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Etiquetas | Cristianismo originario | Navidad

Reflexiones de Navidad para un buen año nuevo

​La Navidad es la fiesta del amor
Vida Universal
lunes, 1 de enero de 2018, 15:24 h (CET)

La Navidad es la fiesta del amor. El Hijo de Dios se hizo hombre para traernos el amor de nuestro Padre eterno, que Él nos anunció siendo hombre y según el cual vivió. En todo el mundo no hay nada que ennoblezca tanto el carácter de una persona, que armonice su ser y que llene su ánimo de pacifismo que el amor eterno y cósmico que viene de Dios. Las personas que se entregan al amor de Dios regalan alegría altruista a sus semejantes, porque ellos dan de forma altruista sin esperar agradecimiento o reconocimiento.



La Navidad es también la fiesta del dar. Quien quiera dar los pasos hacia un buen nuevo año, precisamente en la época navideña puede reflexionar sobre cómo le gustaría dar una alegría a sus semejantes, pero no sólo con dones externos, si no con su proprio ser interno, que él se esfuerza en refinar y orientar hacia el amor del Infinito, que es la seguridad y la firmeza, que irradia confianza y felicidad interna y da a otros. Porque lo que amamos de corazón y damos de corazón, eso lo tenemos también nosotros, pero por el contrario, lo que esperamos y ansiamos, con eso nos robamos a nosotros mismos.


De Gabriele, la profeta y enviada de Dios para nuestro época, hemos escuchado: «A pesar de todo el egoísmo que en la actualidad reina por todas partes, la ley eterna del amor está recorriendo todo el mundo para alcanzar a las personas que añoran el amor de Dios. El Espíritu de Dios es el núcleo imperecedero en todos y en todo, la fuerza todopoderosa, la luz que vence todas las sombras y que devuelve todo a su forma espiritual-divina originaria. Cada uno de nosotros está envuelto por el amor infinito. Lo notamos cuando nos entregamos al amor de Dios, haciendo paso a paso obras del amor, que encontramos en los Diez Mandamientos de Dios y en el Sermón de la Montaña de Jesús. Si realmente hacemos obras del amor, eso se muestra en el contenido de nuestras obras. Nosotros mismos podemos probar si son íntegras cuestionándonos nuestras palabras y obras, por ejemplo preguntándonos: ¿Por qué digo esto ahora? ¿Por qué hago esto ahora?

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Algunos rasgos propios de nuestra época, como la velocidad con que cambia el mundo que nos rodea, como la interdependencia de los países, o como las posibilidades que la tecnología abre, hacen de nuestro tiempo un tiempo complejo. El pensamiento que busque orientarse en él deberá hacerse cargo de esa complejidad, dejando claro que lo contrario de “lo complejo” no es “lo sencillo”, sino “lo simple”.

Cuenta Tony de Mello de uno: “Durante años me sentí atrapado en mis propios conflictos: me sabía neurótico, angustiado, deprimido. Todos me decían que tenía que cambiar. Yo lo sabía… pero no podía. Hasta que un día, mi mejor amigo hizo algo diferente: Me dijo que no necesitaba cambiar para ser querido. ‘No cambies. Te quiero tal como eres.’ Y entonces cambié”.

La VERDAD es muy clara.. Los PROYECTOS deben ser CLAROS y COMUNITARIOS... Los CAMBIOS deben ser ANALIZADOS y sus ajustes y modificaciones COMENTADOS y ACEPTADOS. Los POLÍTICOS deberían saber siempre escuchar y nunca IMPONER, eso es DICTADURA.

 
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