WASHINGTON -- La crónica publicada el viernes en el New York Times que
prácticamente imputa el cargo y declara culpable de asalto con agravante
sexual a un jugador de fútbol de 22 años de edad denunciado por una
acusadora anónima debería de haber rezado como sigue:
"No tenemos absolutamente ninguna información de este rumor excepto lo que
seis personas nos cuentan de forma anónima de este tío que se rumorea
habría acosado sexualmente a esta chica. Se desconoce la identidad de ella
o lo que dijo, o todo lo demás en realidad, pero su nombre es TAL y esto es
lo que 'se dice' de él.
En su lugar, con autoridad renqueante, la crónica empieza con el nombre del
joven caballero -- Patrick J. Witt, antiguo defensa del equipo de la
Universidad de Yale -- y su anuncio el pasado otoño de que retira su
solicitud de una beca Rhodes para poder jugar contra Harvard. El partido
estaba previsto la misma jornada que las entrevistas académicas de la beca.
A continuación se nos cuenta que en realidad había retirado su solicitud de
la beca después de que el Comité Rhodes hubiera tenido noticia "a través de
canales oficiosos de que una compañera había acusado a Witt de acoso
sexual". Y se dicta sentencia. Caso cerrado.
Pero en realidad, nadie parece saber gran cosa de nada, y nadie se está
pronunciando desde una instancia oficial. Las únicas personas que están
promoviendo este relato devastador y sórdido son "una media docena de
personas (anónimas) con información de la totalidad o parte de lo
sucedido". ¿De la totalidad o parte? ¿Cuál de las partes? ¿Como cuando
dices "sabes de algún cotilleo jugoso últimamente?"(END ITAL)
Una declaración oficial la tarde del viernes en nombre de Witt niega
cualquier vínculo entre la retirada por su parte del proceso de selección
de las becas Rhodes y el supuesto acoso. Además, cuando Witt solicitó una
investigación formal de las acusaciones, dijo que la universidad se había
negado. "No se presentó ninguna denuncia, no se tomó declaración a ninguno
de los implicados, y la petición por su parte? de una investigación formal
fue denegada porque, como fue informado, no había nada de lo que defenderse
oficialmente", según la declaración.
El New York Times desconocía al parecer estos datos, pero ¿no deberían de
haberlos conocido antes de publicar la crónica? No es sino hasta el párrafo
undécimo que el lector llega a descubrir a la media docena de fuentes
anónimas. No es hasta el párrafo decimocuarto que el Times sí nos dice que
"muchos aspectos de la situación siguen siendo desconocidos, incluyendo
parte de los detalles de las acusaciones contra Witt; cómo respondió a las
acusaciones; cómo se le dieron curso; y si las autoridades de Yale a cargo
de la selección de solicitudes de las becas Rhodes -- incluyendo a Richard
C. Levin, presidente de la universidad que firmaba la carta de
recomendación de Witt -- tuvieron noticia de la queja".
Traducción: no sabemos nada de nada, pero de todas formas vamos a ir a por
este tío.
Sin ningún dato objetivo, habría sido facilísimo llegar a la conclusión de
que Witt retiró la solicitud de su beca Rhodes por ser culpable de algo,
como insinuaba el Times. Pero esto habría supuesto dar por sentado algo
apoyado en una acusación difundida por acusadores anónimos. No hay mucha
más tela que cortar aquí, aparte de la roja, metafóricamente hablando, la
que saca a la calle a multitudes en busca de sus antorchas.
También habría sido posible que Witt quisiera evitar el inevitable
expediente y la humillación. Que la acusación de "acoso sexual", con
independencia de lo que constituya eso, llegue a estar fundamentada alguna
vez es irrelevante de cara al ataque inmediato y sustancial sin fundamento
a la imagen de Witt.
A estas alturas los lectores habrán hecho la inevitable relación con el
infame caso del jugador de lacrosse de la Universidad de Duke y la prisa de
los medios de comunicación por emitir juicios cuando tres jóvenes blancos
fueron acusados de violar a una bailarina erótica negra contratada para
actuar en la fiesta del equipo. Los tres compañeros de equipo fueron
exonerados de la acusación eventualmente, pero no antes de que sus vidas
hubieran sido arruinadas por un fiscal impaciente por salir reelegido y una
comunidad inclinada a creer lo peor de los chavales.
¿Alguien sabe al menos lo que constituye "acoso" según se utiliza en este
caso? La definición de acoso puede oscilar desde "maniobras sexuales no
solicitadas" a la violación que la mayoría entiende. Mientras estemos
sacando deducciones apoyadas en acusaciones vertidas de forma anónima,
inquisición con otro nombre, igual podemos llegar a la conclusión de que no
hubo ninguna violación en este caso. La acusadora dio parte primero de lo
que quiera que sucediera al "Centro de Educación y Respuesta a los Ataques
y el Acoso Sexual" del centro, instancia que suena a Politburó, presentando
más tarde una denuncia oficiosa al "Comité de Conducta Sexual de la
Universidad". ¿Y por qué no llamarlo simplemente "Instituto Torquemada"?
Si la joven está convencida de haber sido acosada, sería de esperar que
reciba la ayuda que precisa. Esto no es ninguna disculpa de comportamientos
reprobables -- y no es ninguna condena a la acusadora de Witt. Es una
súplica en defensa del respeto a la ley en favor de Witt y los que son
acusados de forma comparable. Por encima de la interpretación de la
presunción de inocencia de todo hijo de vecino, Witt ha sido declarado
culpable de forma injusta por unos acusadores sin nombre y una prensa
cómplice.
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