetes aristócratas y edificios medievales, al otro. Stradum es su vía más renombrada y la arteria principal que transcurre a lo largo de sus más de trescientos metros por la Ciudad Vieja, que da paso a lugares tan maravillosos como el gótico Palacio del Rector, la barroca catedral de Velika Gosp, la fuente de Onofrio o el noble palacio de Sponza, Una ciudad fascinante intramuros, a la que se accede a través de las puertas de Pile y Ploce, con un rico patrimonio cultural y reconstruida al completo tras la destrucción por los bombardeos durante la guerra de los Balcanes.
Atenas
Además de ser origen de la civilización y el pensamiento occidental, la capital griega es tan interesante como caótica. Una ciudad rica en historia, diversa en cultura y sublime en belleza. Solo por el hecho de ver la Acrópolis y el Partenon ya merece la pena visitarla; así como pasear por el barrio de Monastiraki, a pie de la Acrópolis, con numerosas ruinas como la Biblioteca de Adriano o el antiguo Ágora o por el de Plaka, al otro lado de la ladera, de estrechas calles adoquinadas, tiendas de antigüedades, artesanía y restaurantes donde se pueden degustar los más exquisitos manjares de la gastronomía griega. Sin olvidarnos de contemplar el estadio Panathinaiko, que acogió la primera edición de los Juegos Olímpicos modernos en 1896, el Templo de Zeus y subir al monte Licabeto para observar una magnífica vista panorámica de toda la ciudad.
Estambul
Puente entre dos continentes, es la más poblada de las ciudades del Viejo Continente con casi dieciséis millones de habitantes. Visitar Santa Sofía, la Mezquita Azul y el palacio Topkapi, el conjunto monumental e histórico de la ciudad turca por excelencia, es mucho más que imprescindible. Como lo es cruzar el Puente Galata de casi quinientos metros sobre el Bósforo, contemplar uno de los atardeceres más espectaculares del mundo desde las orillas del canal en el barrio asiático de Uskudar o adentrase en el Gran Bazar con sus más de 3500 puestos y más de 60 calles, un laberinto que descubrirá lo más añejo y pintoresco de la gran urbe. Mezquitas, bazares y baños turcos (el más popular el hamam de Cemberlitas) se diseminan por todos y cada uno de sus barrios.
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