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Ya en su tiempo, el novelista francés Víctor Hugo (1802-1885) decía que “el sufrir merece respeto y que el someterse es despreciable”; pues son formas que nos esclavizan, pero que están ahí en casi todos los países del mundo, como resultado de una discriminación arraigada, que también se ha globalizado, incapaz de desenmascarar a los traficantes y a los creadores de un injusto mercado.
Nos encontramos ante una nueva manifestación de la cultura machista, en la que para someter a su voluntad a la mujer se anula por completo su capacidad de defensa y de intencionalidad. Detrás de estos comportamientos, no solo está el interés sexual, sino el poder de sometimiento y de control sobre el otro sexo.
¿Nos crean una visión distorsionada para llevarnos por el camino que desean? Puede que nuestra libertad tan solo sea un espejismo y dé como resultado una manipulación tan descarada que ni los que se creen inteligentes vean.
Clase sin proyecto, país sin futuro, sólo sumisión al hegemonismo estadounidense y a otras potencias imperialistas. Esta es la clave del pasado y del presente de España, la renuncia -que la oligarquía española ha decidido- a tener cualquier proyecto de desarrollo propio, a luchar por disponer del más mínimo margen de autonomía. La clase dominante española ha decidido seguir el camino de la absoluta sumisión.
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