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Mudar a Europa a Obama

Así pinta el progreso para un presidente de nombre Barack Hussein Obama
E. J. Dionne
lunes, 16 de enero de 2012, 08:00 h (CET)
No hace mucho, muchos entre las filas conservadoras y Republicanas estaban impacientes por retratarle como un marciano muy alejado de la vida estadounidense entendida como la mayoría de los estadounidenses. Una claque decidida insistía en que Obama ni siquiera cumplía las condiciones para ser presidente, afirmando que nació fuera de Estados Unidos. Obama zanjó con el tiempo esa cuestión haciendo pública su partida de nacimiento, cosa que demostraba que nació en Hawái.

Fox News informó falsamente de que durante su infancia en Indonesia había asistido a una "madraza". (En realidad fue un centro público no religioso). Y Newt Gingrich llegó a la conclusión de que Obama manifiesta "un comportamiento keniata anticolonial", extraña descripción difícil de cuadrar con empresas de Obama tales como ordenar el ajusticiamiento de Osama bin Laden.

Los rivales de Obama no han arrojado la toalla en sus esfuerzos por alejarle de su propio país. Pero le están acercando cada vez más.

Eso hizo el discurso de victoria de Mitt Romney tras las primarias de New Hampshire, vinculando a Obama con Europa no una ni dos sino tres veces. Obama, decía Romney, "quiere convertir América en una sociedad de derechos sociales de corte europeo" y "se inspira en las capitales de Europa" en contraste con "las ciudades y municipios de América".

"Yo quiero que recordáis los tiempos en que nuestra Casa Blanca reflejaba lo mejor de quiénes somos", afirmaba Romney, "no lo peor de aquello en lo que se ha transformado Europa".

De forma que Obama todavía no es estadounidense del todo, según Romney. Pero los conservadores hablan mucho de defender y conservar la civilización occidental, cosa que compartimos con nuestros amigos europeos. De forma que mudar a Obama de Indonesia y Kenia a Europa parece una gran concesión por su parte. ¿Quién sabe? Dentro de unos meses, Obama hasta podría mudarse a algún punto intermedio del Atlántico.

La europeización de Obama es un progreso en otro sentido. No hace mucho, era frecuente por parte de la extrema derecha acusar a los izquierdistas de albergar el deseo de convertir a Estados Unidos en un estado comunista de corte soviético. Ahora que la Unión Soviética es historia -- y China, que dice ser comunista, es pionera del modelo capitalista antidemocrático -- ese sambenito en concreto está desfasado. Si lo peor que los progresistas están intentando hacer es replicar la democracia social europea, eso desde luego supera a los gulags o a imponer funcionarios responsables del adoctrinamiento.

La lectura más benigna del discurso de Romney es que sugiere que las políticas económicas de Obama nos van a meter en una crisis como la que se ha tragado a la Unión Europea. Esta acusación es tontería. Nos guste o no, el ejecutivo estadounidense y la Reserva Federal han sido mucho más agresivos que sus homólogos europeos a la hora de proteger nuestras instituciones financieras de la clase de problemas a los que se enfrentan las entidades bancarias europeas. Y tenemos un gobierno federal fuerte, cosa de la que carece la Unión Europea. Una crisis en Rhode Island no amenazaría a la nación en el sentido en el que la debacle de Grecia afecta a la UE.

Y la premisa central del comentario de Romney es falsa. La noción de que Obama quiere convertir a Estados Unidos en "una sociedad de derechos sociales de corte europeo" es ridícula. Ni siquiera es una descripción justa de Europa, que presume de tener unas economías capitalistas innovadoras y muy productivas. En cuanto Obama, ha llegado a extremos insospechados para reforzar el capitalismo de mercado, para consternación en ocasiones de sus propios partidarios. Sí, Obama está tratando de asegurar a más gente. ¿Es mala idea solamente porque los europeos hayan hecho un mejor trabajo de esto que nosotros?

Pero con mucho, el mayor defecto de la coletilla Euro-Obama de Romney es la implicación de que hay algo tremendamente negativo en aprender de Europa. La genialidad del carácter estadounidense reside en que siempre hemos estado dispuestos a aprender de cualquier país que tuviera algo que enseñarnos. No rechazamos las buenas ideas sólo porque no sean oriundas de aquí. Las refiramos y las ajustamos para satisfacer nuestras necesidades y nuestra tradición. El aperturismo es un punto fuerte estadounidense.

Dos destacados historiadores, James Kloppenberg y Daniel Rodgers, han escrito iluminadoras obras acerca de la forma en que las ideas progresistas cruzaron el Atlántico a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Teddy y Franklin Roosevelt y Woodrow Wilson estuvieron encantados de aprender de Europa. ¿Eran antiamericanos? Una vez más, nadie les acusó nunca de "comportamiento keniata anticolonial". ¿Es demasiado pedir por parte de los rivales de Obama reconocer de una vez por todas que es un estadounidense de verdad?

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