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La perversidad de las tijeras "neocon"

¿Pueden España y las democracias europeas sobrevivir a un estancamiento prolongado de la economía?
Jesús Moreno Abad
sábado, 14 de enero de 2012, 16:35 h (CET)
Este reproche al oficio de las tijeras no es un ataque incendiario contra las peluqueras (o peluqueros: tantos miembros como ‘miembras’ hay en el oficio). Tampoco es una venganza por un trasquilón mal curado ni un alegato estético por el corte a navaja o la técnica del mechero, aunque de navajazos hablo y quemados estemos. Lo que hay aquí es un intento, perdón por la mala educación, de señalar con el dedo. ¿A quién? A personajes mitológicos que provocan sufrimientos reales: hadas de la austeridad y peluqueros de presupuestos: montoros y rajoys ‘manostijeras’ del mundo; zapateros y rubalcabas, barberos.

De un tiempo a esta parte, PSOE y PP (en adelante, Angela Merkel y Nicolas Sarkozy) han tratado de vendernos que el oficio de recortar el gasto público nos sacaría de la crisis y que no había otro tratamiento de choque posible. También dijeron que los recortes no tienen ideologías. Que son como el amor o el onanismo, como  los colores, como tener un perro. Cosas irrenunciables. Pero no, la apología del déficit cero en tiempos de crisis no es neutra: es un axioma neoliberal (de la escuela austriaca de pensamiento) que pseudosocialistas y neoconservadores han aplicado con fervor religioso.

Así, en lo que dura un “me cueste lo que me cueste”, Zapatero entró en trance y, con los ojos en blanco y azotándose a sí mismo en la espalda ensangrentada de los españoles, recortó 15.000 millones de euros. Y Rajoy, que la tiene más larga (la tijera), lleva ya 16.000 millones y amenaza con llegar a 40.000 millones. Los dos tenían una revelación: se les apareció una noche el hada de la austeridad, Angela Merkel, prometiéndoles redención, crecimiento y paz en los mercados. Tan espectacular hubo de ser esa imagen de la canciller alemana con mallas rosas, alitas y una varita en la mano que llevaron la regla del déficit cero a la Constitución.

Los resultados en Europa y en España de la política masiva de recortes no han podido ser más catastróficos. Cuando se debía dejar atrás la recesión, vuelven los números rojos: El PIB español caerá alrededor del 0,5% este 2012 (según Funcas) y el europeo se moverá entre el -0,4% y el crecimiento anémico del 1%, atendiendo a las previsiones del Banco Central Europeo (BCE).  El daño ya está hecho.

Se podía hablar del daño humano que hace cada euro que se  suprime del presupuesto: de ese quirófano que se cierra, de ese trabajador que se va al paro o de ese jubilado a quien la pensión le sube menos que el precio al que lo hacen las patatas. Pero no.  Pongámonos técnicos. Hablemos de lo que ya sabían Merkel, el BCE, ZP y Rajoy: que los recortes iban a deprimir la economía.

¿Puede España soportar una salida en L de la crisis?

Hay un concepto en la ciencia económica muy sencillo: cada unidad monetaria que metas o saques en la economía hace crecer o disminuir la misma en una proporción mayor. El efecto multiplicador, lo llaman. Y por eso, teorías como la keynesiana abogan por las políticas expansivas en periodos de recesión: más gasto público y más dinero en circulación (bajando tipos, devaluando la moneda o comprando deuda pública mediante los bancos centrales), todo con el objetivo de reanimar la economía y dar un balón de oxígeno al consumo privado. Un cálculo del Fondo Monetario Internacional (nada muy bolchevique, como ven): por cada ajuste fiscal de un 1% del PIB, la economía cae otro 0,6% durante los dos años sucesivos.

Eso nadie lo quiso contar. Grecia, España, Reino Unido, Portugal, Irlanda… Todos fueron y son sometidos a esa terapia de choque.  Ahora pagamos las consecuencias de esa Europa neoliberal. Ésa que censura la banca pública que podía asegurar el crédito faltante en la economía. Esa UE que tiene un Banco Central que no puede comprar deuda de unos estados que están contra las cuerdas, un instrumento básico de política financiera. El mismo BCE que presta dinero a los bancos a un interés del 1% para que luego éstos (léase ‘los mercados’) se forren cobrando un 3%, un 4% o un 5% o un 10% por la deuda de lo países de la Unión. Esa UE comandada por Alemania que pide bajar los salarios para ser competitivos y exportar, y que hoy se encuentra que hasta los germanos han visto contraída su economía en el último trimestre del año (un 0,25%) porque no hay nadie fuera a quien venderle los productos (Si todos  recortamos el poder adquisitivo y exportamos, ¿quién compra?). Es la historia de una UE en decadencia cuyos ciudadanos son testigos de cómo la austeridad agresiva no ha resuelto nada.

Pero de todo eso fueron convencidos también Zapatero y Rajoy. Y es que los efectos positivos de una política de ajuste fiscal, que habría que acometer sólo en tiempos de bonanza y en casos de graves desajustes del gasto (no se puede eternamente gastar más de lo que ingresas), solamente son visibles a 10 o 15 años, como es bien sabido por la literatura económica.

Es decir, su majestad Merkel nos aboca a todos a una salida en L de la crisis, un estancamiento prolongado durante años.  Y Alemania puede permitírselo (también Francia, Holanda, Austria…) porque su tasa de desempleo es baja. Pero otros países no pueden. España, con cinco millones de parados y la tasa de desempleo más alta de la UE, no puede. ¿Le dijo eso Merkel a ZP y Rajoy? Sin crecimiento no se reduce el paro y España no puede aguantar más. No sus ciudadanos, ni siquiera la paz social. ¿Hay democracia que pueda sobrevivir a esa miseria prolongada? Después de la Gran Depresión de los años 30 no resistieron. ¿Lo harían ahora?

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