MADRID, 20 (OTR/PRESS) Treinta días de mandato le han bastado al CEO americano llamado Donald Trump para poner el tablero internacional patas arribas. En realidad ya apuntó maneras detestables cuando decidió enviar a Guantánamo a un grupo no pequeño de emigrantes. Los envío llenos de grilletes en un alarde de inhumanidad, de fiereza que estremecía. Dato suficiente para intuir el calibre moral y humano del personaje. Con este antecedente, que parece ya olvidado, el CEO americano, que no conoce límites, que se cree el dueño del mundo o que, por lo menos, aspira a serlo, ha dado una bofetada, en connivencia con ese demócrata de libro que es Vladimir Putin, a Europa y, lo que es más sangrante, a la sufrida Ucrania que resiste como puede a la invasión rusa, soportando con dignidad una agresion que ha devastado el país dejando un reguero de muerte y desolación. Para que no haya duda de su fiereza, ahora resulta que Zelenski, además de dictador, es un inútil. Tan inútil que es el responsable de la guerra. Putin, ni en el mejor de sus sueños, podía imaginar semejante aliado. A la espera del final de la impresentable ofensiva del CEO americano, lo que estamos viendo y escuchando ha ido mucho más allá de lo que cabía imaginar. Lo improbable, lo impensable, resulta que es posible. Esta terrible y condenable alianza Trump-Putin ha cogido a Europa de sorpresa. Nuestra Europa está fuera de juego y como un adolescente no sabe bien qué hacer con su vida. Además, y esto Putin lo ha visto con claridad, esta Europa es una realidad carente de un liderazgo fuerte y reconocible. No me imagino ni a Putin ni a Trump impresionados por el discurso de Von der Leyen. Europa, huérfana de ese liderazgo fuerte y abandonada por Estados Unidos, tiene que decidir y pronto que quiere hacer con su futuro. La seguridad y la defensa se han convertido, y no sin razón, en asunto prioritario. Para garantizar ambas cuestiones hace falta dinero, pero no solo. Hace falta determinación y disposición, si fuera necesario, el sacrificio, el riesgo. De momento, ni dinero y, mucho menos, sacrificio y riesgo. Nos da miedo. También habrá que esperar a la toma de decisiones. En nuestro país resulta obvio que el Gobierno propone mancomunar a nivel europeo, la inversión necesaria. El Presidente sabe que acudir al Congreso para solicitar una mayor inversión en defensa es una propuesta de riesgo, tan de riesgo que tratará, hasta el último momento, de evitarlo. Sus socios no lo apoyarían y del PP nada quiere saber. Y VOX?. Algunas voces se han mostrado críticos pero ahí está Abascal, en Washington y es Abascal el único que manda y encantado de hacerlo. Tampoco él soñó nunca verse donde se ve. Si no se enfrentan abiertamente a tanto desmán quedarán retratados. Serán cómplices del horror al igual que todos sus homólogos europeos La perplejidad, cuando no el temor, ante lo que estamos viendo que algunos califican de nuevo orden internacional, es posible que impida un análisis profundo y serio de la situación. Los expertos en política internacional, al menos muchos de ellos, destilan pesimismo compartido por millones de ciudadanos europeos. Se puede parar la deriva promovida por el CEO americano, en connivencia con el dictador Putin?. Personalmente lo dudo porque nada parece pararles. Es obvio que Europa no puede ni debe abandonar a Ucrania. La única esperanza es que sea la propia democracia americana la que pare los pies a las pretensiones de Trump. Cuesta creer que los más de 70 millones de americanos que le votaron puedan estar de acuerdo con el traslado a Guantánamo de los emigrantes o vean con buenos ojos la impresentable alianza con Putin. Donde están los republicanos moderados y sensatos y que tanto han contribuido a la democracia americana? Solo los que le llevaron al poder pueden parar tanto y tan fiero desafío .
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