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DO11 || Siete de agosto, ¡¡siete medallas!! | ||||
Un día que vale por catorce. Marina Alabau, primer oro | ||||
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Alabau y Noya cambian el rumbo ¡Ya tenemos el oro! Deportivamente, se entiende. No podía ser otra. Marina es el nombre que aglutina lo que están siendo los Juegos para España. De mujer y relacionado con el agua. Alabau se ha marcado una competición sin fallos, demostrando su superioridad desde el arranque, monopolizando el RS-X desde la primera regata. Ha sido una victoria que no por esperada ha sabido peor, y que ratifica la supremacía absoluta de la vela española en nuestro palmarés olímpico. Dieciocho medallas (doce de ellas de oro) y capaces de dar el tipo hasta cuando las cosas se presentan torcidas. Por cierto, esta modalidad (que viene a ser el windsurf pero en Juegos) es la misma a la que la Federación de nuestro país condenó a desaparecer en Río tras su voto a favor del kitesurf en la reunión internacional de vela el pasado mayo. Doble mixto de tenis desaparecido y guillotina a la modalidad que nos da la primera dorada. Somos unos auténticos hachas. Antes de Marina, este mágico día ya había parido la primera alegría del martes. ¡Por fin Javi! ¡Por fin medalla! Gómez Noya se coló entre los hermanos Brownlee para quitarse el espinón olímpico y rentabilizar años y años de tozudez en busca del éxito en unos Juegos . Es el primer metal de España en triatlón de toda su historia, en el deporte de las máquinas, de los yo valgo para todo y me dejo el alma en tres disciplinas diferentes. Javi apuró en el agua (¡cómo no!), se mantuvo con el grupo líder en bici y resistió el emparedado inglés corriendo. Jonathan, el pequeño de la saga local, dejó vía libre en los últimos kilómetros a Alistair y Javier en su lucha por el oro. El de Yorkshire, siempre en cabeza, marcó un ritmo imposible de seguir en los últimos kilómetros y consiguió la gloria en casa. No les devolvimos la del europeo de Pontevedra en 2011, pero nos vale de todas formas. O nada o todo. Así nos gusta hacer las cosas por debajo de los Pirineos. Sin apenas tiempo para asimilar los éxitos (uno se acostumbra rápido a la sequía) salimos a toda prisa para el Aquatics Centre, donde estaba firmado que nos llegaría la sexta. Dejamos a medio camino a las chicas de balonmano, pero con la sensación, luego confirmada, de que teníamos guerreras en semifinales. ¡Bravísimas! En la piscina olímpica, medio cubierta por una lona y sin carril alguno, desfilaron una a una las parejas de natación sincronizada. Eran las doce mejores del planeta, pero incluso en un trabajo tan perfeccionado como las coreografías de sincronizada, las diferencias entre las participantes son evidentes. Nos asustó la magnífica interpretación de las chinas, las grandes rivales de cara a la plata, en un ejercicio muy dinámico y contundente, sin espacio para el aburrimiento. Rusia se desmarcó enseguida con otra puntuación de escándalo. Son técnicamente perfectas, pero sigo sin aceptar de buen grado aquellos deportes que basan sus resultados en el subjetivo ojo humano. Primeras sí, pero dos puntos de diferencia parecen exagerados. Sobre todo después de abrir los ojos como vajillas con el tango de Ona y Andrea. Soberbias. Con fuerza sobrehumana, abrazando la música sin titubeos, marcando cada gesto con claridad y obligando a la grada a usar las palmas desde el primer segundo. Es un orgullo poder presumir de estrellas en la sincro, y el 96.900 final las puso donde su genio merece. En equipos la lucha será parecida, pero esta medalla tiene que ser un revulsivo para poder aspirar a (casi) todo. Empacho de equipos el miércoles Con los ojos en el suelo acabamos en el Waterpolo Arena para ver las chicas de Miki Oca haciendo de las suyas. ¡¡Final en su debut!! No nos merecemos las joyas que se nos entregan en deportes tan poco valorados para el tipo de sociedad que promocionamos. Nos lo decía Estiarte en las 2+12, y lo cierto es que tumbar a Hungría, con todo lo que este deporte mueve por aquellas tierras, roza el milagro. Inicio demoledor y final con pequeños apuros, pero sin grandes situaciones de riesgo. 10-9 y a por el oro frente a Estados Unidos. Finalmente, por poner la nota gris en un día de luces, comentar el polémico empate de los chicos de hockey frente a Gran Bretaña. Se acabó el sueño por entrar en el podio en una competición que no les ha dejado ni un partido sin malas noticias.
Pero los baches hay que saltarlos rápidamente, y en el horizonte ya está David Cal, en su reto de ser el Phelps español, y el prometedor dúo de taekwondo Yagüe - Joel. ¿Dos oros mañana? ¿Por qué no? Al menos diversión no va a faltar. Cuartos de baloncesto y balonmano (ambos ante Francia) y misma ronda en waterpolo (ante Montenegro). Vayan acumulando pantallas de ordenador a su lado, porque los horarios coinciden con una perfección maestra. ¿Y si esto pasara todos los días? En medio de este popurrí olímpico, tuvimos tiempo para visitar el velódromo en su último día de competición. Un espectáculo impresionante, una grada encendida y unas carreras divertidísimas para el espectador. En tres finales, Gran Bretaña se rascó dos oros y una plata, destacando el sexto dorado de Chris Hoy, el deportista británico más laureado. Fue todo en un visto y no visto, como si alguien se dejara pulsado el botón de cámara rápida. No pude menos que echar un suspiro y mirada al cielo pensando en casa. Me encantan nuestros equipos, nos hacen vibrar y nos regalan tardes de alegría 100% auténtica. Pero para ser grandes en los cinco aros hace falta más inversión en otro tipo de competiciones donde un oro no necesite de dos semanas de trabajo. Llevarnos tres de una tacada como los italianos en esgrima. Algo que reduzca la agonía del triunfo. Abrir un poco más la mente, y el bolsillo, para que tres metales en un día no sea un hecho aislado. |
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