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Antonio Moya Somolinos
Nací el 28 de diciembre de 1955, día de los Inocentes, que por aquellos años se prestaba más a inocentadas que ahora en donde no está tanto el horno para bollos. Yo, sin embargo, desde hace unos años celebro también el 28 de marzo, pues en caso de que sea verdad eso de que los niños están 9 meses en el seno materno antes de nacer, hemos de concluir que el 28 de diciembre de 1955 sucedió algo accidental: pasé de vivir dentro de mi madre a vivir fuera, pero cuando realmente comenzó mi existencia fue aproximadamente el 28 de marzo de 1955, por tanto, esa es la fecha importante para mí. Otra fecha importante de mi vida⎯la más importante, sin duda⎯es la fecha de mi primera Comunión, que tuvo lugar el 20 de mayo de 1962. Habrá quien por un prejuicio laicista o por complejo de inferioridad o simplemente, porque no tiene cojones para reconocerlo, tenga miedo en manifestar que el día más importante de su vida fue aquel en que recibió a nuestro Señor Jesucristo por primera vez en el sacramento de la Eucaristía. Yo, a mis casi 60 años no estoy para dejarme llevar de esas cosas. Recuerdo vivísimamente aquel 20 de mayo; me emociono solo de recordarlo, y me hace feliz ese recuerdo. Por lo demás, mi biografía tiene poco que decir. Estudié en el colegio de María Inmaculada de la calle Rodriguez San Pedro de Madrid; luego pasé al colegio Sagrados Corazones de Martín de los Heros; fui de la primera promoción de COU, que lo cursé en el CEU de Claudio Coello. Empecé arquitectura en el CEU de Julián Romea, pasando a partir de 2º a cursar la carrera en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, en donde me titulé en 1982. Hice el servicio militar en Granada primero, y las prácticas en León. Después me instalé en Almería, primero como arquitecto en libre ejercicio y desde 1985 como arquitecto municipal de El Ejido, tras sacar las oposiciones a dicha plaza. En 1998 saqué la plaza de arquitecto municipal de Cabra, en donde sigo trabajando. Me gusta mi trabajo en la función pública. Es más creativo de lo que la gente pueda pensar, y sobre todo muy enriquecedor, pues permite tener contacto con mucha gente y conocer muchas cosas que dan razón de hechos y situaciones que en caso contrario aparecerían como inexplicables. Aunque solo sea por la cantidad de informes que he hecho, podemos decir que he escrito más que el Tostado. Sin embargo, mi actividad como escritor es relativamente reciente, más o menos desde mediados del 2007, si bien es verdad que en mi época almeriense escribí algo en los medios de comunicación. Desde 2007 he publicado unos 400 artículos de prensa y 7 libros. Lo que suelo escribir son artículos de opinión. Me gustaría escribir alguna novela, pero voy habitualmente a salto de mata y me parece que una novela requiere un poco más de sosiego o espacios prolongados de escritura, que yo de momento no tengo o no he encontrado. |
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Vamos a tocar un poco el tema de la controvertida beatificación de san Josemaría Escrivá. Quiero hacer notar que en ninguno de los artículos de esta serie he dejado de reconocerle el título de santo.
Hoy vamos a hablar de las numerarias auxiliares, algo de lo que la mayoría de la gente no sabe nada porque es un “invento” (que no es tal invento, como veremos) surrealista de san Josemaría Escrivá.
Hoy vamos a hablar de sexo. Quizá haya quien recuerde aquel programa de Elena Ochoa, planteado en su momento con el único fin de tocar este tema sin entrar en planteamientos morales o religiosos, sino simplemente centrado en tratar de cuestiones sobre las que muchos españoles no sabían absolutamente nada relativas a cómo funciona la vida sexual.
Hoy vamos a tratar de la autodenominada "vida de familia" en el Opus Dei, que es lo que en todas partes se llama vida de comunidad cuando una serie de señores, todos varones o todas mujeres, viven juntos o juntas respectivamente.
