La muerte silenciosa es una bendición. La muerte natural, "ley de
vida". La muerte súbita o no esperada, un desgarro. Pero hay otra
muerte, una que te sacude días, meses, años. Que lacerante, te destruye
cada segundo, cada minuto, cada hora de tu vida. Porque no es tu vida la
que se fué, aunque tantas y tantas veces lo desearas. Porque resucitas,
te levantas cada mañana, y pese a que incontables veces ese nudo en la
garganta, ese puñal en el estómago, ese llano contenido te nuble la
vista, tienes que seguir, no hay otra. Y sigues, continuas, porque la
vida que se va es de quien tu más quieres, y te necesita.Y una mañana, y
otra tarde y regresa la noche. Y una sola palabra suya bastará para
sanarte.
Basta para que se olvide todo el dolor, toda la angustia. Pero
el dolor, la angustia, la agonía te van empapando, porque como el sol,
tienen recuerdo. Ese maldito recuerdo que para tu desgracia está
vívido. Porque quien tanto quieres, en ocasiones, o siempre, no reconoce
tus manos. Pero tu si sabes quien es. Y te gustaría estallar y te
maldices, y a veces, caen sobre ti pensamientos terribles. Pero te
asaltan, son maldadamente insistentes. Pero también te sobrepones a eso.
Sin que tu lo entiendas. Y no es otra cosa que esa impotencia que hace
que la mente delire, cuando ves en sus pupilas extrañeza.
Pero otra
palabra, otro recuerdo y todas tus penas y lamentos sordos se
desvanecen. Y sigues con el duelo, ese duelo implacable que no indemniza
y ese tiempo que no devuelve. Y los demás creen, que lástima, que todo
termina con la muerte física de por quien hubiéses dado tu vida, por un
día, una mañana de conocimiento. Porque ellos no saben que tu has muerto
cada día de una secuencia eterna. Y cuando el duelo de los que no
comprenden termina, el tuyo no hace sino comenzar. Porque el luto es
doble. Porque ahora eres tu quien pide olvido, y lo que antes fuera
muerte y ahora bendición, no llega. Y no hay nada ni nadie que pueda
aliviarte, que te devuelva la vida que se marchó y la que has dejado,
tanta y tanta devastación. Y solo esperas que esa maldición no caiga
sobre quienes aún quieres, si tienes alguien a quien querer; sobre quien
aún te quiere, si eres afortunado, y pese a todo, aún te quiere
alguien; porque esta enfermedad destruye entornos, labores y haciendas. Y
nunca olvides pedir auxilio, porque de lo contario, solo verás
oscuridad o no verás nada, yerto.
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