“¿Quién gobierna España? (…) en realidad, el Embajador británico”, (Los Ayacuchos. Madrid, mayo-junio de 1900. Benito Pérez Galdós).
El presidente de Estados Unidos (EEUU), Donald Trump, acaba de declarar que “estamos trayendo la riqueza a EEUU de nuevo”. Por lo que se va viendo, lo fundamental de la política de Trump no son sus delirios ni sus excentricidades, son expresión de los intereses del núcleo mayoritario de burguesía monopolista estadounidense -porque no hablamos de la recién descubierta “tecnooligarquía”- señalamos a Vanguard, BlackRock y State Street -tres de los grandes núcleos financieros- y a otros bancos y fondos como JP Morgan, Morgan Stanley y Fidelity, que, junto a las petroleras y al complejo militar industrial, forman el corazón de la clase dominante estadounidense. Todos ellos han pasado a apoyar el proyecto que representa Trump para salvar a EEUU de su ocaso imperial.

Trump elogia a sus vasallos
En Davos, Trump elogió a Botín: “conozco su banco y usted ha hecho un trabajo fantástico”. Y Botín situó la política económica de Trump como modelo: “Europa debería pensar en algunas medidas de desregulación como las que se apuntan en EEUU”.
Z. Brzezinski -gran estratega, ya fallecido, de la superpotencia yanqui- acuñó el término de “vasallos tributarios” para referirse a algunos de los países bajo el dominio estadounidense. Trump ha recuperado tal léxico imperial sin tapujos. Quiere que España sea más vasalla, con un encuadramiento sin matices en sus planes imperiales. Y más “tributaria”, obligando a sufragar su nueva ofensiva, que en realidad también amenaza a nuestro país y otros de Europa.
Los elogios de Trump son elogios a la sumisión de la oligarquía española, que encarna la jefa de la banca con propuestas como la de vivienda cuyo objetivo es promover “un marco más atractivo para los inversores profesionales” -es decir, los grandes fondos buitre- eliminando las medidas a favor de los inquilinos; construyendo más viviendas, pero no vivienda pública; y, en palabras de Botín, “sobre todo atraer capital extranjero”, es decir, aumentar el dominio de gigantes financieros estadounidenses como BlackRock, Blackstone y demás.
Otros integrantes del núcleo de la oligarquía como Iberdrola y Repsol tratan de derogar el impuesto a las energéticas. Y el Círculo de Empresarios -que agrupa a la gran banca y a oligopolios españoles y extranjeros- también se apunta y apoya la “desregulación estadounidense”, llegando a afirmar que la agresividad de Trump puede ser “una oportunidad para España”. Es como oír la música de la Casa Blanca tocada en nuestro país por una orquesta marioneta.
Lo que Washington exige
EEUU nos impone nuevos mandatos. Continúan las tradicionales exigencias de Washington, ya antes con Biden, pero agudizadas con los agresivos ataques del trumpismo. En primer lugar, en el terreno militar. Ya se ha incrementado la presencia yanqui en Rota y Morón, y España participa en el cerco militar a China en el Indo Pacífico. Pero EEUU quiere más.
El secretario general de la OTAN reclama que alcancemos el 2% del PIB en gasto militar antes del verano, y exige un plan para llegar al 5%. Con una receta clara: dedicar a defensa una parte de dinero destinado a pensiones y sanidad. El diktat yanqui fija un rumbo político. Y Trump nos ha señalado, remarcando que no se admitirán “matices”, como es la oposición del gobierno español al genocidio en Palestina.
Y las órdenes de la superpotencia abarcan la política económica. Se alaba el crecimiento español, pero se reclaman más “reformas” -recortes- apuntando a las pensiones. Y el capital estadounidense nos ha puesto en el punto de mira –“las acciones españolas están baratas”, afirman-, buscando aumentar su dominio sobre sectores clave como la vivienda.
El plan de la oligarquía dominada
Los planes de EEUU son extremadamente agresivos. Y la sumisa oligarquía española se dispone a seguirlos, percibiendo incluso “una oportunidad” para beneficiarse. Y el Ibex-35, nuestra oligarquía, tiene un plan.
Aumentar el vasallaje militar y político a EEUU, buscando un lugar en la era Trump. Es decir, España debe seguir los dictados de EEUU, especialmente los militares. Y aceptar un mayor dominio del capital estadounidense en España sólo a cambio de que Ferrovial, Iberdrola y Santander puedan participar en el mercado yanqui como USAvial, USAdrola y USAnder.
No es casual que Botín remarque la necesidad de “atraer capital extranjero”. Busca explotar -junto al capital estadounidense- la vivienda, las pensiones y la sanidad privada, y aumentar el saqueo sobre la población. Y así abrir las puertas del mercado yanqui. Santander acaba de situarse entre los 30 mayores bancos en EEUU. Y otros oligopolios, desde Iberdrola a Ferrovial, aumentan sus inversiones en EEUU.
Hay dos fuerzas en juego
Los planes de la superpotencia -que ahora ejecuta Trump- y los de la oligarquía española -sumisa a Washington- son una amenaza para nuestro país y nuestra gente. Pero no juegan solos. Se enfrentan a una fuerza en sentido contrario.
El poderoso movimiento por la paz sustenta que el español sea el gobierno europeo que de forma más clara se ha pronunciado contra el genocidio en Palestina. La presión popular ha impuesto la continuidad de muchas medidas sociales que los grandes centros de poder pretendían derogar. El movimiento de lucha por la vivienda ha forzado la aprobación de medidas en favor de los inquilinos. Se está tramitando una ley para revertir privatizaciones en sanidad. Y la lucha popular impide que se recorten y privaticen las pensiones como los grandes fondos pretenden.
Nuestra influencia, hoy, como pueblo es incompatible con la ejecución de los agresivos planes de la superpotencia y de la oligarquía española. Lo que suceda en los próximos meses y años va a depender del choque entre estas dos fuerzas antagónicas, entre ellos y nosotros.
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