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Reprogramar nuestra mente

Ahora mismo estás tomando decisiones que ni tú mismo/a sabes que estás tomando, y de las que pronto serás consciente
César Piqueras
jueves, 30 de noviembre de 2017, 08:19 h (CET)
Dependemos de muchos factores para ser felices y conseguir los resultados que deseamos en la vida. Algunas personas se dan cuenta de que no van por el camino adecuado, y se preguntan si podemos reprogramar nuestra mente. No es tarea fácil, pero merece la pena iniciar el camino.

Claves para reprogramar la mente
LO DIFÍCIL ES ENTENDERLA

Lo primero de lo que vale la pena hablar es de la dificultad que supone comprender nuestra mente, nuestra forma de actuar, reaccionar y de sentir no es tarea fácil, ni tan siquiera para los más prestigiosos neuropsicólogos y expertos en el terreno.

Si tenemos 60.000 pensamientos al día, ¿cuál es más importante?, ¿sabemos eliminar el grano de la paja?, ¿a qué se deben y de qué dependen tantos pensamientos?, ¿podríamos pensar menos?, ¿sería saludable hacerlo?

La cuestión es que tu mente es algo así como una tormenta con mucho aparato eléctrico, algo en explosión y lleno de rayos y descargas eléctricas de un lado hacia el otro, caótica y llena de cosas que parecen no tener mucho sentido, o para las que hasta el momento no se les ha encontrado mucho sentido.

También está la mente consciente, esa parte de la que sí tomas conciencia, de la que sí te haces más responsable, porque muchas veces decides tú entrar en ella o pensar en algo deliberadamente. Hay un alto porcentaje de la mente que es subconsciente, quizás ese porcentaje llegue al 90% de toda nuestra capacidad. La mayoría de lo que ocurre dentro de ti está cubierto por una gruesa capa de inconsciencia.

Parece surrealista pero es así. La mente es tan compleja que no hemos llegado a entender ni tan sólo un 10% de la misma.

Sea consciente o subconsciente, en tu mente y en la mía, hay un caos tremendo. Especialmente cuando pasamos media vida mirando pantallas y haciendo planes sobre el futuro.

ANTES QUE REPROGRAMARNOS, DETENGÁMONOS
Quizás para reprogramar nuestra mentalidad, no podamos actuar de buenas a primeras, ni de forma tajante, no tendría sentido. Pero sí podemos empezar por bajar el ritmo y detener un poco el torrente constante de pensamientos.

Simplemente si conseguimos bajar el ritmo, hacemos que exista algo más de paz, de tranquilidad, y por tanto de capacidad de darnos cuenta y de tomar buenas decisiones dentro de nosotros mismos/as.

No es fácil detener el ritmo al que cada uno nos vemos sometidos (sometidos no es la mejor palabra, mejor diría “el ritmo al que cada cual decidimos ir”), pero merece la pena intentarlo con todas nuestras fuerzas, pues lo contrario es una vida con el piloto automático, en la que no tienes la sensación de estar caminando hacia el lugar que deseas.

Entonces sientes que estás siendo dirigido en una dirección que no has tomado tú, en un barco del que no eres el/la capitán.

Parar la mente nos invita a tomar el control de ese barco. Puedes parar la mente:

Meditando
Haciendo pausas durante el día para tomar conciencia de lo que piensas y haces.
Desconectando cuando hay que desconectar (hay quien no lo logra).
Comiendo más conscientemente.
Mirando menos la pantalla de tu smartphone.
Visitando un monasterio…
Visitando la naturaleza…

Si te detienes lo suficiente, aprenderás a escuchar tus pensamientos, antes incluso de que tengan un impacto significativo en ti y te hagan tomar malas decisiones o provoquen una sensación de malestar. Por este motivo, recomiendo parar. A todos/as nos hace mucha falta.

EMPIEZA POR PEQUEÑOS HÁBITOS
La clave para “reprogramarnos” nunca es un acto heroíco, valiente, decidido y radical.

La realidad nos demuestra que son mejores los pequeños cambios sostenidos en el tiempo que tratar de hacer un “gran cambio”.

Construir pequeños hábitos que nos ayuden a mejorar nuestra forma de afrontar algo, ya es una forma de reprogramar nuestra mente. Al igual que para perder peso es mejor empezar dejar de tomar azúcar cada vez que tomas un café, para cambiar nuestra forma de pensar, es mejor empezar por un pequeño gesto.

Por ejemplo, imagina algo que te molesta y que te hace “perder el control”. Todos tenemos este tipo de situaciones que nos hacen sentirnos sin recursos, provocadas por un secuestro de tu capacidad de pensar. Ante una situación de este tipo, con que tan sólo aprenda a identificar que estoy perdiendo el control ya es un pequeño paso. Quizás más adelante, conseguiré no sólo la identificación de la situación, sino también la elección de una mejor respuesta.

SIGUE CAMINANDO DÍA TRAS DÍA
En esta reprogramación de nosotros mismos, lo importante es caminar poco a poco, a ritmo constante. Las semanas pasan, los meses pasan, y los años provocan cambios reales, importantes y significativos en nuestra forma de actuar.

Nunca se alcanza la excelencia, pero sí podemos caminar día tras día hacia ella, acercándonos un poco más. Lo paradójico es que nunca llegaremos allí, pero es el mismo camino el que nos hace mejorar.

Las mejores cosas de la vida son un camino, no un destino: la felicidad, el amor, tener una actitud excelente.

Se puede reprogramar nuestra mentalidad, la programación neuro-lingüística nos habla de ello, y en base a una serie de herramientas, técnicas y métodos, conseguimos grandes cambios personales que evidencian un cambio en nuestra neurología, en nuestra forma de afrontar algo, o sentir algo. La programación neuro-lingüística funciona básicamente por la autosugestión, pero funciona, y eso es lo más importante.

Potenciar el uso del diálogo interno como herramienta para mejorar, anclarnos a sensaciones positivas aunque vivamos experiencias negativas, “viajar” a nuestro pasado para cambiar la experiencia que tuvimos y vivir el presente con más plenitud, construir un presente con más capacidades y más recursos. Todo esto se puede hacer, y no es cosa de magia. Me he formado como Practitioner, Máster y Trainer y en cada ocasión he aprendido algo nuevo sobre cómo afrontar casi todas las situaciones de mi vida.

No sé si sabes quién eres, pero de lo que estoy seguro es que hay una mejor versión de ti esperándote. Sólo tienes que querer ir a buscarla.

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