A pesar de un desastroso inicio de partido de los de Oscar
Quintana que les llevó a acabar el primer cuarto con una desventaja de 16
puntos, el UCAM Murcia logró su sexta victoria consecutiva en casa y, además de
igualar su record absoluto en dicha faceta, se acerca a la salvación gracias a
la casta y la confianza de todos los miembros de su plantilla. Unicaja demostró
el porqué de su crítica dinámica negativa que ya se extiende a 16 derrotas en
los últimos 18 partidos.
A pesar del buen ambiente que se respiraba en las gradas del
Palacio de los Deportes de Murcia, los locales entraron muy fríos al partido,
timoratos en defensa y con una mala selección de tiro. Dos de las referencias
ofensivas en jornadas anteriores como Udoka y Douby estuvieron muy desdibujados
en esos minutos y el rendimiento del equipo se resintió muy sensiblemente.
Además, en ese primer cuarto Augustine apenas pudo entrar en juego por la
deficiente circulación de balón de sus compañeros.
Mientras tanto, los de Luís Casimiro hacían mucho daño en la
pintura de la mano de Freeland y Zoric, bien secundados en el exterior por
Devries, muy acertado a lo largo de todo el partido desde más allá de la línea
de 6,75. De hecho, fue el gran acierto de los andaluces en el tiro exterior lo
que provocó que UCAM Murcia tuviese que abrir su defensa, permitiendo mayor
libertad a los interiores. Todas estas circunstancias hicieron que el primer
cuarto finalizase con una contundente ventaja malagueña de 16 puntos (11-27).
Tenía el UCAM Murcia, por lo tanto, un difícil reto por
delante: remontar 16 puntos en 30 minutos. A pesar de que neutralizar una
diferencia así requiere de mucha paciencia, los chicos de Oscar Quintana salieron
en el segundo cuarto con una ambición desmesurada por arreglar el desaguisado
causado en los 10 primeros minutos, y en gran medida lo lograron. David Barlow
y Jasen (alguien con el que pocos contaban) revitalizaron el juego de su equipo
y aportaron un plus en intensidad defensiva que permitió al UCAM Murcia lograr
un parcial de 17-2 que dejaba la ventaja de Unicaja en 4 puntos. El equipo de
Málaga estuvo completamente a la deriva durante esos minutos en el apartado
ofensivo, encomendándose a tiros lejanos y situaciones de 1x1 poco claras. A
pesar de ello lograron mantener esa ventaja de 4 puntos al descanso (36-40), a
pesar de que el escenario del partido había cambiado por completo.
En la reanudación del partido la tendencia siguió siendo la
misma y no pasó mucho tiempo hasta que los murcianos lograron culminar la
remontada de la mano de un Augustine que, a partir de ese momento y hasta el
final del partido, estuvo colosal e imparable. Su buena lectura del bloqueo y
continuación, unida a la pasividad defensiva de Unicaja, le permitió sacar
muchas situaciones de tiro cómodo bajo el aro. Por más que Luís Casmiro
intentara paliar el destrozo que el americano estaba provocando en la pintura,
no hubo manera de detener al jugador más valorado de los murcianos. Cuando peor
pintaban las cosas para los malagueños Valters tomó las riendas ofensivas de
los suyos y su gran acierto en el tiro a larga y media distancia permitió a
Unicaja finalizar el tercer cuarto con una escueta ventaja de 2 puntos (56-58).
Pero un jugador no tiene nada que hacer si enfrente tiene a
todo un equipo entregado con toda la dedicación posible a un objetivo. Andrés
Miso, que hasta ese momento había estado casi inédito, fue el jugador que
terminó de consolidar la gesta murciana con 5 puntos consecutivos que estiraba
la ventaja murciana hasta los 7 tantos de diferencia (70-63). A pesar de que
Unicaja lo siguió intentando y se volvió a acercar en el marcador, los locales
ya no dejarían escapar su renta para acabar sumando un triunfo más (el tercero
consecutivo) ante un público completamente entregado y convencido de que la
salvación está en sus manos y no se puede escapar. Al final, 85-76.
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