Quizás sea la falta de esperanza la que haya encerrado a muchos ciudadanos en el círculo vicioso Biden–Trump, provocando que el segundo sirva para blanquear al primero. Quizás la perspectiva de estos ciudadanos, o de la prensa que leen, es la de que cuando Trump acabe su ciclo –si lo acaba-- le sustituya un nuevo Biden o un nuevo Blinken.
Malo cuando no se nombra a los estados y sólo a sus servidores: significa que se valida al sistema. Por otra parte, habría que hacer una separación entre las acciones de política interior y exterior de EEUU. Las primeras son asunto de los norteamericanos, ellos sabrán qué hacen con su país. Las de política exterior desgraciadamente sí nos afectan. La deuda de EEUU desde el año 2000 ha aumentado del 30 al 100 por cien, y podemos estar seguros de que no en inversiones internas.
De un tiempo aquí (es un decir) lo que en periodismo se denomina como relato (el cuento) ha alterado la lógica de las cosas, Por ejemplo, se acepta que países donde la sanidad y la educación públicas son mínimas, estrangulen a naciones que hacen grandes esfuerzos por proteger ambos servicios. O que los que apenas han tenido conflictos con otros países sean considerados un mal mundial, mientras que aquellos que utilizan todo tipo de medios para imponer su soberbia sean los guardianes de la libertad, de la democracia, de los derechos humanos, etc. ¿Qué tipo de humanismo es este?
Bajo el enfoque unidimensional que vivimos (frente a uno multidimensional, tan necesario) pareciera que Trump es un personaje novedoso y que jamás hubo un Truman (bombas atómicas, Ley de Seguridad Nacional y sus consecuencias, propuesta de comprar Groenlandia por 100 millones de dólares, mcarthismo, Guerra Fría….) o un Reagan, presidente que inició una política que en esencia ha sido asumida por todos sus predecesores y agudizada en los últimos 17 años. Por cierto, Dinamarca, en 1995, en contra de sus leyes, permitió armamento nuclear norteamericano en Groenlandia. Pésima decisión para su soberanía y para disolver el ambiente de guerra latente.
Trastocamiento de conceptos políticos y morales
Una prueba del trastocamiento de conceptos políticos y morales es la del discurso de Ursula von der Layen, en Hiroshima, en el 75 aniversario de los ataques nucleares a Japón. Ni una sola vez mencionó a EE UU. ¿Qué fue a rememorar allí?¿A lo peligrosos que son otros países que fueron víctimas del Eje, entre los que estaba Alemania? Decía Oscar Wilde de uno de sus personajes, que como no era un genio, carecía de enemigos. Dudamos que la causa de la enemistad sólo sea esa.
¿Es esta la lógica de nuestras simpatías, de nuestras decisiones? Hay una inconsecuencia preocupante cuando las baterías de la crítica apuntan en una sola dirección (la que está por venir) ignorando olímpicamente la otra parte, sus antecedentes y cómo deja las cosas (Gaza, Ucrania, Siria, Georgia, Irán, Taiwan). Hace poco, la Cámara de Representantes de Estados Unidos (con votos republicanos y demócratas, tal como ocurrió con la Ley Patriótica de Bush hijo) ha aprobado una legislación para iniciar sanciones contra cargos del Tribunal Penal Internacional. ¿Por qué? Por haber ordenado la detención del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Sin comentarios.
Lo woke
Lo mismo ocurre con las ideologías--pasarela. Tras una masiva operación cultural, lo woke ha sustituido a la izquierda tradicional, previamente higienizada (con sus terceras y cuartas vías). Incluso ha logrado alterar muchas de nuestras costumbres. Indiscutiblemente muchas de ellas han de ser cambiadas, pero por necesidad y de verdad (sobre todo esto), no para distracción táctica. Y no olvidando sus ingenieros morales que si no se quiere un corte de digestión, tienen que respetar los tiempos de la naturaleza humana.
