MADRID, 09 (SERVIMEDIA)
Alrededor del 77,6% de la superficie terrestre de la Tierra se ha vuelto permanentemente más seca entre 1990 y 2020 en comparación con las tres décadas anteriores y hasta 5.000 millones de personas podrían vivir en esas tierras a finales de este siglo lidiando con suelos agotados, recursos hídricos menguantes y la disminución o el colapso de ecosistemas que alguna vez fueron prósperos.
Así figura en un nuevo informe de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD), dado a conocer este lunes en el marco de 16ª cumbre sobre desertificación (COP16), que se celebra hasta el próximo viernes en Riad (Arabia Saudí).
Las regiones áridas son lugares en los que una condición climática persistente a largo plazo carece de humedad disponible para sustentar la mayoría de las formas de vida y la demanda atmosférica de evaporación supera significativamente las precipitaciones.
Por su parte, la sequía es un periodo anómalo y a corto plazo de escasez de agua que afecta a los ecosistemas y a las personas, y que, a menudo, se atribuye a bajas precipitaciones, altas temperaturas, baja humedad del aire y/o anomalías en el viento.
"Por primera vez, un organismo científico de la ONU advierte de que la quema de combustibles fósiles también está causando un secado permanente en gran parte del mundo, con impactos potencialmente catastróficos que afectan el acceso al agua y que podrían empujar a las personas y la naturaleza aún más cerca de puntos de inflexión desastrosos”, según Barron Orr, científico jefe de la CNULD.
Las tierras secas se expandieron en unos 4,3 millones de kilómetros cuadrados entre 1990 y 2020, un área casi un tercio más grande que la India, el séptimo país más grande del mundo, y ahora cubren un 40,6% de toda la superficie terrestre excluyendo la Antártida.
En las últimas décadas, un 7,6% de las tierras del mundo (un área mayor que Canadá) fueron empujadas a través de umbrales de aridez, es decir, de tierras no áridas a tierras secas o de clases de tierras secas menos áridas a clases más áridas.
La mayoría de estas áreas han pasado de paisajes húmedos a tierras secas, con consecuencias nefastas para la agricultura, los ecosistemas y las personas que viven allí.
REGIÓN MEDITERRÁNEA
La investigación advierte de que, si el mundo no logra frenar las emisiones de gases de efecto invernadero, otro 3% de las áreas húmedas del mundo se convertirán en tierras secas para fines de este siglo.
En escenarios de altas emisiones de gases de efecto invernadero, se pronostica una expansión de las tierras secas en el medio oeste de Estados Unidos, el centro de México, el norte de Venezuela, el noreste de Brasil, el sureste de Argentina, toda la región mediterránea, la costa del Mar Negro, grandes partes del sur de África y el sur de Australia.
"Este análisis finalmente disipa una incertidumbre que ha rodeado durante mucho tiempo las tendencias mundiales de sequía", según Ibrahim Thiaw, secretario ejecutivo de la CNULD, quien añade: “Por primera vez, la crisis de aridez se ha documentado con claridad científica, revelando una amenaza existencial que afecta a miles de millones de personas en todo el mundo".
Thiaw explica que, “a diferencia de las sequías -periodos temporales de escasas precipitaciones-, la aridez representa una transformación permanente e implacable". "Se terminan las sequías. Sin embargo, cuando el clima de una zona se vuelve más seco, se pierde la capacidad de volver a las condiciones anteriores. Los climas más secos que ahora afectan a vastas tierras en todo el mundo no volverán a ser como eran y este cambio está redefiniendo la vida en la Tierra", subraya.
MIGRACIÓN FORZADA
El informe señala que el cambio climático causado por el hombre es el principal impulsor de este cambio. Las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de la generación de electricidad, el transporte, la industria y los cambios en el uso de la tierra calientan el planeta y afectan a las precipitaciones, la evaporación y la vida vegetal, creando las condiciones que aumentan la aridez.
Las zonas especialmente afectadas por la tendencia a la sequía incluyen casi toda Europa (95,9% de su tierra), partes del oeste de Estados Unidos, Brasil, zonas de Asia (especialmente Asia oriental) y África central.
Por el contrario, menos de una cuarta parte de la tierra del planeta (22,4%) experimentó condiciones más húmedas, con áreas en el centro de Estados Unidos, la costa atlántica de Angola y zonas del sudeste asiático, que mostraron algunos aumentos en la humedad en tres décadas.
Sudán del Sur y Tanzania son las naciones con el mayor porcentaje de tierras en transición a tierras secas, y China experimenta el mayor cambio total de tierras no secas a tierras secas.
La migración forzada es una de las consecuencias más visibles de la aridez. A medida que la tierra se vuelve inhabitable, familias y comunidades enteras que se enfrentan a la escasez de agua y al colapso agrícola a menudo no tienen más remedio que abandonar sus hogares, lo que genera desafíos sociales y políticos en todo el mundo.
IMPACTO
Por otro lado, la aridez se considera el mayor impulsor de la degradación de los sistemas agrícolas en el mundo y afecta a un 40% de las tierras cultivables de la Tierra.
Además, la aridez está detrás de una disminución de un 12% del PIB registrado en los países africanos entre 1990 y 2015. Se trata de una de las cinco causas más importantes de degradación de la tierra en el mundo, junto con la erosión de la tierra, la salinización, la pérdida de carbono orgánico y la degradación de la vegetación.
El aumento de la aridez en Oriente Medio se ha relacionado con las tormentas de arena y polvo más frecuentes y más grandes de la región.
Se espera que el aumento de la aridez desempeñe un papel en incendios forestales más grandes e intensos en el futuro alterado por el clima, sobre todo debido a sus impactos en la muerte de los árboles en los bosques semiáridos y la consiguiente disponibilidad creciente de biomasa seca para la quema
El incremento de la aridez y la sequía desempeñan un papel clave en el aumento de la migración humana en todo el mundo, especialmente en las zonas hiperáridas y áridas del sur de Europa, Oriente Medio, el norte de África y el sur de Asia.
|