El miércoles 25 de enero tuvo lugar la inauguración de la Cátedra Extraordinaria Autric Tamayo, concebida para contribuir al fomento de la formación e investigación en los campos del Diseño y el Arte Contemporáneo entre los alumnos de Bellas Artes de la universidad Complutense. A esta inauguración acudió el rector de la Universidad Complutense, Carlos Andradas, siendo, a la sazón, quien diera por inaugurada la mencionada cátedra. La decana de la Facultad de Bellas Artes, Elena Blanch González, ejerció como perfecta anfitriona presentando a cada uno de los ponentes y trazando una esclarecedora semblanza de los mismos, comenzando por la pareja de coleccionistas de quienes parte el mecenazgo sobre el que se sustenta la beca a la que dan nombre, Adolfo Autric y Charo Tamayo (Autric formaría parte de la mesa de intervinientes, siguiendo el acto la señora Tamayo desde la primera fila del patio de butacas del Salón de Actos de la Facultad). Apuntó Blanch que se trata de unos coleccionistas que han reunido un enorme muestrario de más de 4.000 objetos de diseño, así como de obras de artistas de la talla de Tapies o Barceló. Se refirió la Decana, asimismo, al mecenazgo colaborativo que desarrollan y que entre sus líneas maestras contempla el mostrar claves al artista que le ayuden a moverse de manera solvente en el ámbito profesional. También señaló la labor de los profesores Consuelo García, Tomás Bañuelos, Margarita González y Jesús Crespo en la gestión y coordinación de los actos propiciatorios del proyecto.
Adolfo Autric comenzó su intervención refiriéndose a la vitalidad que observa en la Facultad de Bellas Artes pese a las vicisitudes que llevan afectando al Arte desde mucho antes de que sobreviniera la crisis económica. Seguidamente apuntó las tres líneas principales hacia las que se dirige la Cátedra a la que aporta su apellido: hacia la actualidad del Arte, ofreciendo claves que ayuden a un éxito no solo económico, sino entendido también como “capacidad de idear y desarrollar proyectos”; hacia el otorgamiento de claves acerca de cómo moverse en el mundo del arte, para ello llevarán a personas de la importancia, verbigracia, de Carlos Urroz, director de Arco, y hacia el fomento del Diseño Industrial.
Tras la intervención de Autric el Rector dio por inaugurada la Cátedra, pasando la decana Elena Blanch a presentar al primer ponente de los que engrosarán el ciclo: Manuel Borja-Villel, director del Centro de Arte Reina Sofía.
Borja-Villel, entre los muchos flancos que abordó, trató cuestiones como el hecho de que las obras no son elementos aislados, sino que tienen un contexto en el que emergen, no surgiendo de la nada, dado que son intermediaciones, pues “cualquier enunciado es performativo, habiendo elementos que van más allá del objeto y del texto”.
A través del Guernica se refirió a esas obras que más que una pintura pasan a ser un elemento simbólico-político, suponiendo una ruptura en nuestra vida cotidiana.
Apuntó el peligro de que nuestra imaginación se convierta en una fábrica, transformándose la obra en una marca vacía, pasando a engrosar el amplio recinto de lo kitsch.
Señaló cómo en los 40 o 50 el crítico era el preceptor en materia de Arte hasta que paulatinamente comenzó a ir quedando su autoridad en manos del mercado, desde entonces hegemónico. Junto a la mutación referida habría ido aparejada la del coleccionista tradicional, sustituido este por otro más interesado en comprar lo caro, lo que implica no valorar la obra porque genere relato, sino en base a una serie de cifras y marcas, primando más el reconocimiento que el conocimiento. “El sistema es capaz de generar monstruos a partir de la obra de arte”, añadió Borja-Villel.
Rememoró también el ponente los años en que vivió de cerca el auge de Tapies, Chillida o Saura, quienes “expandieron el canon sin llegar a cuestionarlo”. También observó el hecho de que, siendo Europa una provincia del mundo, no se puede olvidar la importancia que tuvieron las colonias en la metrópoli, pese a que tantas veces la historia oficial europea no abunde en ello suficientemente. Y también se refirió a cómo la técnica ha ido desapareciendo, siendo el discurso dominante la intersección, que queda plasmada de la manera más patente en la instalación, o al hecho de que muchos se olviden de lo que dio sentido a su dedicación, primando el discurso y reduciendo la obra a una mera ilustración de este. Otra aseveración de Borja-Villel digna de ser anotada fue que “la cultura es un ecosistema donde son importantes los grandes y los pequeños”.
Pronunciada su conferencia y tras un breve coloquio con los asistentes, se dio por finalizado el primer acto de los que compondrán la Cátedra Autric Tamayo.
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