Se han oído y oirán todo tipo de tonterías a uno y otro lado del espectro político. La realidad es que el adormecedor woke se quemará y vendrá un “sentido común” (ellos dicen) conservador que, en reacción al exceso, lo reemplazará con más exceso (como llamar comunista a Biden). Entonces los seguidores woke se convertirán en los revolucionarios del momento. Pero, ¿de qué revolución? Durante el mandato demócrata, ¿se ha resuelto el problema racial, el de la mujer, el de la discriminación por sexo? ¿Se ha cerrado Guantánamo? Más los de sanidad, educación, vivienda, relaciones laborales. ¿No nos ha servido lo de Gaza para detectar la hipocresía moral que nos envuelve?
En esta maniobra del intercambio de papeles, las televisiones y radios al uso se han vuelto obreristas, denunciando a los oligarcas que rodean a Trump. Recurramos a El País, tan poco sospechoso: “La candidata demócrata ha logrado un récord histórico de 361 millones de dólares, frente a los 130 millones del republicano”. Hablan de ayudas empresariales. Pero no: estamos ante el partido demócrata obrero de EEUU.
Lo que sí sorprende de Trump (algún día sabremos la causa verdadera) es que lograra romper el poderoso molde informativo existente, el que daba la forma deseada a las cosas (como que Venezuela es culpable por ser antidemocrática, que así se llama no entregar lo propio). Esperemos que lo de Groenlandia no convierta a Dinamarca en la peor de las tiranías.
En Europa
Dando un salto ¿en qué situación ha quedado la UE? Veamos: embarcada en su colaboración con Ucrania, ha agotado sus reservas de armas, y amenazada de invasión, según el nuevo secretario general de la OTAN, Mark Rutte, obligada a endeudarse aún más en la compra de nuevo armamento a EEUU. No es poca cosa: el ejército ucraniano, el más fuerte de Europa en el momento de iniciarse la guerra, ha sido reconstruido tres veces.
¿Y por qué comprarlo, pudiendo fabricarlo? Porque, junto a una inconsciente (?) desindustrialización, las sanciones han encarecido en un 50 por ciento el precio de la energía (según el diplomático español Ignacio García Valdecasas hay que sumar a un 30 por ciento de encarecimiento propio un 20 por ciento por la depreciación del euro frente al dólar). Curiosamente las sanciones no incluyen al suministro de uranio ruso a EEUU.
¿Ha recibido la UE una mano solidaria por su… lealtad? No, por el contrario si la Volkswagen se instalara en EEUU podría obtener 10.000 millones de dólares en subvenciones y préstamos, gracias a la Ley de Reducción de la Inflación, aprobada por Biden con el objeto de absorber industria extranjera y restar competidores.
¿Era esta una situación ya dada? No. Hace poco más de 15 años, la economía europea superaba en un 10 por ciento a la de EEUU. En 2022 era un 23 por ciento inferior.
Lo anterior es un fracaso geoeconómico. Pero hay que añadir el fracaso geopolítico, que no es igual, consistente en aceptar ser aislada. En definitiva, unos políticos que han contribuido a desplazar a Europa de sus posibilidades de gran potencia, lo que se habría logrado con un acuerdo de seguridad total que permitiera el desarrollo de todas las partes.
¿Qué políticos?
Lo más curioso de todo esto es que los políticos europeos están encantados (a pesar de que en las elecciones cae uno tras otro): los EE UU blindados entre dos océanos, disfrutando de lo propio y con perspectivas de disfrutar de parte importante de lo europeo.
Quizás están encantados porque los ciudadanos nos hemos dejado engatusar una vez más y nos creíamos aquello de que era obligado vestir el cargo (prestigiarlo) con sueldazos mientras la población empobrece. Si su destino hubiera estado atado al nuestro, como una rueda de molino al cuello, sus decisiones habrían sido menos desenfadadas.
