WASHINGTON -- Por utilizar los adverbios a los que es tan aficionado, es magníficamente, fundamentalmente, literalmente irónico que Newt Gingrich, maestro de la retórica política violenta, ande lloriqueando por esos anuncios insignificantes que se emiten en su contra.
Y por emplear el término de gestión consultora favorito de Mitt Romney al hablar de esos terribles grupos horribles desagradables, es algo rico por parte del ex gobernador de Massachusetts lamentar su existencia y afirmar que no hay nada absolutamente ni positivamente que pueda hacer para detenerlos.
Estos nos toman por tontos
Gingrich lleva tiempo siendo el principal defensor y practicante del ataque político a la yugular. Sus anuncios actuales pueden ser todo calidez y hospitalidad navideña, con música empalagosa de fondo, pero su modus operandi vitalicio viene siendo demonizar a la oposición, no discrepar simplemente.
En "El lenguaje: un mecanismo clave de control", una guía facilitada por el comité de acción política GOPAC de Gingrich, se aconseja a los colegas Republicanos que "A veces dudamos al utilizar el contraste... Recuerde que marcar diferencias ayuda". Entre los términos sugeridos por Gingrich: "radical", "patético", "enfermizo", "traidores", "ladrón", "corrupto" o "desgracia".
Gingrich no se ahorraba adjetivos -- lanzó una primera salva durante el conflicto deontológico que le acabó consumiendo cuando presentó una queja contra el entonces presidente Demócrata de la Cámara, el legislador de Texas Jim Wright.
También fue pionero en el uso de los colectivos para sostener sus esperanzas electorales. Vea el GOPAC arriba y la investigación que se saldó con Gingrich y un expediente disciplinario y una multa de 300.000 dólares.
De forma que perdone que me cueste tener alguna simpatía por el candidato pegote cuando se queja de la emboscada de la publicidad electoral contratada por colectivos privados que apoyan a Romney y a otros.
"Tengo reparos a las campañas de difamación", afirmaba Gingrich, maestro de las campañas de vilipendio. Guaaaah, guaaaaaah, guaaaaaaaaaaaaaaaah.
Tampoco es que Romney merezca simpatías. La proliferación exponencial de los supercomités de acción política, decía Romney en la MSNBC el otro día, ha sido "un desastre" que "ha hecho mofa de nuestra campaña electoral".
¿En serio? No recuerdo que Romney tuviera algo crítico que decir del fallo del Supremo en el caso del colectivo Citizens United, que desató una era de comités de acción política con licencia para realizar desembolsos sin límite en defensa de sus candidatos predilectos. De hecho, Romney declaró al editor del Portsmouth (N.H.) Herald el mes pasado a tenor del fallo de los jueces: "Me parece que su sentencia fue correcta. Yo refrendo su fallo. Me gustaría encontrar la forma de separar el dinero de la política. Yo no he encontrado forma de hacer eso".
Más a mi favor, si Romney está convencido de que los comités de acción política son un invento tan problemático, ¿podría explicar, exactamente, lo que estaba haciendo participando en actos patrocinados por el colectivo Restore Our Future, el comité de acción política administrado por antiguos ayudantes de Romney y responsable de la andanada publicitaria contra Gingrich?
"En realidad tendríamos que dejar que las campañas recaudaran el dinero que necesitaran y deshacernos de una vez de estos comités", decía Romney en el programa de la MSNBC "Morning Joe". Bueno, pronunciar discursos en estos actos es una forma bastante rara de lograr esto.
Luego está la extraña declaración de Romney diciendo que no puede sino rechazar la publicidad del supercomité de acción política por miedo a ser enviado "a la trena" -- como cuando dice "Dios mío, si nos manifestamos de la forma que sea, nos mandan a la trena".
Anda ya. Es ilegal que Romney haga campaña de forma coordinada con el comité de acción política respaldado por Romney, pero esos reglamentos son lo bastante porosos para haber permitido, por ejemplo, que Romney participara en el acto del colectivo Restore Our Future.
Pero la pregunta planteada a Romney fue simplemente si iba a pedir cuentas al comité, como había exigido Gingrich, para cortar la publicidad negativa. "No se me permite tener comunicación con un comité de ninguna forma, oficial u oficiosa", afirmaba. Pero nada -- niente, zilch -- impide a Romney condenar la publicidad y solicitar al comité de acción política que suspenda su emisión. Cosa que por supuesto no va a hacer.
Esto puede sonar algo duro, pero en realidad estos candidatos son tal para cual.
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