La inasistencia de las instituciones españolas y sus representantes a la reciente inauguración de la catedral de Notre Dame en París, aparte de una descortesía, parece que implica un grave desconocimiento del simbolismo de Notre Dame y el nacimiento de Europa. Porque París y Notre Dame fueron la cuna del mundo en el siglo XII en cuanto a la visión medieval que se aportó y nació en Europa, junto a las primeras universidades como la de París. Allí nació el derecho, en parte como lo conocemos hoy. Es decir, el centro y eje del mundo civilizado de la cultura judeocristiana se proyectó al mundo a través de sus valores, sus creencias, arte, tradiciones, filosofía (medievales), lenguaje como el latín y parte del griego, que luego derivó en los idiomas actuales y las distintas lenguas romances y germánicas que hablamos.
Así que parece un olvido indecoroso que España haga mutis por el foro y no asista a dicho acto, siendo España parte de Europa y de la Unión Europea, con todos los defectos y virtudes de la civilización y sus progresos, y sin caer en anacronismos. Notre Dame es un arquetipo que nos recuerda nuestros valores y cultura, hoy un tanto denostados por la sociedad globalizada y en parte desarraigada, y es un símbolo de unidad y confraternidad que se proyecta al mundo y a la cultura europea. Europa nació en gran parte allí junto a sus decenas de monasterios como Cluny y otros limítrofes, que fueron depósito de la lengua, las costumbres y el saber de sus importantes bibliotecas, scriptoriums, y sus farmacias medievales, etc., que se lanzaron como modelo al mundo conocido.
Olvidar esto, con el debido respeto, es una falta de reconocimiento a los valores de Europa y sus orígenes.
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