El longevo problema del Sahara marroquí ha experimentado una regresión la semana pasada, cuando un Tribunal de Justicia de la Unión Europea se atribuyó competencia por razones que solo pueden responder a la mentalidad colonialista, sobre dos acuerdos de pesca y agricultura firmados entre la Unión Europea y el Reino de Marruecos.
Este anacrónico fallo dictaminó que los acuerdos son ilegales porque no benefician al “pueblo saharaui” cuyo “único representante es el Frente Polisario”, una entelequia que de grupo violentista devino en aparato de propaganda anexado por la dictadura argelina.
Para el diputado nacional marroquí Abdelali El Barouki el discurso utilizado por el organismo europeo es anacrónico y desfasado, pues no sigue el desarrollo que han conocido las relaciones del Reino de Marruecos con la UE, retrotrayéndose a casi medio siglo atrás, cuando la lógica de la guerra fría lograba sumar apoyo para un grupo separatista que realizaba infames atentados contra pesqueros españoles dejando un tendal de víctimas fallecidas o lisiadas.
Ya en tiempos del Gobierno de Adolfo Suárez, la diplomacia española sentenció que “no reconoce al Frente Polisario como único representante legal de la población saharauí y no teme las amenazas a sus pescadores porque sabrá cómo responder a cualquier ataque”.
En 1983, defendiendo el acuerdo de pesca que firmó el gobierno de Felipe González con el Reino de Marruecos, el socialista Medina Ortega afirmó que ya no existía una situación colonial en la cual el Gobierno español pueda imponer a una potencia colonizada la explotación de sus recursos. Dicho de otra forma: Hemos sido frontera económica de la colonización, hemos tenido enfrente unos pueblos a los que hemos tratado en condiciones injustas, a los que hemos explotado tradicionalmente, pero ahora tenemos pueblos independientes y soberanos.
Infelizmente, siglos de mentalidad imperialista y colonialista han dejado resabios en la cultura europea, que jamás ha hecho 'mea culpa' por acuerdos como el de 1884 firmado en Berlín, el cual abrió la caja de Pandora para los africanos liberando todas las maldiciones que siguen azotando al África hasta el día de hoy.
Las fronteras trazadas por el colonialismo para administrar el continente africano, siguen siendo consideradas intangibles por la mentalidad eurocéntrica, a pesar de la evidencia de que trazar fronteras con cartabón, creando fronteras en ocasiones con formas geométricas perfectas han sido fuentes de interminable infortunio en latitudes que hoy siguen sufriendo el interminable flagelo de la guerra.
En Sudamérica, si las fronteras creadas por el colonialismo fueran intangibles, no deberían existir países como Paraguay y Bolivia, que formaban parte con Argentina de un mismo territorio administrado por España, el virreinato del Rio de la Plata, al tiempo del derrumbre del imperio español derivado de las guerras napoleónicas.
La salida al Atlántico que desvela a la dictadura argelina, también fue una necesidad para los bolivianos que en su afán de un puerto sobre el río Paraguay avanzó sobre el deshabitado e inhóspito Chaco Boreal, para lograr una hidrovía que permita transportar las inmensas riquezas del subsuelo boliviano al mar. Pero Bolivia fue más digna que Argelia, porque sus líderes admitieron explícitamente sus intenciones y su pueblo asumió el costo de su necesidad, para llevar adelante una guerra a título propio, sin obligar a ninguna etnia ni pueblo subyugado a pagar con sangre el costo de extender sus fronteras hacia las aguas de un río que permita comunicarles con el Atlántico.
Argelia invoca para los mismos fines a un pueblo que tiene sometido en campos de concentración ubicados en su territorio, carentes de autonomía para tomar decisiones soberanas, para encubrir cobardemente sus intenciones de disputar una parte de la fachada Atlántica que tanto envidia al Reino de Marruecos.
Ya es tiempo para Argelia de arrancarse máscaras y exponer el propio rostro, en una prolongada disputa artificial por encargo. LAW
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