Seguramente hoy te estarás preguntando si vale la pena que te hagas propósitos en la noche de fin de año, como lo has venido haciendo año tras año.
Pues la respuesta es sí, parece ser que el trazarse propósitos de año nuevo sí funcionan siempre y cuando cumplan una serie de criterios, resultados a los que ha llegado el Doctor John Norcross de la Universidad de New Jersey describiendo los procesos de cambio que se ponen en marcha cuando nos trazamos propósitos y por qué funcionan algunos y otros no.
Lo primero que debemos de plantearnos es que los propósitos más socorridos en estas fechas, cuando pasamos página al año son: la perdida de peso, el hacer ejercicio físico y el abandonar el tabaco.
Es curioso observar que los resultados de estas investigaciones realizadas en la universidad de New Jersey, nos plantean como el éxito en dichos propósitos no se basa tanto en trazarnos grandes metas, ni en centrar todos los esfuerzos en elementos de corte motivacionales o el autocontrol como elemento de gestión y control personal.
Lo resultados apuntan a que las personas que no abandonan los propósitos de fin de año son aquellos que suelen plantearse pequeños objetivos y pequeñas metas antes que en grandes metas; en hacer las cosas más fáciles antes que una gran motivación; en monitorización personal antes que en el autocontrol.
Debemos de entender que nuestra actitud, nuestra motivación no son estáticas sino que oscilan, por ejemplo una persona que quiere adelgazar y no lo consigue, eso no va a significar que no tiene voluntad, ni que no mantenga su actitud positiva para conseguir su meta, sino que en ocasiones las metas se dilatan en el tiempo ya que los objetivos son demasiado elevados, lo que hace que la persona entienda que es incapaz de conseguir dicha meta ya que incluso empieza a fallar la motivación y la sensación de que es capaz de controlar la situación que le lleve a conseguir dicho objetivo.
Como ves no se trata de llevar a cabo una lucha que nos desgaste y que nos traslade de forma radical y agresiva contra esa situación que entendemos que somos incapaces de gestionar. Más bien, lo importante es disminuir en lo posible el impacto negativo de la esa sensación que nos produce el entender que no controlamos o llevamos el control sobre esa situación que entendemos que no podemos cambiar o transformar.
Por lo tanto como ves debemos de trazarnos objetivos pequeños, que podamos abordar, por ejemplo si quiero empezar a hacer deporte, la solución no está en empezar en el gimnasio e ir cinco días a la semana, sino más bien al igual es ir poco a poco, entendiendo que lleva un proceso de adaptación. Por ejemplo si quieres adelgazar quizás lo importante es que cambies el comerte un paquete de palomitas grandes por uno más pequeño antes que experimentar la sensación de frustración que nos producen los cambios radicales.
En conclusión, lo ideal es que los propósitos de fin de año respondan a pequeños objetivos que eviten que nuestra actitud positiva decaiga y que creamos que hayamos perdido el control de la situación. Sino más bien que nos empoderen pues la experimentamos como situación transformadora y positiva.
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