Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Ciencia | Tecnología | Sanidad

Cerebro y ordenadores

Los pensamientos son realmente impulsos eléctricos y somos dueños de los mismos
José Manuel López García
jueves, 30 de marzo de 2017, 00:05 h (CET)
El uso de implantes en el cerebro para mejorar ciertas capacidades puede ser positivo y deseable. Pero también es necesario marcar ciertos límites éticos. Los electrodos dentro del cerebro pueden ser beneficiosos en determinados casos. Contra la epilepsia o para el Parkinson o el Alzheimer la tecnología puede ser muy indicada y producir resultados a corto plazo. Por ejemplo, que un tetrapléjico coma solo con una prótesis conectada a su cerebro también me parece un gran avance médico.

La neuroprótesis puede ser la solución en ciertos pacientes. Puesto que un ordenador decodifica la información desde unos electrodos puestos a la persona en su cerebro enviando señales eléctricas logrando que sus músculos se muevan siguiendo el movimiento pensado.

Conectar el cerebro con las computadoras o la inteligencia artificial puede pensarse que es positivo y productivo y lleva a desarrollos cuestionables y muy discutibles por sus efectos. Descargar pensamientos desde los cerebros de sujetos a ordenadores, si en unos años o décadas fuera posible, plantearía serios problemas éticos.

La ciencia tiene mucho que decir al respecto. Especialmente para asegurar que los nuevos descubrimientos en neurociencia y en la nueva tecnología aplicable al cerebro deben ser analizados con extraordinaria precisión y minuciosidad para evitar usos perversos y perjudiciales. Ya que la libertad está por encima o posee un valor muy superior a la de ser en el futuro una especie de ciborgs andantes.

Considero que instalar, de forma permanente, pequeños electrodos dentro del cerebro para lograr una estimulación cerebral profunda es excesivo y contraproducente, porque convertiría a las personas en seres artificiales y condicionaría las conductas y la propia identidad de cada sujeto y también su espontaneidad y originalidad ante la realidad.

Y es que la potenciación cognitiva también se puede lograr con la lectura, la escritura, la resolución de problemas, etc., que son procedimientos clásicos y que dan muy buenos resultados sin ser invasivos. No conviene jugar con el cerebro, porque las consecuencias pueden ser nefastas.

Estamos instalados en un presente tecnológico que avanza a un ritmo muy veloz y esto no es lo mejor en algunos aspectos. Parece que se está diluyendo la distinción entre la realidad presencial y la virtual.

La realidad aumentada y los dispositivos de realidad virtual son cada vez más usados por numerosas personas. Si a esto se unen los videojuegos y los simuladores parece que la distinción entre lo real y lo irreal está desapareciendo en parte. Se está poniendo en marcha un nuevo mundo virtual que funciona en paralelo al real y presencial.

Y, si una de las actitudes que promocionan los medios de comunicación de masas, especialmente las cadenas de televisión, es el disfrute de nuevas experiencias placenteras y apasionantes se puede considerar que lo mejor es vivirlas de forma real y no de un modo exclusivamente virtual.

Existe un cierto riesgo de que vayamos hacia una realidad en la que cada vez tenga más presencia lo artificial y se viva más en entornos virtuales durante mucho más tiempo. Y esto no creo que sea lo más deseable.

Si los pensamientos que son lo más característico de los seres humanos resulta que en el futuro pueden ser traspasados a través de electrodos especiales a ordenadores esto plantea interrogantes decisivos. Transferir la conciencia e identidad después de morir a un ordenador, si se pudiera en unos decenios, no parece lo más adecuado. Porque se crearía un tipo de avatares que podrían pensar con patrones de pensamiento similares a los de los cerebros de los sujetos fallecidos. Pero no serían realmente los propios seres humanos que intentan simular en sus expresiones.

Noticias relacionadas

En los primeros días de Mayo del año 1937, el Secretario de Estado norteamericano Cordell Hull decidió escribir al Canciller boliviano Enrique Finot sobre un tema urticante para Washington. Semanas antes, el presidente de Bolivia David Toro había decidido expropiar a la empresa petrolera Standard Oil sin compensación alguna causando conmoción en el mundo empresarial norteamericano y en Wall Street.

Llegó como agua de mayo la espectacular oferta de empleo público con la que el Gobierno sanchista pretende refrescar el maltrecho mercado laboral, provocando que las academias de oposiciones de toda España empiecen a frotarse las manos.

Una vez más (y van tropecientas mil) el presidente de Gobierno de España, y sus 22 mariachis y miles de cómplices, en lugar de cumplir su obligación de proteger a los gobernados, que somos los paganos de impuestos y demás sinecuras y canonjías, se dedica a echar la culpa a los demás de todas sus trapisondas que son muchas y variadas.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto