DUBLIN, N.H. -- Él descarga.
Sobre el Presidente Obama, a quien compara con el Rey Jorge III. "Nos revelamos contra un monarca que quería dictar cada faceta de nuestra vida cotidiana", afirma Santorum, denunciando la reforma sanitaria Obamacare.
Sobre John McCain, que, dice él, criticó a Santorum por apoyar las partidas presupuestarias extraordinarias porque, siendo senador de un estado lleno de jubilados, McCain era reacio a ocuparse del problema más importante de las pensiones. "Adelante, que me ataque a cuenta de las partidas presupuestarias", ofrece Santorum, aunque nadie de la estancia le ha puesto en tela de juicio el uso por su parte de las partidas en realidad. La salva de Santorum contra McCain, que ha dado su apoyo a Mitt Romney, apenas estuvo provocada por una pregunta de relación tangencial relativa a cómo planea abordar la deuda.
Hasta descarga sobre los que le hacen preguntas, aunque de una forma discreta y sibilina que desmiente lo extremo de sus posturas. Tenida en cuenta la opción de evitar la pregunta, Santorum la aborda de frente -- y entonces carga.
Así que a la joven que le pregunta por su postura en el aborto y las medidas anticonceptivas, Santorum le asegura que aunque es moralmente contrario a las medidas anticonceptivas, no quiere negarle el derecho a hacer uso de ellas.
A continuación pasa a declarar su oposición inquebrantable al fallo de Griswold contra Connecticut, el caso de 1965 (que Santorum data erróneamente de 1953) en el que el Supremo revocó un estatuto que convertía en delito recetar la píldora a las parejas casadas.
"Griswold inventa un nuevo derecho, cosa que en mi opinión es activismo judicial", dice, y además manifiesta su discrepancia adicional no sólo con Roe contra Wade, el fallo del aborto, sino con la sentencia de Kelo, un caso del año 2005 relativo al derecho del estado a expropiar una propiedad privada en virtud de la cláusula de usufructo público.
Y cuando otra de las presentes menciona los recortes en los programas públicos que están ayudando a su hermano, con discapacidad múltiple, y pregunta a Santorum lo que haría, él no recurre al cortejo político tradicional: presentar sus respetos y evitar las preguntas.
Santorum en su lugar deja claro: no cree en absoluto que el estado deba meterse en el oficio de ayudar a su hermano. "Todos esos programas, en mi opinión, no deberían darse a nivel federal", dice. Santorum destaca al cabo de un rato que su mujer y él tienen un hijo con discapacidad, e insinúa que el lugar adecuado al que recurrir en busca de asistencia son "los vecinos, la comunidad, la familia, la nuera, alguien que acuda y ayude físicamente".
Luego llega la cuestión aparentemente inevitable de los derechos de los homosexuales. Santorum ya se había complicado con un estudiante que preguntaba por el matrimonio entre personas del mismo sexo la víspera. Pero en lugar de zafarse de la pregunta, vuelve a tirarse de lleno a la piscina, aunque está de nuevo claro que la audiencia de este centro escolar no está con él en la materia.
Con anterioridad, Santorum había exhibido la analogía de la poligamia a la hora de explicar su oposición al matrimonio entre personas del mismo sexo. Ahora se embarca en una salida tangencial extraña pero lógica en sí misma evidentemente para él acerca del interés del menor y la necesidad "de dar a cada niño lo que cada niño merece en el fondo, que es su padre y su madre".
Los estudios de reforma de lo social, dice él, demuestran que hasta los menores de padres que pasaron por la cárcel o que les abandonaron están mejor que aquellos que no tuvieron ningún tutor. "Cuando decimos a los niños que no pueden tener padre, que no pueden tener a su padre, e introducimos la ley que dice que vamos a asegurarnos de que no lo tengan, se roba a los hijos algo que merecen, algo a lo que tienen derecho. Tienen derecho a saber que fueron queridos por su padre. Y en eso consiste el matrimonio". Como si las parejas del mismo sexo fueran a dejar de tener hijos por si se les niega el derecho a casarse.
¿Está preparado New Hampshire para Rick Santorum? Sus mítines aquí el viernes atrajeron multitudes desproporcionadas. El sondeo más reciente, el recién difundido por la cadena WMUR y la Universidad de New Hampshire, sitúa a Santorum apenas en el 8% en comparación con el 44% de Romney y el 20% de Ron Paul. Pero el sondeo demuestra que Santorum va mejor después de los resultados de Iowa, saltando al 11%.
Si Santorum pudiera pulir su mensaje, y poner el acento en el empleo y la economía, iría mejor. Pero el atractivo de un buen debate en materia social -- en cualquier materia, en realidad -- parece resultarle demasiado tentador para dejarlo pasar. Así que se explaya -- lo que, sugeriría yo, no está ayudando mucho a su causa.
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