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Rescatar Europa: ¿solución o muleta?

El sistema bancario de Europa es mucho mayor que el de América
Robert J. Samuelson
sábado, 29 de octubre de 2011, 09:13 h (CET)
WASHINGTON -- Hay un rasgo Orwelliano que reviste el rescate económico de Europa más reciente. Las palabras pierden su significado cotidiano. Grecia, por ejemplo, ya está en situación de impago claramente, pero nadie lo dice abiertamente. En julio, los agentes privados de crédito accedieron "voluntariamente" a aceptar una reducción calculada del 21 por ciento en sus préstamos a Grecia.

Ahora esa quita se eleva al 50 por ciento, y el consentimiento de los agentes privados de crédito se sigue describiendo como "voluntariamente". Bueno, es casi "igual de voluntario que cuando uno extiende la cartera en respuesta a la elección de 'deme su cartera o le mato'", observa Douglas Elliott, de la Brookings Institution.

¿Qué constituye un impago? Esta es la definición de Standard & Poor's: "En general definimos el impago soberano como el fracaso a la hora de satisfacer el pago de la servidumbre o la amortización principal… contenido en los términos originales de la obligación valorada". No hay mucho margen de duda: un "tijeretazo" del 50 por ciento no formaba parte de los títulos originales. Pero por razones políticas y jurídicas, es inconveniente declarar el impago. En lugar de eso, los europeos llaman a la quita "implicación del sector privado", o PSI. Muy tranquilizador.

El problema de Europa reside en evitar que el destino de Grecia le ocurra a cualquiera de los 16 países restantes que utilizan el euro -- Irlanda, Portugal, España e Italia los más evidentes, pero también Bélgica y Francia. Si los inversores están seguros de que el impago (o PSI) es inevitable, abandonarán en masa las subastas de deuda de estos países. La implosión financiera podría ser inevitable. Los mercados se inundarían de órdenes de venta de los títulos soberanos, disparando sus tipos de interés. Las entidades bancarias europeas -- grandes inversoras en deuda soberana -- sufrirían enormes pérdidas que podrían provocar un episodio de pánico financiero.

El sistema bancario de Europa es mucho mayor que el de América y recibe las tres quintas partes de sus fondos del mercado "generalista" de grandes depósitos, papel comercial y similares, escribe Oliver Sarkozy, director de servicios financieros del fondo de inversión Carlyle Group, en el Financial Times. Si estos grandes inversores se marchan en masa, el sistema económico de Europa se vendría abajo. "Los paralelismos con 2008" -- cuando la quiebra de Lehman Brothers provocó un episodio de pánico -- "son demasiado evidentes para ignorarse", dice. (Sarkozy, estadounidense, es hermanastro del Presidente francés Nicolás Sarkozy).

Para evitar esto, los líderes de Europa adoptaron una nueva batería de medidas. Además de la quita de la deuda helena del 50 por ciento, el plan: -- amplía el fondo de rescate en vigor, llamado Instancia de Estabilidad Financiera Europea (EFSF). Brinda garantías contra las pérdidas de alrededor del 20 por ciento a la compra de deuda soberana europea, de la de España y de la de Italia presumiblemente. Esta protección va a tranquilizar supuestamente a los inversores, que seguirían prestando a tipos de interés bajos. Se podrían cubrir alrededor de 1,4 billones de títulos. (La Instancia de Estabilidad Financiera Europea ya está prestando directamente a Grecia, a Irlanda y a Portugal).

-- Obliga a las entidades bancarias europeas a elevar sus "recursos propios" -- capital social y reservas en general -- al 9 por ciento de los activos. La mayor capitalización sirve de colchón frente a pérdidas y pretende tranquilizar a los titulares de los depósitos de las entidades y a los inversores en general. Según el Elliott de la Brookings, el capital extra alcanzaría en total los 100.000 millones de euros (alrededor de 140.000 millones de dólares) sobre el capital en reserva de 1 billón de euros.

-- Crea "instrumento de recurso extraordinario" (SPVs) que podrían atraer inversiones de países con importantes reservas de liquidez, como China, y de inversores privados.

La reacción inicial a la batería de medidas fue favorable. Las cotizaciones estadounidenses se dispararon tras el anuncio. Pero los detalles son difusos (la protección de los títulos y los instrumentos SPVs, para empezar), y abundan los escépticos. "Me sorprende que los mercados estén tan relajados", afirma el economista Desmond Lachman, del American Enterprise Institute. Se avecinan dos problemas importantes.

El primero es el fantasma de la quiebra. Grecia supera un límite porque muchos líderes europeos sostuvieron durante mucho tiempo que no se iba a permitir la quiebra de ninguna economía del euro. Ahora que esto se ha producido, algunos inversores pueden sacar a la venta otros títulos soberanos europeos débiles y activar la temida reacción en cadena. El capital bancario extra podría no ser de gran protección. Elliott teme que los 100.000 millones de euros añadidos sean muy poco para resultar motivo de tranquilidad.

El segundo problema es la austeridad. Como los estadounidenses, los europeos se enfrentan a una contradicción: para reducir el déficit presupuestario, tienen que recortar el gasto público y subir los impuestos; pero más impuestos y menos gasto público puede deprimir su economía, elevando el déficit presupuestario. Los cocientes de capitalización más elevados plantean un problema parecido. Una forma de elevar ese cociente es recaudar capital entre inversores privados o gobiernos. Otra forma es limitar el préstamo; el volumen de la capitalización en relación al préstamo. Pero menos préstamos perjudicarían a la economía. "Están propiciando una contracción súbita del crédito", dice Lachman.

Lo que Europa necesita en realidad es un rescate global masivo, aunque temporal, que le dé tiempo para llevar a cabo ajustes. En ausencia de esto, dista de estar claro que la batería de medidas más reciente vaya a ser una solución genuina o al menos una muleta.

© 2011, The Washington Post Writers Group

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