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Un país sin fuertes partidos

Isaac Bigio
Isaac Bigio
jueves, 7 de abril de 2011, 07:11 h (CET)
Otra de las particularidades que tienen las elecciones peruanas en relación a su contexto internacional es la de la debilidad de sus partidos.

Gran Bretaña, quien se precia de ser la potencia con la democracia ininterrumpida más antigua del mundo, le pone mucho cuidado a velar porque siempre allí haya tanto un fuerte y estructurado partido de gobierno como uno de oposición. Algo similar pasa en EEUU.

Varias veces el mismo partido retiene el poder cambiando de gobernante. Esto último se ha visto recientemente en las 4 mayores repúblicas latinoamericanas: Brasil, México, Argentina y Colombia. En todos esos países, al igual que en Uruguay, el partido oficialista ha sido capaz de ganar una nueva elección pero cambiando de líder.

Esto era algo que pasaba también en Chile y El Salvador hasta que en las últimas elecciones la oposición depuso constitucionalmente a un bloque que gobernó con 4 presidentes consecutivos. En esos dos casos la alternancia en el poder favoreció a fuerzas opuestas. La centroizquierda perdió el gobierno en Chile pero lo ganó en El Salvador.

Sin embargo, en el Perú nunca ningún partido moderno ha sido capaz de renovarse en el poder. Todos los partidos que gobernaron a ese país hasta hace medio siglo se han extinguido. Todos los que han estado en el palacio de Pizarro desde hace 5 décadas jamás han sido capaces de ganar una elección presidencial cambiando de líderes.

Acción Popular (AP) logró que Fernando Belaunde gane la presidencia en 1963-68 y 1980-85. Sin embargo, sin que su jefe pudiese candidatear todos los aspirantes que hayan podido surgir de dicha fuerza han tenido bajas votaciones. En Noviembre 2000 uno de sus miembros que había llegado al parlamento con poco apoyo fue nominado presidente del congreso y luego transitorio del Perú como una figura de transacción sin mayor fuerza propia.

El APRA, creado en 1924, pese a ser el partido más antiguo y organizado del Perú (y el único que logró internacionalizarse, logrando que discípulos suyos gobiernen Venezuela y Costa Rica) solo ha podido ganar dos presidencias (1985-90 y 2006-2011) bajo la batuta de Alan García.

En el 2000 Alberto Fujimori, un desconocido sin partido, llega segundo a la vuelta final, la cual gana proyectándose como el único capaz de frenar al candidato triunfador de la ronda inicial al cual se le quiere vetar como el ‘mal mayor’. Similar táctica sería usada por García para ganar a Humala en el 2006.

El disolvió el congreso en 1992 y se hizo re-elegir 2 veces más, lo cual generó un estallido social. El colombiano Uribe, quien se inspiró en él, evito una segunda re-elección mientras que Fujimori es el único ex presidente del mundo que fue extraditado a su propio país para ser encarcelado.

En el 2001-2006 Alejandro Toledo llega a la presidencia. Su partido Perú Posible sigue el mismo camino de AP y APRA. Sale con bajo nivel de apoyo del gobierno y sin su jefe sus subsiguientes candidatos tienen tan escaso respaldo que quedan mal en los comicios o deben declinar a sus postulaciones.

Todos los otros partidos significativos que ha tenido el Perú desde que en 1978-80 los militares fueron dejando el poder se han ido evaporando o minimizando.

Hoy no queda nada del caudal electoral de Hugo Blanco, quien fue el único trotskista del mundo que quedó en un tercer puesto, o de los distintos integrantes de Izquierda Unida (que en 1984 ganó la alcaldía de Lima y en 1985 quedó segunda en las presidenciales) y del PCP-SL o el MRTA (los que, tras su derrota armada, hoy aspiran a pocos votos para candidatos afines).

De las dos facciones socialcristianas (las cuales han apoyado a uno u otro de la mayor parte de los gobiernos del último medio siglo) una se ha extinguido y otra se ha reducido.

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