Mientras que se disipan las primeras luces del día, las sombras se adentran entre las columnas del norte. Apenas queda ya un ápice de la conciencia de lo que fue y de lo que es realmente. Sin embargo, el ser humano siempre ha tenido una obstinación especial por la luz emitida o reflejada por los objetos que en silencio dan vida a las cosas - como el pelo de Edom, por ejemplo, cuando se reflejaba sobre el río Éufrates-. Quizás, porque la luz genera sombras complejas, como si fuese el desdoblamiento de unos dioses en otros caídos que ocultan la identidad de la verdad; como si fuese el resultado inequívoco de la reproducción de unas siluetas que marcan las sombras de los hombres sobre los muros, sobre el cristal o sobre un tapiz o acaso la reminiscencia de una grieta que recuerda el dolor en cada paso, en cada gesto, en cada piel.
Cristóbal Cassinello
El uso de la sombra, como una herramienta del ser humano que alza sobre su puño desafiando la verticalidad, busca lograr la sensación de profundidad que siempre ha imperado entre las sienes del artista, oculta, afilada, nocturna, pero siempre avizor de nuestras más íntimas estancias. Así es como nace Night & Day, de Francisco Uceda y Cristóbal Cassinello, que perciben a las sombras como un personaje, no ya de los autores o de sus demonios, sino como una especie de desafío al no tiempo y al no espacio.
Night & Day supone una experiencia profundamente personal, un viaje de autoconocimiento y reflexión a través de la indagación de la sombra y del propio ser, como un estado de conciencia a punto de volar en pedazos, que necesita que el obturador de una cámara sea el espectador privilegiado que lo experimenta en primera persona y que consume la redención del autor en busca de un nuevo pecado.
Como señalan Jung y Úrsula K. Le Guin, la sombra representa mucho más que una simple proyección visual; escenifica las galerías más íntimas del ser, sus miedos, sus deseos, su alma y simbolizan aspectos de nuestra psique que como norma general llevamos guardada en nuestro más profundo subconsciente.
Francisco Uceda
El universo conceptual que se propone en Night & Day proyecta en cada una de las tomas una confrontación con el verdadero ser que subyace en cada individuo y que la programación social a la que está sometido no le permite advertir, no le autoriza a ir allá de todo aquello que cabe en unas sienes.
La sombra se convierte en ese yo oculto que espera impaciente a ser liberado, para mostrar la mejor versión de sí mismo, en un proceso final de discernimiento que le hace acceder a cotas superiores de conciencia.
Durante este proyecto, los autores se han enfrentado a circunstancias que les han permitido observar a la fotografía como una forma de transmutación, donde el individuo experimenta un viaje iniciático hacia su deconstrucción personal para a partir de ahí constituir un el no ser que sea capaz de sustentar al nuevo individuo que evoca.
A lo largo de este tiempo, las obras de Francisco Uceda y de Cristóbal Cassinello que se han ido tejiendo en Night & Day, si bien es verdad que prevalecen otros componentes dialécticos y narrativos, podemos advertir que casi todos los tipos de autosombras o de autoproyecciones del ser se han ido materializando, como la sombra y paisaje, donde el velo que emana de los cuerpos se integra en el paisaje, logrando que la idiosincrasia del terreno proyecte su vida propia en el individuo, a través de las estructuras que dan forma a sus texturas. Esta disolución establece una paradoja visual en la que la penumbra desatada del ser, que es etérea, adquiere sustancia, mientras que el entorno que le rodea parece difuminarse. En este tipo de autorretrato, la sombra se convierte en una extensión del paisaje, una forma de trasmudar entre el fotógrafo, su ser interior y el entorno.
