El Sevilla se confirma como la bombona de oxígeno con la que sueña cualquier equipo moribundo en la primera división española. Dicha insana costumbre, macerada ya a lo largo de varias temporadas, parecía definitivamente desterrada en los albores del presente campeonato; pero sin embargo seguía latente, camuflada bajo el ramaje de un portero en un estado inmejorable de forma.
| Ficha técnica | Sevilla FC: Varas (1), Cáceres (2), Spahic (1), Escudé (1), Navarro (2), Navas (0), Rakitic (1), Medel (2), Trochowski (0), Manu (2) y Kanouté (1).
Granada: Roberto (3), Nyom (2), Íñigo López (1), Mainz (1), Siqueira (1), Fran Rico (1), Mikel Rico (2), Abel (1), Uche (1), Mollo (1) y Geijo (2)
Cambios: En el Sevilla Armenteros (0) por Kanouté (min. 45) y Luis Alberto (-) por Trochowski (min 82); y en el Granada Jara (1) por Mollo (min 61), Ighalo (1) por Uche (min 77) y Moisés (-) por Abel (min. 91).
Goles: 1-0 Manu (min. 1); 1-1 Geijo (min 79); 1-2 Mikel Rico (min. 92).
Árbitro: Mateu Lahoz (1). En los locales amonestó con cartulina amarilla a Medel y en los visitantes a Siqueira.
Incidencias: 35.000 espectadores en el estadio Sánchez Pizjuán. Terreno de juego en buenas condiciones. |
Datos destacables | Lo mejor: Los tres puntos para el Granada Victoria histórica de un Granada que vence por primera vez en el Pizjuán.
Lo peor: la inoperancia sevillista Muchos tramos del partido sin jugar a nada consistente.
Con este resultado el Granada se sacude el farolillo rojo de la liga. |
| Un Granada que venía con lo puesto, con la baja de su mejor hombre y como colista en solitario, fue capaz de remontar un partido que estuvo perdiendo durante bastantes minutos, y además mandar en bastantes tramos del mismo.
Y de nuevo, como en un guión de una película ya mil veces vista, fue el conjunto nervionense el que se adelantó; y esta vez cuando muchos espectadores aún no habían tomado asiento. Un Manu del Moral disfrazado ahora de furibundo goleador aprovechó el rechace de un disparo a quemarropa de Cáceres para poner el partido de cara a los blancos cuando no se había cumplido el primer minuto de juego. Los siguientes diez minutos hicieron presagiar una victoria holgada del Sevilla, con un Trochowski que casi marca y un Manu cuya movilidad hacía bastante daño al equipo nazarí. Sin embargo, como tantas y tantas veces lleva sufriendo el seguidor sevillista en casa, el Sevilla trocó súbitamente en un equipo timorato y poco ambicioso que además interpreta mal la supuesta táctica de contragolpe rápido que trata de vender. Y es que esa táctica es válida si el equipo utiliza un repliegue contenido, sin acularse demasiado, y dejando el espacio justo para que una vez el rival supere la línea de recuperación de balón, éste no tenga ya un metro para poder jugarlo; y una vez recuperado el esférico, salir en tromba ante una portería contraria que no debe estar lejos.
Sin embargo, en el Sevilla, los mediocentros tiran la línea de supuesta presión muy atrás, arrastrando al resto del equipo con ellos; los marcajes son muy relajados, con lo que el otro equipo tiene siempre un metro o dos para pensar cómodamente qué hacer con el balón, y si a esto se le suma la inoperancia absoluta y preocupante de jugadores como Navas en el plano ofensivo, el resultado es que el Sevilla se deja mandar en su campo ante cualquier equipo con las ideas medio claras. El Granada fue dominador del resto de la primera parte, y si bien no gozó de ocasiones excesivamente claras, sí daba la impresión de poder pelear al menos un punto en la reanudación del partido.
Y dicha reanudación siguió obedeciendo al guión ya establecido para los partidos de casa en Nervión. El Sevilla, al que a buen seguro su entrenador debió leerle la cartilla en la caseta, salió de verdad a intentar cerrar el pleito y no pasar por penurias tan innecesarias como conocidas. Varias ocasiones se sucedieron en la portería granadinista, y para el recuerdo quedará una triple parada espectacular que un imperial Roberto le sacó a Manu, Trochowski y Armenteros. Mención especial en lo negativo merece el argentino, un futbolista de segunda o tercera fila al que aún debe costarle creerse lo mucho que juega en un equipo que aspira a Champions. Aporta poco en lo defensivo y nada en lo ofensivo, donde a pesar de ocupar zonas de ataque no aparece nunca y jamás resuelve.
Sin embargo, no puede achacársele ni mucho menos más responsabilidad al argentino en el resultado que la que merece. Un Sevilla que volvió a bajar el pistón y al que a ratos sólo la raza de Medel sostenía, pagó muy cara una frivolité de Trochowski tras una recuperación soberana del chileno. El alemán, quizá ya cansado y con la mente poco lúcida, intentó gustarse en la salida del balón en una zona peligrosa, y el resultado fue un disparo al larguero de Ighalo que Geijo remató de cabeza poderosamente ante la inútil estirada de Varas. Empate a uno, y familiarísima sensación en el coliseo nervionense.
Sin embargo, el Sevilla intentó rebelarse contra su ya arraigado sino. Manu del Moral y un recién entrado Luis Alberto vieron cerca el gol, pero era otro secundario de la liga el que tenía reservada la gloria. Un balón suelto en el área sevillista es empalado con la izquierda y con violencia por Mikel Rico, que lleva el júbilo a los granadinistas desplazados al Pizjuán. Sin tiempo para reaccionar, el Sevilla trató de repetir la hombrada de la semana pasada, pero no fue posible siquiera hilar ya una jugada con peligro. El conjunto nervionense empieza a ver a distancia los puestos Champions, los cuales será cada vez más complicado alcanzar mientras no haya un patrón de juego definido, y el Granada abraza una victoria inesperada e histórica que es el mejor balón de oxígeno para los nazaríes. Balón de oxigeno que los sevillistas se han acostumbrado a ofrecer, tristemente cómodo en su papel de salvavidas de los desvalidos de la liga.
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