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Cuando los muertos parecen sonámbulos

Vida Universal
miércoles, 1 de noviembre de 2017, 08:37 h (CET)
De lo relatado por personas que tuvieron una experiencia cercana a la muerte sabemos que la película que transcurre durante el fallecimiento, no es sólo un pasar revista a las situaciones vividas por el individuo durante su vida, sino que también se desarrolla una especie de sentimientos relacionados con las vivencias. Por ejemplo una persona que pasó por un trance tal relató lo siguiente: «Cada acontecimiento iba acompañado por un conocimiento sobre el bien y el mal, junto con el aceptar consciente de las consecuencias que cada comportamiento mío pudo tener. Hay personas que cuentan que durante su experiencia cercana a la muerte sintieron muy claramente y vieron en sí mismos qué repercusiones tuvieron cada uno de sus actos, de sus pensamientos y de sus sentimientos durante su vida, no sólo sobre sí mismos, sino también sobre las personas a las que ellos dirigieron esos pensamientos».

En resumen se puede decir que la persona que está teniendo una experiencia cercana a la muerte, está tomando conciencia de toda esa red de dependencias internas entre sus allegados, también cómo afectó a otras personas su forma de actuar y lo que produjo en ellas. Y que todo regresa de nuevo a quien lo emitió es algo que se les hace consciente a muchas personas.

A través de la manifestación dada en la actualidad a través de Gabriele de Würzburg (Alemania) sabemos que también puede ser que el alma pase al más allá de forma muy sonámbula, es decir que no sepa en absoluto que ha muerto. Esto sucede frecuentemente en el caso de los muertos por accidente, es decir cuando la muerte sobreviene muy de improviso, ya que la persona afectada en muchos casos no es consciente de que su estado actual ahora es el Más allá. En estos casos no se visiona la película de la vida que pasa momentos antes de fallecer. En el libro de la Editorial Gabriele titulado «Cada cual muere por sí mismo» leemos lo siguiente al respecto: «Si un alma fue expulsada de su cuerpo de forma brusca, por ejemplo en un accidente de tráfico, o si el cuerpo fue destrozado en la guerra por una explosión, o si por ejemplo a la persona se le mató por la espalda, en estos casos el alma a menudo no sabe dónde está ni qué ha pasado con ella. Muchas de estas alma se siguen sintiendo como seres humanos hasta que poco a poco se van dando cuenta de que ya no son seres humanos, pues ya no reciben ninguna respuesta a preguntas que hacen a otras personas, puesto que éstas ni siquiera las perciben»

A través de la manifestación dada a través de Gabriele sabemos que en los mundos del Más allá hay seres protectores que ayudan a esas almas en esos momentos de confusión. Son los ángeles protectores, seres espirituales que realmente rodean al alma del muerto e intentan ayudarle. Sólo que no siempre la ayuda es aceptada, pues el espíritu protector intenta instruir al alma del muerto pero ésta no lo acepta. También se da el caso contrario: cuando un alma es algo más luminosa, es decir cuando la consciencia está más desarrollada, entonces el espíritu protector puede realmente ayudar y guiar.

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La vida, sobre todo cuando se dilata por el transcurso de los años, te somete a momentos en las que tienes que hacer de tripas corazón, asumirlos con dignidad o rendirte. También con una buena dosis de dignidad. El encuentro con las diversas situaciones de tu vida van deteriorando tu capacidad de encaje, entonces te llega el momento en que te planteas si vale la pena seguir luchando o dejarte llevar por la corriente que te rodea y vivir en paz el presente. Pero sin futuro.

En un tiempo donde lo que se aparenta muchas veces vale más que lo que se es, hay quienes han hecho del estatus su escudo, del apellido su bandera y del dinero un pedestal desde el que miran al resto, como si el mundo fuese un teatro de castas en el que ellos, por supuesto, ocupan siempre el primer plano. Es el culto a la vanidad, esa enfermedad silenciosa del alma que disfraza la humildad de altivez.

He de aclarar que, si alguna vez alguien me quiere envenenar, que no lo intente con una manzana. Prefiero el bizcocho de chocolate o las chocolatinas de menta, tal vez un trozo de pizza de pepperoni o unas sabrosas cigalas, pero una manzana, lo que se dice una manzana… no.

 
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