Está claro que los ciclistas están hechos de una pasta especial, sufren lo que pocos serían capaces de soportar. Todo les es igual con tal de lograr su objetivo, pasar por la línea de meta, y si es antes que nadie, pues mejor.
Ni la lluvia, ni el frío, ni el viento, ni el hielo, ni el granizo, consiguieron que la primera etapa del 64 Gran Premio Vila-real, pudiera llegar a la meta. Eso sí, con un poco de retraso, pues lo que tuvieron que sufrir los héroes de la carretera, les impidió poder rodar con la misma velocidad que en anteriores ediciones y en la que estaba programada.
Con la mirada puesta en el cielo, tanto en la meta de Morella, como en las nubes que cubrían las montañas, se dio el pistoletazo de salida. El pelotón tenía por delante 148 kilómetros, con dos puertos de Montaña ante ellos. El ritmo que le dieron desde el inicio fue muy fuerte. Los velocistas querían adjudicarse el primer Sprint Especial, situado a apenas 14 kilómetros de la salida. Los primeros grupos empezaron a formarse, pero el más rápido fue Antonio Miguel (UPV-Bancaja). En el grueso del pelotón había varios corredores a seguir, como el campeón de España de ruta sub-23, Antonio García (UPV-Bancaja), o el hijo del mítico Belda (VLC-Terra i Mar).
Las escaramuzas y las escapadas empezaron a hacer acto de presencia, pero la máxima diferencia que logró el grupo más numeroso, de siete corredores, no sobrepasó el minuto y medio. Pero llegó al primera pared d la carrera. El puerto de Ares, de Primera categoría. La montaña hizo su primera selección. Los candidatos a ganar la etapa empezaron a mostrarse. David Belda (UPV-Bancaja), intentando emular las hazañas de su padre, logró pasar primero por el premio de montaña.
El descenso se convirtió en un auténtico martirio. Al cansancio de los kilómetros y la ascensión, se les unió la lluvia, el granizo y el frío viento. Pero pese al peligroso descenso, no flaquearon en energías. Se formó entonces un grupo de seis corredores que empezaron a poner distancia frente a resto del grupo. Entre ellos estaba Belda, quien no dudó en pasar primero por el puerto de Castellfort (segunda categoría), para así adjudicarse de momento el maillot de líder de la montaña.
Ya únicamente quedaba por delante la meta, una ascensión dura hacia Morella. Solo podía ganar uno, y a falta de unos cinco kilómetros para el final, Benjamín Prades (Azysa) buscó llegar en solitario. No creía él mismo en sus posibilidades, pero las piernas le respondían y se la jugó. Le salió bien, ya que fue el primero en cruzar la línea de meta y levantar los brazos en señal de victoria. A 1:20, pasó en segunda posición José Ruiz (Terra i Mar).
Con esa ventaja, no lo tendrá demasiado complicado para poder enfundarse de nuevo el maillot amarillo en la etapa final en Vila-real. Pero el recorrido es más suave que la primera etapa, con 158 km por delante y con cuatro puertos (todos ellos de tercera categoría: Ares, Coll de La Bassa, Les Useres y Costur). El equipo del líder tendrá que estar bien atento a los intentos d escapadas, que empezarán seguramente, desde casi el inicio de la carrera.
Declaraciones Benjamí Prades:
"La verdad es que ha sido una etapa muy dura. Subiendo Ares ha empezado la lluvia, después con hielo, mucho frío, pero al conseguir la victoria todo se olvida. La carrera estaba controlada, subiendo Ares se ha empezado a romper. No creía que podría lograr la victoria. Espero poder conseguir la victoria final, al haber ganado la primera etapa, no ser una excepción. Tengo un buen equipo para conseguirlo. Quiero dedicar esta victoria a la novia de mi hermano. Ella murió el año pasado."
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