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Necesitamos a Kafka, porque Kafka desnuda a un poder que nos impone una pesadilla cotidiana, una barbarie a escala industrial. Esa es la razón por la que su obra sigue sacudiendo saludablemente nuestras conciencias hoy con igual o más vigor que hace un siglo. La imprescindible furia revolucionaria que impregna la obra de Kafka, su afán por señalar a un poder castrador para poder demolerlo, es hoy más urgente.
El longevo problema del Sahara marroquí ha experimentado una regresión la semana pasada, cuando un Tribunal de Justicia de la Unión Europea se atribuyó competencia por razones que solo pueden responder a la mentalidad colonialista, sobre dos acuerdos de pesca y agricultura firmados entre la Unión Europea y el Reino de Marruecos.
Parece que el dignatario saliente y la dignataria entrante de México no se dejan penetrar por la desnuda sabiduría profunda de su compatriota Miguel León Portilla -fallecido en 2019- historiador, filósofo, escritor, diplomático y académico. Y eso provoca un dolor iberoamericano, un dolor mestizo, un dolor profundo.
Los oficiantes del imperialismo económico global vienen exigiendo a las gentes fidelidad al mercado, lo que en gran medida aceptan sin rechistar, mientras que, por otra parte, la hacen extensiva a que se siga la doctrina establecida por el sistema. Si lo primero supone entregarse al consumo irreflexivo por obligación, lo segundo, invita a desprenderse de la identidad personal y dejarse llevar por las consignas que se imponen a la manada.
Aunque no se define claramente hasta años más tarde, la globalización, como instrumento para establecer el imperio capitalista a nivel mundial, tiene sus orígenes al finalizar la segunda gran guerra del siglo pasado. Su patrocinador oficial, es decir, el que se ofertó como promotor político, utilizando el argumento de la superioridad atómica y económica, lanzando el diseño de Bretton Woods, fue USA
Tristemente nos acercamos al terrible aniversario de la invasión rusa de Ucrania. El 24 de febrero de 2022 Rusia inició su brutal agresión contra Ucrania. Desgraciadamente en la izquierda hay una siniestra confusión en la que todo se coloca al revés, y la brújula moral pierde el norte. Hay un hecho claro, hay una invasión imperialista. No debe haber ninguna duda sobre qué posición tomamos: denunciar al invasor y respaldar sin matices al invadido.
El “Pensamiento único” va contra natura. La naturaleza lleva consigo la vida y la vida es libertad. En historia sí puede haber suspensos. Es la única asignatura en la que los muertos hablan, el desprecio a las personas queda grabado y la destrucción mantiene la memoria.
Por estas fechas del años 1845, un 20 de noviembre, tuvo lugar un episodio crucial en la historia latinoamericana. Fue la batalla de Obligado, donde se enfrentaron las dos màs grandes potencias de la época, Francia e Inglaterra, a un grupo abigarrado de nativos que lograron lo imposible: hacer claudicar a los colonizadores y devolverlos a su Europa natal.
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