| FICHA TÉCNICA | 78- Real Madrid: Sergio Rodríguez (4), Suárez (11), Pocius (10), Mirotic (6) y Tomic (16) -quinteto inicial- Llull (7), Carroll (16), Jorge Sanz (-), Begic (2), Singler (0), Dani Díez (-) y Reyes (6).
74 – Regal Barcelona: Huertas (13), Eidson (7), Mickeal (14), Lorbek (4) y Ndong (12) --quinteto inicial—Sada (0), Rabaseda (2), Ingles (7), Mbaye (xx), Pérez (xx), Wallace (9) y Fran Vázquez (6).
Parciales: 18-16, 30-20, 14-22, 16-16
Árbitros: Hierrezuelo, Jiménez y Cortés.
Incidencias: Décimo cuarta jornada correspondiente a la fase regular de la Liga Endesa, disputado en el Palacio de los Deportes (Madrid) ante 12.888 espectadores. |
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No todos los triunfos son semejantes. Los hay
más y menos valiosos. Otros están fuera de sendas categorías, porque, sencillamente,
son majestuosos. Como la victoria conseguida por el Real Madrid frente al
Barcelona. Porque el conjunto blanco no sólo derrocó al campeón de la Liga
Endesa, sino que se mostró sin complejos, sin miedos, confiado en sus opciones
y con esa cabeza que tanta trascendencia tiene en los envites cruciales. Así
venció este Real Madrid. Lo hizo en el último minuto, con dos acciones
impresionantes de Pocius, y después de asistir al repertorio artístico de ambos
contrincantes. Baloncesto en su máximo esplendor.
A un suspiro para la conclusión, dentro del
último minuto, donde las manos tiemblan y los pies se tambalean, hay jugadores
capaces de echarse toda la cuota de responsabilidad a sus espaldas para decidir
un encuentro. Eso hizo Pocius. Un jugador de equipo, discreto, pero con muy
poderío en el uno contra uno. Dos jugadas idénticas clavaron las aspiraciones
del Barcelona de mantenerse al frente de la clasificación, y, de paso, endosar
una nueva derrota, más mental que deportiva, al Real Madrid.
Esas dos canastas también ratifican que este
Real Madrid sabe jugar con inteligencia en los segundos determinantes. Esta vez
no hubo nervios, ni acciones para la duda. Todo salió bordado. Y eso que todo
estuvo a punto de echarse a perder en un último acto de auténtico infarto,
donde las distancias fueron mínimas y donde cada equipo daba un paso para
vencer y otro para caer derrotado. Esto, aparte del triunfo y recuperación del
liderato del Real Madrid (necesitaba ganar por dos puntos), significó una
fiesta del baloncesto, un encuentro de poder a poder entre dos buques de este
deporte. Con este tipo de encuentros se captan aficionados.
Esto resume un encuentro de igualdad. Porque
hasta alcanzar los cuatro minutos para el descanso, no se despegó el Real
Madrid. Lo hizo a base de triples, de cuatro certeros aciertos desde el
exterior, con mención sobresaliente para Jaycee Carroll, cuyos dos triples
encontraron continuidad en Suárez y Pocius. De esta forma, el Real Madrid fue
construyéndose una confortable, y merecida, renta de hasta 12 puntos (48-36).
No fue casualidad ni mucho menos injusto. El Real Madrid estaba más sereno,
desarrollando su juego sin complejos, sin miedos y altamente confiado en sus
opciones.
Repaso blanco
Y esto se demuestra a base de estadísticas.
Porque el baloncesto es un deporte explicado desde estos números. Y ya se sabe
las matemáticas no engañan, aunque hasta el momento comentado, el encuentro
fuera moviéndose en guarismos de máxima igualdad. El Real Madrid se marchó al
descanso apabullando al Barcelona en valoración (61 por 32), con un inmejorable
porcentaje en acierto en el tiro: 70 por ciento en tiros de 2 y 36 en triples
por unos discretos 46 y 25 por ciento, respectivamente, del Barcelona. El
gobierno también afectaba al rebote, algo indispensable para acabar ganando: 21
a 16. Números que explican que este Real Madrid estaba muy seguro en defensa y
muy acertado en ataque, algo de elogiar cuando enfrente estaba la mejor defensa
del campeonato.
No todo era mérito del Real Madrid; el
Barcelona, también contribuyó a esta brecha. Huérfanos de Navarro, acusaron más
en exceso la falta de un referente que de un anotador. Ni Eidson (5 puntos al
descanso) ni Lorbek (inédito) tomaron el mando. Tampoco Ingles. Y sólo Ndong
daba dolores de cabeza a la defensa blanca, aunque sin reemplazo al estar
Perovic de baja y Fran Vázquez en un día de vacaciones.
Huertas, un director
La casta siempre está presente en los grandes
trasatlánticos cuando el futuro no es muy halagüeño. El Barcelona regreso del
vestuario con otros aires, con más ambición, aunque no consiguieran hacer fluir
esos esquemas de Xavi Pascual. En parte, porque enfrente estaba un Real Madrid
cada vez más cómodo, creciendo en autoestima y encontrando mayores espacios al
contragolpe. Aún así, gracias a una buena dirección de Huertas, el Barça se
acercó hasta los 7 puntos (57-52). Y el aporte de Mickeal y Wallace acabaron
dando al Barcelona una nueva oportunidad de hacerse con la victoria. Entraron
con menos cuatro al último acto, donde todos fueron manteniendo las espadas en
todo lo alto hasta que surgió Pocius. Sus dos acciones dan la vigésima quinta
victoria consecutiva al Real Madrid en casa, el triunfo en el clásico y el
liderato.
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