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Eduardo Madroñal Pedraza
Eduardo Madroñal Pedraza
España mantiene su liderazgo mundial en donantes y trasplantes

España mantiene ya durante 33 años -nuevo récord- su liderazgo mundial en donantes y trasplantes. 33 años de éxitos construidos sobre tres fortalezas conquistadas en lucha contra tres debilidades corrosivas. Y ha vuelto a batir un nuevo récord en trasplantes en 2024: 6.464 gracias a 2.562 personas que donaron tras fallecer. Algo jamás sucedido en ningún país del mundo.

800.000 personas han recorrido las calles de ciudades de todo el país en multitudinarias manifestaciones por la vivienda

No somos un pueblo pasivo, ni sumiso, ni rendido. Eso es mentira. Somos una mar de luchas y movimientos populares. Eso es verdad. Porque hay un abismo creciente en la distribución de la riqueza. Y tal abismo genera luchas y resistencia en todos los rincones de España. Por eso hay un movimiento general de lucha popular contra la desigualdad social.

Cuando hablamos de la actual presidenta del Banco Central Europeo, hablamos de la sumisión europea a la superpotencia estadounidense, sumisión al “fiel aliado”, que es nuestro mayor enemigo

Lagarde -la actual presidenta del Banco Central Europeo (BCE)- pidió públicamente a los líderes europeos (¿qué les dirá en la intimidad?) que compren gas y armas estadounidenses para apaciguar a Trump y así evitar la guerra comercial. Exactamente lo mismo que el próximo presidente de Estados Unidos exigió a los países de la Unión Europea, con amenazas de subir los aranceles a nuestras exportaciones en el caso de incumplimiento de sus órdenes.

Es posible redistribuir la riqueza, y hay una amplia mayoría social que lo exige

Hay un profundo choque vital entre dos realidades sociales antagónicas. Por un lado, los grandes bancos, los oligopolios monopolistas y el capital extranjero, en especial estadounidense, alcanzan nuevos récords de beneficios. Y, por el otro lado, una mayoría social sufrimos un empobrecimiento creciente. Por ello, debemos exigir la redistribución de esa riqueza que nos es arrebatada por la minoría dominante.


Los pueblos de este planeta no somos expertos en enfoques geopolíticos ni en análisis geoestratégicos, pero queremos un nuevo mundo próspero y pacífico. Parece que estamos en un período de transición entre un mundo unipolar y uno multipolar. Las amenazas de la superpotencia estadounidense crecen ante su inevitable ocaso.

Andares en el espacio-tiempo/ lentos andares con prisas/ andares a mandíbula latente/ andares cabeza abajo/ maseteros andarines/ a dentelladas andando. Si uno/ olvida que es un aprendiz/ uno deja de ser maestro. Los recuerdos no tienen paredes/ las miradas no tienen planos/ las entrañas no tienen tiempos/ los deseos no tienen límites.

En estos venideros tiempos trumpistas de la superpotencia estadounidense -histérica ante su ocaso- no perdamos de vista nuestra conciencia clave, nuestra fuerza y nuestros avances. Ciertamente ellos nos atacan desalmadamente, pero así mismo es cierto que los pueblos estamos conquistando victorias en las luchas por la independencia y por la redistribución de la riqueza.

El gobierno de Estados Unidos, a través de su Comisión Federal Marítima (FMC) ha amenazado con imponer multas de millones de dólares y restringir el acceso de barcos españoles a puertos estadounidenses como castigo a la negativa -a inicios de noviembre- del gobierno español a que dos buques -procedentes de Estados Unidos y transportando armamento para el ejército israelí- hicieran escala en el puerto de Algeciras (Cádiz).

En Estados Unidos las muertes por sobredosis de drogas superan desde 2009 a las causadas por armas de fuego, accidentes de tráfico, suicidios y homicidios. La extensión del consumo de fentanilo -un analgésico sintético 50 veces más potente que la heroína- es considerado el culpable del aumento de las muertes causadas por drogas.

Necesitamos a Kafka, porque Kafka desnuda a un poder que nos impone una pesadilla cotidiana, una barbarie a escala industrial. Esa es la razón por la que su obra sigue sacudiendo saludablemente nuestras conciencias hoy con igual o más vigor que hace un siglo. La imprescindible furia revolucionaria que impregna la obra de Kafka, su afán por señalar a un poder castrador para poder demolerlo, es hoy más urgente.

Mientras nos deslizamos por el prolongado y resbaladizo proceso de transferencia presidencial en la única superpotencia realmente existente, mientras seguimos sufriendo sus sacudidas, las dolorosas sacudidas de un imperio en su ocaso, no sabemos todavía las decisiones que nos van a golpear a los demás países y pueblos del mundo, pero podemos atisbar algo de lo que nos espera.

El 29 de octubre se cumplió un año desde que se publicaron por primera vez los manifiestos ‘Hay que parar la guerra. Ni Terrorismo, Ni Genocidio’. Hoy, con casi 45 mil muertos ya en Palestina, casi 4 mil en el Líbano, 2 millones de desplazados y más del 70% de las infraestructuras arrasadas, la determinación de quienes firmamos el manifiesto es aún mayor. No vamos a parar hasta conseguir el Alto el Fuego. 

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