Cristóbal Cassinello
Pero también la sombra puede transformarse en narrativa visual, donde la bruma incierta no sólo da fe de la existencia del fotógrafo o del autor, sino que cuenta una historia, dentro de un contexto urbano o de viaje. El ser humano físico experimenta una metamorfosis que lo transfigura en un vagabundo o viajero, en un escenario que propone un relato propio a costa de la vida misma. La sombra no sólo adquiere un carácter de reflexión, sino que se transforma en un personaje dentro de un universo más amplio que parece convidar al espectador a redefinir y recrear su historia.
El concepto de sombra avanza entre las mandíbulas de Uceda y Cassinello para reconstruir la semblanza de los objetos y de las cosas como el resultado inequívoco de una silueta, mostrando un nuevo enfoque que traza una nueva representación de la sombra como una forma oscura, abstracta, recortada y del perfil humano, convirtiéndose en un discurso sobre el proceso creativo en sí.
Pero la sombra también adquiere una identidad autobiográfica, dentro de los paisajes de los propios autores, donde los fotógrafos se insertan en un horizonte con el que siente una conexión personal o han estado apegado a él, de una manera u otra. Reivindicando el entorno como parte inmaterial de su identidad, convirtiendo a la sombra en un símbolo de pertenencia, en una refracción del fotógrafo y del mundo que le rodea.
Así, el viaje que, a través de la sombra nos invita Francisco Uceda y Cristóbal Cassinello, se torna como una elemento que adquiere una personalidad propia, un tipo de autorretrato que explora los aspectos psicológicos y emocionales del ser, representando la parte más íntima de la psique del individuo, evocando los miedos, las obsesiones, las frustraciones y el dolor reprimido, dando voz al lado más oscuro del alma, como aseveraba Jung.
Sin embargo, como avanzamos con anterioridad, las sombras también se desdoblan con nuestros iguales, donde Uceda y Cassinello incluyen a los otros en sus autorretratos de sombras, adentrándose en la relación inestimable que se establecen entre sí y entre las personas que les rodean, convirtiéndose en un tercer personaje, que interacciona y dialogan de manera transversal sobre la existencia.
Todo es susceptible de caer entre las sombras -la metralla entre los dientes lo delata-, incluso buscando desde la metafísica hacia la materia los diferentes patrones gráficos a los que puede aspirar lo intangible. La creación de formas abstractas, jugando con las líneas y las figuras del entorno, dejando espacio a la creación de una relación entre el fotógrafo y el mundo que le rodea con un fin estético, que busca su correlación con la geometría sagrada, pero que sin embargo respeta la esencia de la inexactitud del ser, cuando su naturaleza roza a la vez orgánica y artificio, la perfección y el abismo, la belleza y el caos.
Dejando también la oportunidad de ahondar en las sombras en transición, donde los espectros de las formas y el reflejo se encuentran bajo la fina línea que definen sus límites, como si de una superficie del agua fuere, fusionando el cielo y la tierra en un solo plano, invitando al espectador a reflexionar sobre el narcisismo y la naturaleza efímera de la identidad humana.
Francisco Uceda
En cada una de las vidas que toman forman a través de las sombras, experimentamos una amalgama semántica de texturas visuales y sensitivas, que alimentan cada una de las interpretaciones y expresiones personales que han dado forma al proyecto Night & Day. Capturar y compartir las sombras se ha convertido en un ejercicio de supraconciencia, que permite a los autores explorar los aspectos más profundos de los fundamentos primigenios humanos, conscientes que la realidad semántica y conceptual del ser navega en las mismas aguas y en el mismo idioma que lo construye como tal y que lo asemeja al resto de mortales que habita o que habitan.
Cada imagen de Night & Day es un testimonio fiel de la lucha silenciosa entre luz y oscuridad, un combate a muerte que refleja la esencia y el origen del ser humano, que guardar silente en la soledad más absoluta, esperando a que algo o alguien de sentido a la vida, en el momento y en el lugar exacto, como la muerte, por ejemplo, cuando se presenta como una mortaja entre unos párpados e implorando un perdón que nunca ha existido.
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