MADRID, 29 (OTR/PRESS) El pasado lunes, con España apagada, es lógico que la publicación de la Encuesta de Población Activa (EPA) del primer trimestre pasara prácticamente desapercibida. No nos pusimos reivindicativos ni estupendos los periodistas de información económica que, en su mayoría, se puso a disposición de sus medios para ofrecer sus conocimientos de energía e intentar transmitir todo lo que pudieran sobre el fenómeno "cero energético". Hoy es otro día y aunque seguimos sin saber por qué se produjo el apagón, la EPA se merece más que un comentario, ya que es realmente mala. España destruyó 92.500 empleos entre enero y marzo respecto al trimestre anterior, con una caída del 0,4%, y el paro creció en 193.700 personas, el mayor aumento en un primer trimestre desde 2013. Cierto que el primer trimestre del año no suele ser precisamente para tirar cohetes. Se acaban las contrataciones con motivo de la Navidad y las rebajas y no hay Semana Santa, que este año cae en abril como todo el mundo sabe. En los últimos doce meses, el desempleo se redujo en casi 189.000 personas. Sin embargo, sigue sin contabilizar los más de 810.000 fijos discontinuos inactivos ni los afectados por ERTE y otras situaciones que elevarían el paro por encima de los 3,6 millones. Además, siguen produciéndose efectos perversos: el paro de larga duración, los que perdieron su trabajo hace más de un año, aumentó en 18.300 personas y los hogares con todos sus miembros en situación de desempleo que lo hicieron en 49.500 y suman ya prácticamente 883.000. Parece que el cohete está regresando a tierra por más que se empeñe el Gobierno en decir lo contrario. Hay cada vez más trabajos a tiempo parcial, pluriempleos, menos cotizantes, porque, como dijo el propio ministerio de Trabajo, muchos son la misma persona, la productividad no acaba de responder y el Ejecutivo inventando más medidas, que son auténticos palos en la rueda de las pequeñas empresas como la reducción de jornada.
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