Seis estatuillas para La La Land. Mejor Director, Mejor Actriz, Mejor Banda Sonora, Mejor Fotografía, Mejor Canción Original y Mejor Diseño de Producción no son poca cosa para una cinta que aspiraba a 14 categorías. La cinta de Damien Chazelle, que gana su primer Oscar a los 32 años, no arrasó, pero ha triunfado con los reconocimientos más destacados, algo poco habitual.
Sin embargo, toda esa gloria sabe amarga después de la confusión con la tarjeta a Mejor Película. Warren Beatty, que dejó sus gafas en el backstage, leyó en principio La La Land, para que segundos después el realizador de la gala avisara que la ganadora era a Moonlight, una metedura de pata inédita en la historia de los premios y que ensombrece una gala magníficamente presentada por un Jimmy Kimmell experto en generar momentos virales en redes. Cualquiera de ellos quedó en segundo plano tras la metedura de pata del final, un error que tendrá más consecuencias que el bochorno del momento. El error con las tarjetas va a traer cola, el que avisa no es traidor* y nos tememos que le hayan dado a Trump la excusa perfecta para pasar dentro de una horas un buen rato a cuenta del fiasco.
Moonlight, la cinta de la que es productor ejecutivo Brad Pitt, se convirtió en el acicate de Hollywood contra las políticas de Donald Trump, cuyo nombre solo se mencionó cuando el maestro de ceremonias se le ocurrió la enorme idea de mandar al mandatario un saludo bajo el hashtag #MerySayShi, que se convirtió en viral en cuestión de minutos.
Mahershala Ali se llevó el premio para el Mejor Actor Secundario por su trabajo en la cinta de Barry Jenkins, cuyo guión, también fue reconocido por los académicos. Ali, que anunció en su discurso que acababa de ser padre hace cuatro días, se convirtió en el primer actor musulmán reconocido por la Academia, otro acto reivindicativo del gremio. No utilizó el escaso tiempo para atacar a nadie, sino para dar las gracias a sus mentores y lanzar un mensaje de optimismo. Lo mismo sucedió con Viola Davis, Mejor Actriz de Reparto por Fences, que nos tenía acostumbrados a declaraciones muy reivindicativas y que anoche optó por un tono más cordial y poco político, para vanagloriar su profesión y derretirse en mensajes de cariño a su familia.
Ben Affleck no pudo reprimir la emoción al ver a su hermano pequeño, Casey, con el Oscar a Mejor Actor en su mano. Elegante, pero con su toque desaliñado, el intérprete, al que un caso de abusos sexuales estuvo a punto de dejarle fuera de la carrera de los premios, se mostró agradecido por ser parte de la comunidad del cine. La cinta que protagoniza fue premiada también en la categoría de Mejor Guión Original, donde contaba con enormes probabilidades como así se confirmó. Emma Stone hizo lo propio al cumplir con las expectativas y jalonarse en el olimpo de las oscarizadas gracias a su papel de la camarera aspirante a actriz en La Ciudad de las Estrellas. La pelirroja de moda destacó el trabajo de sus contrincantes y aseguró que en las horas posteriores daría las gracias uno a uno a las personas que le han ayudado a llegar hasta donde solo unos pocos alcanzan.
Nos quedamos con las ganas de ver en el escenario a Juanjo Giménez, director de Timecode, única representación española en esta 89ª edición, con permiso de Javier Bardem, que presentó el Oscar a la Mejor Fotografía junto a la "sobrevalorada" Meryl Streep. La ganadora de tres estatuillas y la más veces nominada evitó pararse en la alfombra roja para no calentar una ceremonia que fue reivindicativa en los premios, pero fue sutil y amable en sus alegatos.
Destacan también los premios a Mejor Montaje y Mejor Mezcla de Sonido para la cinta de John Gilbert, Hasta el último hombre, dos reconocimientos inesperados, como también lo fueron la estatuilla para Escuadrón Suicida en el apartado de Mejor Maquillaje y Peluquería, o el Mejor Vestuario para Animales fantásticos. El libro de la selva repitió el galardón a Efectos Especiales obtenido hace una semana en los BAFTA y Zootrópolis se elegida la Mejor Cinta de Animación.
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