Corren rumores, arrolladores como torrentes desbocados, de que a los funcionarios les van a suprimir la paga extraordinaria de navidad. Otro sacrificio más a las espaldas de los que desde siempre, con cualquier gobierno, con cualquier régimen, cargan con todos los problemas económicos del Estado. Qué fácil es reducirles el sueldo, qué socorrido, manido y trillado recurso.
Son culpables, no producen beneficios ni crean riqueza. Culpables. Culpables además de salir a las doce a tomar un café. Culpables además de no estar nunca en su puesto de trabajo. Culpables de leer el periódico en horas laborales. Qué fácil es culparles, qué socorrido, manido y trillado recurso. Lean sin duda los lectores las protestas que otros más amargados van a dejar en este blog. La primera afición de España no es el fútbol, sino criticar a los funcionarios. Con lo facilito que debe ser sacar unas oposiciones, con la vida descansada de los funcionarios, con la nula responsabilidad que tienen, con la jubilación rápida y generosa de la que gozan. Qué envidia… la de tantos funcionarios frustrados.
España no funciona no porque los trasportistas trabajen mal, no porque los albañiles no sepan su oficio, no porque los patronos estafen a sus empleados, no porque los políticos sean incompetentes, no porque los guardias de tráfico dirijan mal la circulación. No, por los funcionarios, oiga. Son muchos, seguramente tienen ellos la culpa de serlo, y viven bien.
Y como culpables que son de las siete plagas de Egipto van a ver reducido su salario. Una vez más. Qué fácil es reducirles el salario, qué socorrido, manido y trillado recurso. Sigue habiendo autonomías con embajaditas en el extranjero, pero castigamos a los funcionarios; sigue habiendo televisiones públicas con pérdidas, pero castigamos a los funcionarios; sigue habiendo subvenciones a la prensa, especialmente si es en el idioma local, pero castigamos a los funcionarios; sigue habiendo subvenciones (¡última hora!) a quien se saque el carnet de conducir en vasco, pero castigamos a los funcionarios; sigue habiendo inflación de aeropuertitos locales, pero castigamos a los funcionarios; sigue habiendo cuatrocientos mil políticos, diecisiete autonomías, cincuenta diputaciones, ocho mil ayuntamientos, mancomunidades y miles de patronatos municipales o provinciales, pero castigamos a los funcionarios; sigue habiendo innecesarios traductores en el senado pero castigamos a los funcionarios.
De todo esto el gobierno no quiere saber nada: nada se ha avanzado en la remodelación del Estado, nada se ha avanzado en el combate contra la corrupción, nada se ha avanzado contra los consejeros que hundieron las Cajas de Ahorros, sean profesionales, políticos o sindicalistas. Nada se ha hecho contra las indemnizaciones multimillonarias a quienes con su incompetencia o mala voluntad se beneficiaron de la relajación de quien debía controlar sus excesos. Nada se ha hecho contra los partidos políticos que dejan deudas gigantescas en la banca y que también han contribuido a la desesperante situación actual. Nada, nada, contra los funcionarios, que es más fácil. De cobardes, pero mucho más fácil.
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