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Baloncesto
Etiquetas | LIGA ENDESA / JORNADA 30

Carroll es el rey de Madrid (85-80)

Real Madrid y Estudiantes, con un excelente Germán Gabriel, firmaron un derbi antológico
Rafael Merino
domingo, 22 de abril de 2012, 12:12 h (CET)
FICHA TÉCNICA
85- Real Madrid: Llull (6), Pocius (4), Suárez (7), Mirotic (4) y Tomic (13) -quinteto titular- Reyes (15), Singler (9), Carroll (26), Velickovic (0), Begic (-), Jorge Sanz (-) y Sergio Rodríguez (2).
80 - Estudiantes: Granger (13), Lofton (8), Jiménez (8), Kirksay (10) y Germán Gabriel (26)-quinteto inicial- Jaime Fernández (-), Deane (2), Simmons (-), De la Fuente (4), Nogueira (-) y Clark (9).
Parciales: 9-24, 23-15, 26-20, 27-21. Árbitros: Redondo, Araña y Cortés.
Incidencias: Trigésima jornada correspondiente a la Liga Endesa, disputado en el Palacio de los Deportes (Madrid) ante 7.231 espectadores.

El baloncesto tiene un problema: debe ganar un equipo. Porque, de lo contrario, tanto Real Madrid como Estudiantes merecieron sumar el triunfo en un fantástico derbi. Fue una oda al baloncesto. Hubo de todo. Y lógicamente un héroe. Esta interpretación recayó en Carroll. El estadounidense, que reaparecía, firmó una memorable actuación con 26 puntos, muchos de ellos en los momentos más decisivos del derbi. Otros protagonistas fueron Germán Gabriel (26 puntos) y Felipe Reyes (15), pero nadie estuvo como Carroll. Es el rey de Madrid.

 

Siempre que hay necesidad florecen esas cualidades óptimas que todo grupo posee en su interior, hasta entonces ocultas. No hay más remedio cuando acecha un descenso. O se gana o se gana. Estudiantes vive en esta atmósfera, donde, cada vez, es más complicado moverse. Ellos, sin embargo, han encontrado un aliciente mayúsculo para exponer su mejor baloncesto. Conectan con fluidez en ataque, buscan al mejor tirador y defienden en colectivo con defensas alternas. Nadie diría que están en una situación tan crítica. Su primer cuarto fue una oda al baloncesto. O quizá más porque enfrente estaba el Real Madrid. No había un adversario cualquiera; estaba el segundo clasificado y campeón de Copa del Rey.

 

En esos diez minutos, Estudiantes avasalló al Real Madrid. Lo hizo en ataque, donde le endosó 24 puntos (con un parcial de 0-16); y lo hizo en defensa, donde sólo permitió 6 puntos, cifra inaudita cuando el Real Madrid juega en su feudo. Pero éstos no encontraron fórmulas para superar a esas defensas tan seguras de Estudiantes. Los porcentajes blancos apenas superaban el 20%; los colegiales, acertaban más de la mitad de sus canastas. La mayoría en penetraciones desde el exterior (Lofton y Granger, especialistas) y cuando no se podía, al exterior, para Germán Gabriel. La superioridad era manifiesta: 6-24. No sólo en estos guarismos. La actitud tampoco tenía comparación posible. Estudiantes se jugaba algo; el Real Madrid, estaba de paseo.

 

Tan complicado se había puesto el encuentro que el Real Madrid recurrió a Carroll. El estadounidense, de vuelta tras sus problemas de salud, entonó al cuadro de Laso con 8 puntos consecutivos, y que acompañados de una mejor defensa, acercaron algo esas diferencias: 19-30 (a 5:30, descanso). Esta recuperación fue en aumento, y había síntomas: más garra en defensa (Estudiantes se perdió hasta en 6 ataques, algunos consecutivos), más velocidad con Sergio Rodríguez, más puntería (exceptuando el triple) y más equidad en los rebotes (de un 5-14 se pasó a un 17-20). Estudiantes seguía correcto, pero ya encontraba más problemas en un Real Madrid en crecimiento y apoyado desde las gradas. Al descanso, el Real Madrid consiguió su objetivo: menos de 10 puntos de desventaja (32-39).

 

Entre Reyes y Germán Gabriel

Había derbi. Más derbi que hacía dos cuartos. Estudiantes, ganaría o perdería, estaba haciendo sudar al Real Madrid. Le quedaba, no obstante, superar esa orografía más sinuosa. Esa que se produce cuando el cuadro de Laso entra en combustión. Sucedió durante el comienzo del tercer cuarto: Llull apretó el acelerador, Tomic puso los puntos (9 consecutivos y nubló el aro a Estudiantes en defensa) y defensivamente, el Real Madrid estaba donde suele moverse cuando está en casa. Es decir, una barrera infranqueable debido a su intensidad. Poco a poco, eso se notó en el marcador: del 32-39 se pasó al 48-45 con una canasta de Suárez para situar al Real Madrid, nuevamente, al frente del marcador. El derbi se había volteado. Y seguía abierto.

 

Porque ni Estudiantes se desanimó ni el Real Madrid se distanció. Intercambio de canastas con menciones especiales para Germán Gabriel -Laso no encontró cómo frenarlo- y Carroll. Todo por decidirse en el acto final (58-59, al final tercer cuarto), y con los árbitros reclamando también su cuota de protagonismo con alguna que otra polémica decisión. Diez minutos de infarto, donde cualquier error sería una condena, para unos u otros. No habría marcha atrás. Estaba saliendo un derbi como antaño. De los que hacen afición al baloncesto.

 

Punto arriba y punto abajo fueron transcurriendo los primeros seis minutos largos del acto de desenlace. La tensión se mascaba en cada acción, en cada balón, en cada canasta, en cada banquillo y entre el gentío. A este derbi, sin embargo, le faltaba un héroe. Ese jugador que resolviera. Y ese protagonismo recayó en Carroll. El estadounidense encadenó 5 puntos consecutivos -incluyendo un triple cayéndose tras rebote de Reyes, otro gran partido suyo- para situar una ventaja respetable: 79-73. El Palacio de los Deportes, con buen criterio, enloqueció con su francotirador predilecto. Carroll había decantado el derbi a favor del Real Madrid, situando, al mismo tiempo, al Estudiantes en una situación aún más urgente.

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