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Somos en la medida que nos reconocen

Sin la mirada del otro no existimos, sin un entorno que nos reconozca no sentimos que somos. Entonces empieza una verdadera crisis de identidad
César Piqueras
lunes, 12 de junio de 2017, 00:38 h (CET)
Cada vez estoy más convencido de que el ser humano es gracias a los demás, que no puede vivir en soledad y de que necesitamos la mirada y el entendimiento del otro tanto como el aire que respiramos.

No ser vistos es el peor de los castigos. Sentimos que no existimos cuando no se nos tiene en cuenta, cuando otros ojos no se giran hacia nosotros, cuando otra mano no nos acaricia.

Quizás sea este nuestro mayor drama ¿Cuántas personas ahora mismo sienten que no existen porque simplemente no cuentan para el mundo?

Me pregunto cuántas personas viven en silencio. Cuántas personas no saben comunicar esa necesidad que tienen, no encuentran la forma de buscar esa mirada del otro.

Quizás para los que somos más jóvenes sea más fácil, tenemos la tecnología para conectar. Si te sientes solo, puedes entrar en tu muro de Facebook y enseguida tendrás la sensación de que eres alguien, de que compartes. Es triste, pero es así.

Para los que estamos onfire, nos basta con publicar cosas nuevas cada día, recibir aplausos al final de una conferencia, escribir un nuevo libro o llegar a los objetivos anuales para sentir que existimos, para recibir de nuevo la mirada del otro. Todos buscamos lo mismo: reconocimiento.

Es posible que tengas una cita pendiente con el reconocimiento: con el tuyo, pero sobre todo con el de las personas que te rodean.

Quizás alguna persona de tu entorno se sienta invisible, quizás no esté siendo vista, reconocida y tenida en cuenta por el mundo. Quizás viva en silencio ese olvido del mundo, quizás no lo cuente porque piense que tampoco será escuchado/a…

Las personas más mayores muchas veces son las grandes olvidadas. Se suma su decadencia física al alejamiento emocional de las personas más jóvenes, a no compartir su mundo, vivencias y proyectos. Y empieza un aislamiento emocional que acaba en un descenso rápido de las capacidades de todo tipo.

Todos necesitamos ese reconocimiento. Nunca se debe olvidar que uno es gracias al entorno. Yo soy gracias a vosotros, gracias a los que están y estuvieron en mi vida, a los que interactuáis conmigo de una u otra forma.

También los más pequeños, especialmente ellos necesitan ese reconocimiento, esa mirada del mundo.

En estos primeros meses de Noa y, espero que a lo largo de toda su vida (hasta que yo ya no esté), mi único trabajo consiste en reconocerla. Ahora que es bien pequeña, me basta con mirarla, sonreirle, besarla, jugar, acariciarla y susurrarle. Y además, cuando sea más mayor o adulta: apoyarla, escucharla y atenderla. Es la forma en la que sentimos que existimos, cuando el otro está ahí.

No faltes a tu cita con el otro.

Que tengas un gran día.

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