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El taurino Wert, un Mr Bean pero sin gracia

Contra el paro y la pobreza: más toros
Julio Ortega Fraile
domingo, 24 de junio de 2012, 22:00 h (CET)
Se puede ser majadero. También es posible ser majadero y despiadado. E incluso cabe ser majadero, despiadado y ministro. En José Ignacio Wert se obra el milagro de la Santísima Trinidad pero en versión casposa: este hombre es Uno y Trino a la vez. Si en el caso de la Iglesia Cristina El Padre es increado e inengendrado, El Hijo no es creado sino engendrado eternamente por El Padre, y El Espíritu Santo no es creado ni engendrado sino que procede eternamente del Padre y del Hijo, podemos decir que con Wert el botarate fue engendrado (sus necedades son como rellenar un tomo), el desalmado procede probablemente de la formación y estímulos recibidos, y el ministro fue creado por un Rajoy que se tiene que estar comiendo los nudillos cada vez que este sujeto abre la boquita o firma una decisión ministerial.

El hombre, como poseído por Jason un viernes 13, se lía a machetazos con los presupuestos de educación y cultura, pero luego se piensa la reencarnación de Lorenzo de Medicis con los taurinos y lo mismo les concede y entrega personalmente un premio, que crea una Comisión para la protección de la Tauromaquia. Si se analiza su comportamiento en un País en el que la pobreza ha dejado de ser el argumento ajeno y lejano de un programa de Documentos TV, y en el que las corridas de toros por caras, por violentas y por atentar contra la ética, la inteligencia y la sensibilidad, se han convertido en una lacra a eliminar para la mayor parte de los ciudadanos, la conclusión es que a este individuo el Movimiento Abolicionista le tenía que otorgar la Medalla al Activista Destacado.

Podría inspirarme hasta ternura como Mr. Bean, y no me he vuelto loco. Al igual que él es egoísta, cínico, resentido y un memo cum laude, la diferencia es que el inglés es un personaje de ficción creíble gracias a las dotes interpretativas de Rowan Atkinson, pero Wert no actúa, sus limitaciones y aberraciones son consustanciales a su persona y tan reales como la demanda de empleo del INEM de muchos profesores, o como las hemorragias de los toros en las plazas. Así que en vez de hacerme gracia me provoca profundas arcadas, pero he de reconocer que su aportación a la erradicación de la tauromaquia está siendo como para desear que de momento no pierda la cartera ministerial. No le tengo cariño a él, pero sí a su gestión en asuntos taurinos.

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