Es aberrante plantear que unos señores son laicos, cristianos corrientes como los demás, y sin embargo prever para ellos una vida como los religiosos, cuya consecuencia fundamental es la pérdida de independencia profesional y económica, que puede convertirse en algo axfisiante en el caso de que ese numerario se de cuenta de que, cuando pidió la admisión, había elementos de su decisión que estaban viciados de nulidad por falta de consciencia y conocimiento suficiente de aquello a lo que venía.Y ya hemos visto que la libertad no viene tanto de la voluntad como del conocimiento de la verdad, de la verdad acerca de uno mismo, la cual, a los catorce años y medio, es claramente sospechosa que exista.Hay un estudio introductorio del cardenal Ratzinger en un libro de Ediciones Palabra (una editorial controlada por el Opus Dei) sobre la atención pastoral de divorciados y vueltos a casar, en el que este, en el punto 7, habida cuenta de la naturaleza pública del matrimonio, afirma claramente el derecho de todo aquel que, en conciencia, esté convencido de que su matrimonio no es válido (por ejemplo, por falta de conocimiento, que genera libertad), de acudir al tribunal eclesiástico para que este, en un procedimiento de fuero externo, examine si se trata de un matrimonio objetivamente inválido.Si este derecho lo tiene un hombre casado que ha recibido un sacramento ¿qué no tendrá quien ha suscrito un simple acuerdo de cooperación orgánica con una prelatura personal, con un contenido simplemente de fuero externo, pastoral, sin emitir ningún tipo de voto, ni solemne ni siquiera privado?Por supuesto que cualquiera en el Opus Dei, no solo puede, sino que tiene derecho a indagar si su decisión, cuando pidió la admisión, fue libre o estaba viciada por falta de conocimiento que anulara la libertad necesaria en un acto así.Y si encuentra que hubo elementos que viciaron su decisión, su obligación moral es retrotraerse en el tiempo y replanteárselo todo actuando con libertad y siguiendo los dictados de su conciencia rectamente formada, aislándose de lo que le digan los demás y poniéndose, en un ejercicio de discernimiento, cara a cara con Dios para buscar, sobre todo, hacer su voluntad.Es una falacia lo que decía el fundador del Opus Dei: “Yo no he dudado nunca de mi vocación ni de la divinidad de mi vocación, ni vosotros debéis tampoco dudar nunca”.Como siempre, en el Opus Dei se aplica la polisemia, por la cual, una misma frase tiene un significado para los miembros del Opus Dei, y otro distinto para el resto de los mortales.
En este artículo veremos el primero: la controvertida rehabilitación a su nombre del marquesado de Peralta, algo que pesará sobre la historia del fundador del Opus Dei y del mismo Opus Dei, hasta que este desaparezca de la faz de la tierra, e incluso después, cuando se estudie la historia de esta institución en los correspondientes manuales.San Josemaría Escrivá de Balaguer es el único sacerdote de la historia que reivindicó para sí un título nobiliario, si hacemos excepción de los Papas corruptos del primitivo renacimiento, los cuales eran verdaderos príncipes mundanos que comerciaban con lo sagrado como si la Iglesia fuera un zoco.Con un lenguaje más ñoño que Pilar Urbano fumando un pitillo, se justificaba san Josemaría en una supuesta carta a don Juan de Borbón acerca de su decisión de reivindicar el marquesado de Peralta para regalárselo a su hermano en compensación por la humillación profesional de su padre en los últimos años de su vida y como agradecimiento por las privaciones pasadas por Santiago Escrivá como consecuencia de ceder ante lo que era el bien del Opus Dei.Hay una primera objeción: Resulta harto extraño que san Josemaría decida hacerle a Santiago un “regalo” así sin preguntarle.
Hemos hablado en el artículo anterior del problema institucional del Opus Dei, que arranca desde tiempos del fundador, o lo que es lo mismo, que en mi opinión, san Josemaría fundó mal el Opus Dei.
Llegados a este punto, podemos preguntarnos qué ha pasado con el Opus Dei, puesto que hay quien lo conoce de hace años y tiene una impresión distinta a como es ahora. Creo que estoy en condiciones de poder intentar dar una explicación serena, crítica y constructiva.
Hemos expuesto con Aldous Huxley lo que es la tesis de fondo de su obra cumbre "Un mundo feliz": Que lo peor no es la mentira, sino la ocultación de la verdad, practicada en el Opus Dei hasta la saciedad desde los principios.
Empiezo con una explicación previa. Desde hace tres días estoy haciendo el Camino de Santiago. Los tres primeros días no he tenido wifi, y me las he apañado como he podido para enviarle puntualmente al redactor jefe de este periódico mi artículo diario. Lo he hecho mediante un enlace desde dropbox a través del móvil.
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