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Conservadores que dejan de ser compasivos

Al candidato conservador Mitt Romney le gusta decir que estas elecciones son una batalla por "el alma de América". Tiene razón -- si bien no de la forma que piensa
Ruth Marcus
lunes, 16 de enero de 2012, 08:05 h (CET)
WASHINGTON -- .Romney afirma que Barack Obama quiere "transformar América fundamentalmente", convirtiendo al país "en una sociedad de derechos sociales de corte europeo". En realidad, Romney y sus rivales presidenciales Republicanos tienen en mente una transformación más radical. Ellos conciben un estado dramáticamente más reducido y una red de protección social peligrosamente deshilachada.

El suyo no es el conservadurismo independiente compasivo de George W. Bush. "Es compasivo a la hora de ayudar activamente al prójimo que lo necesita", dijo Bush en 2002. "Es conservador insistir en la responsabilidad y los resultados".

Una década y un movimiento de protesta fiscal más tarde, la ayuda activa -- la del estado por lo menos -- deja de estar de moda entre los Republicanos. Por supuesto los Republicanos han sido partidarios tradicionales de la implicación de las instancias estatales antes que las federales, pero el grado de contención durante la actual campaña es notable -- y problemático.

Considere la respuesta de Romney a una pregunta del último debate acerca de la red de protección social en una era de austeridad:

"Bueno, lo que no necesitamos es tener al estado diciendo que vamos a solucionar todos los problemas de pobreza del país entero, porque lo que significa ser pobre en Massachusetts es diferente a lo que significa en Montana o Mississippi o en otros lugares del país.

"Y esa es la razón de que estos programas, todos estos programas federales reunidos para ayudar a la gente y asegurarse de que tenemos una protección social, hayan de ser reunidos y devueltos a los estados. Y dejar que los estados más familiarizados con las necesidades de su propia población redacten los programas capaces de abordar las necesidades de esa ciudadanía".

Romney pasó a desgranar programas concretos: las cartillas de alimentos, las ayudas a la vivienda, el programa Medicaid de los pobres, la ayuda pública a la climatización.

"Lo que sucede por desgracia es que con toda la multiplicidad de programas federales, se tiene un lastre masivo de burócratas de Washington administrando todos estos programas y muy poco del dinero que necesitan aquellos que les hace falta, los que no pueden ocuparse de sí mismos, les llega en realidad", añadía Romney.

Estupendo gancho, si fuera cierto. Como ha demostrado el colectivo Centro de Prioridades Legislativas y Presupuestarias, los grandes programas de los pobres son extraordinariamente eficaces, hasta incorporando los gastos estatales como los federales. En el ejercicio 2010, el 96,2% del gasto del programa Medicaid de la tercera edad se destinó a la atención; el 94,6% del gasto de las cartillas de alimentación se destinó a comida; y el 90,9% de las ayudas a la vivienda fueron a ayudas al alquiler de los alquilados de ingresos modestos.

Ni para el caballero que dirigió Bain Capital, es lo que se dice un lastre masivo

La idea más relevante es el grado al que el enfoque de devolver competencias a los estados de Romney y compañía deshace la protección de los estadounidenses más vulnerables. La observación de Romney acerca de las diferencias entre ser pobre en Massachusetts y ser pobre en Mississippi subraya la importancia de que haya un mecanismo de protección social nacional. Mississippi tiene más necesidades, y menos dinero, que Massachusetts.

De hecho, fue Richard Nixon quien, reaccionando a las informaciones de bolsas de pobreza y hambre en un país rico, instituyó una ayuda mínima garantizada para los ancianos y los discapacitados (la Supplemental Security Income, o SSI) y un conjunto de niveles de ayuda para comer al que se pueden acoger.

Imagine lo que habría pasado durante la recesión sí, pongamos, las cartillas de alimentación -- hoy conocidas como SNAP (Programa de Ayuda Extra a la Alimentación) -- fueran una partida presupuestaria fija destinada a los estados, como sugiere Romney. Las necesidades crecieron dramáticamente, pero los estados, ya necesitados de dinero, no habrían podido satisfacerlas.

Romney en persona entiende la importancia del papel federal -- o la entendía en tiempos. Sus observaciones acerca de la necesidad de devolver a los estados el control llegaron en el contexto de un debate acerca del Programa de Ayuda Energética a los Hogares de Ingresos Modestos (LIHEAP).

Pero el Gobernador Romney, en el año 2003, instaba al Congreso a "apoyar con la financiación más elevada posible", añadiendo: "Nos hace falta recibir los fondos para que aquellos que más los necesitan estén calientes y seguros este invierno".

De hecho, uno de los principales partidarios de Romney en New Hampshire, la Senadora Republicana Kelly Ayotte, está presionando para obtener más dinero del programa LIHEAP -- financiación, a propósito, que el presidente propone recortar, y que ya se distribuye en forma de partida presupuestaria a los estados que deciden hacer uso de ella.

"Es un mecanismo de protección social importante", dice Ayotte a Newsweek. "No estoy en contra de disponer de un mecanismo de protección para los que más lo necesitan".

¿Está en contra Romney? ¿Están en contra sus rivales? Porque el impacto de sus planes consistirá en hacer trizas el mecanismo de protección social. Asegurarse de que eso no sucede es la verdadera batalla por el alma de América.

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