| FICHA TÉCNICA | 85- Real Madrid: Llull (6), Pocius (4), Suárez (7), Mirotic (4) y Tomic (13) -quinteto titular- Reyes (15), Singler (9), Carroll (26), Velickovic (0), Begic (-), Jorge Sanz (-) y Sergio Rodríguez (2).
80 - Estudiantes: Granger (13), Lofton (8), Jiménez (8), Kirksay (10) y Germán Gabriel (26)-quinteto inicial- Jaime Fernández (-), Deane (2), Simmons (-), De la Fuente (4), Nogueira (-) y Clark (9).
Parciales: 9-24, 23-15, 26-20, 27-21.
Árbitros: Redondo, Araña y Cortés.
Incidencias: Trigésima jornada correspondiente a la Liga Endesa, disputado en el Palacio de los Deportes (Madrid) ante 7.231 espectadores. |
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El baloncesto tiene un problema: debe ganar un equipo. Porque, de
lo contrario, tanto Real Madrid como Estudiantes merecieron sumar el triunfo en
un fantástico derbi. Fue una oda al baloncesto. Hubo de todo. Y lógicamente un
héroe. Esta interpretación recayó en Carroll. El estadounidense, que
reaparecía, firmó una memorable actuación con 26 puntos, muchos de ellos en los
momentos más decisivos del derbi. Otros protagonistas fueron Germán Gabriel (26
puntos) y Felipe Reyes (15), pero nadie estuvo como Carroll. Es el rey de
Madrid.
Siempre que hay necesidad florecen esas cualidades óptimas que
todo grupo posee en su interior, hasta entonces ocultas. No hay más remedio
cuando acecha un descenso. O se gana o se gana. Estudiantes vive en esta atmósfera,
donde, cada vez, es más complicado moverse. Ellos, sin embargo, han encontrado
un aliciente mayúsculo para exponer su mejor baloncesto. Conectan con fluidez
en ataque, buscan al mejor tirador y defienden en colectivo con defensas
alternas. Nadie diría que están en una situación tan crítica. Su primer cuarto
fue una oda al baloncesto. O quizá más porque enfrente estaba el Real Madrid.
No había un adversario cualquiera; estaba el segundo clasificado y campeón de
Copa del Rey.
En esos diez minutos, Estudiantes avasalló al Real Madrid. Lo hizo
en ataque, donde le endosó 24 puntos (con un parcial de 0-16); y lo hizo en
defensa, donde sólo permitió 6 puntos, cifra inaudita cuando el Real Madrid juega
en su feudo. Pero éstos no encontraron fórmulas para superar a esas defensas
tan seguras de Estudiantes. Los porcentajes blancos apenas superaban el 20%;
los colegiales, acertaban más de la mitad de sus canastas. La mayoría en
penetraciones desde el exterior (Lofton y Granger, especialistas) y cuando no
se podía, al exterior, para Germán Gabriel. La superioridad era manifiesta:
6-24. No sólo en estos guarismos. La actitud tampoco tenía comparación posible.
Estudiantes se jugaba algo; el Real Madrid, estaba de paseo.
Tan complicado se había puesto el encuentro que el Real Madrid
recurrió a Carroll. El estadounidense, de vuelta tras sus problemas de salud,
entonó al cuadro de Laso con 8 puntos consecutivos, y que acompañados de una
mejor defensa, acercaron algo esas diferencias: 19-30 (a 5:30, descanso). Esta
recuperación fue en aumento, y había síntomas: más garra en defensa
(Estudiantes se perdió hasta en 6 ataques, algunos consecutivos), más velocidad
con Sergio Rodríguez, más puntería (exceptuando el triple) y más equidad en los
rebotes (de un 5-14 se pasó a un 17-20). Estudiantes seguía correcto, pero ya
encontraba más problemas en un Real Madrid en crecimiento y apoyado desde las
gradas. Al descanso, el Real Madrid consiguió su objetivo: menos de 10 puntos
de desventaja (32-39).
Entre Reyes y Germán Gabriel
Había derbi. Más derbi que hacía dos cuartos. Estudiantes, ganaría
o perdería, estaba haciendo sudar al Real Madrid. Le quedaba, no obstante,
superar esa orografía más sinuosa. Esa que se produce cuando el cuadro de Laso
entra en combustión. Sucedió durante el comienzo del tercer cuarto: Llull
apretó el acelerador, Tomic puso los puntos (9 consecutivos y nubló el aro a
Estudiantes en defensa) y defensivamente, el Real Madrid estaba donde suele
moverse cuando está en casa. Es decir, una barrera infranqueable debido a su
intensidad. Poco a poco, eso se notó en el marcador: del 32-39 se pasó al 48-45
con una canasta de Suárez para situar al Real Madrid, nuevamente, al frente del
marcador. El derbi se había volteado. Y seguía abierto.
Porque ni Estudiantes se desanimó ni el Real Madrid se distanció.
Intercambio de canastas con menciones especiales para Germán Gabriel -Laso no
encontró cómo frenarlo- y Carroll. Todo por decidirse en el acto final (58-59,
al final tercer cuarto), y con los árbitros reclamando también su cuota de
protagonismo con alguna que otra polémica decisión. Diez minutos de infarto,
donde cualquier error sería una condena, para unos u otros. No habría marcha
atrás. Estaba saliendo un derbi como antaño. De los que hacen afición al
baloncesto.
Punto arriba y punto abajo fueron transcurriendo los primeros seis
minutos largos del acto de desenlace. La tensión se mascaba en cada acción, en
cada balón, en cada canasta, en cada banquillo y entre el gentío. A este derbi,
sin embargo, le faltaba un héroe. Ese jugador que resolviera. Y ese
protagonismo recayó en Carroll. El estadounidense encadenó 5 puntos
consecutivos -incluyendo un triple cayéndose tras rebote de Reyes, otro gran
partido suyo- para situar una ventaja respetable: 79-73. El Palacio de los Deportes,
con buen criterio, enloqueció con su francotirador predilecto. Carroll había
decantado el derbi a favor del Real Madrid, situando, al mismo tiempo, al Estudiantes
en una situación aún más urgente.
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