Pero ahí sigue desgranando sus perlas oratorias el ínclito Mark Rutte, holandés, nuevo secretario general de la OTAN, quien en su momento pactó con la ultraderecha para acceder al gobierno de su país, paraíso fiscal extremo que detrae unos diez mil millones de euros anuales de otros países, según medios económicos. Primero fue contra los “pigs” por derrochadores, después contra el Plan de Recuperación del COVID; ahora instando a adoptar una "mentalidad de guerra" y aumentar el gasto en defensa (aunque haya que detraerlo, según él reconoce, de los servicios públicos esenciales).
Trump y los suyos, decíamos, están en la fase verbal. Ciertamente las palabras son el instrumento con el cual se materializan los proyectos. Por eso, puestos a anatematizar a Trump, ¿por qué no hablar de su Proyecto 2025 y quienes están detrás de él? ¿O es que se está preparando un giro verbal? En estas elecciones, Soros, el hombre de Cataluña (aconsejable leer Soros. Rompiendo España, de Juan Antonio de Castro para saber quiénes son nuestros amigos) ha perdido. Pero sería ingenuo creer que otros “oligarcas” no han ganado. ¿No sería mejor el análisis que el cascarrillo personalizado? Carlyle creía que los grandes hombres hacen la Historia. Incierto, la hacen los grandes poderes y en casos, las clases.
Cuenco vacio
Europa es un cuenco que se ha dejado vaciar. Se puede echar en él lo que se quiera que lo asimilará sin reaccionar. Se ha evidenciado que los derechos humanos, la libertad, etc., sólo significan una cosa: “cumple mi voluntad”. Con la libertad nos viene a la mente un antiguo cuento. Un mendigo pide un poco de sal para hacer un guiso con unas piedras. La señora de la casa compadecida y llena de curiosidad añade algunas cosas más a tan extraño guiso. Al final le pregunta al mendigo: y con las piedras, ¿qué hace? Y el mendigo, impasible, con el guiso completado, responde: las tiro. Hemos renunciado a muchas ideas sociales porque se cuestionaba su libertad. Pero la realidad es que con la libertad ocurre lo que con las piedras del mendigo, una vez conseguido el objetivo, se tira.
La cultura europea ya no existe. Hollywood, la CNN, su rock and roll, como ejemplos paradigmáticos absorbentes de todo lo demás, han acabado con ella. Ya no hay una Europa de derechas, de izquierdas, de centro. No tiene música, literatura, cine propios. Frente a este panorama nosotros empeñados en dilucidar si somos de Biden, de Kamala, de Trump.
Vienen tiempos complicados. EEUU, la OTAN y la UE hasta ahora han funcionado al unísono. Ha sido una relación jerárquica y rígida. Dos pisos (OTAN UE) destinados a servir incondicionalmente al ático (EE UU). Pero el ático ha cambiado de inquilino sin que los conductores de los pisos inferiores hayan cambiado. El otro día decíamos que Occidente, o parte de él, está representado (o no) por elementos irrelevantes. La OTAN y exteriores de la UE encabezados por políticos de piñón fijo sin considerar que se acercan a una empinada cuesta.
Como se dice, se pusieron todos los huevos en la misma cesta, y la cesta ha cambiado de mano. Se dirá, lo de Trump es transitorio. O no. EE UU no puede seguir por el camino que va. No decimos que el cambio de Trump sea el acertado, sino que es un hecho material, no ideológico. Nuestros periodistas y políticos siguen en la biografía, sin analizar la situación real de EE UU y del mundo. La cuestión es que EE UU ha llevado a Europa a un callejón sin salida. Hecha la labor, ahora se retira. Pero Europa no reacciona con ideas propias. ¿Nos va a dirigir una señora que confunde 180 grados con 360?
¿Es nuevo esto? No. EE UU es admirado porque es poderoso, pero no se analiza el origen de su poder: Las dos guerras mundiales –una destrucción que alcanzó al mundo entero menos a él y lo convirtió en la fábrica de ese mismo mundo-- le permitieron imponer el proyecto White sobre el de Keynes (el bankor). Este fue el primer y fundamental pulso entre EEUU y Europa, perdido por esta; es decir, el imperio del dólar, que es una especie de talonario de cheques sin fondos que todos aceptan y por el que se endeudan. La fuente de su poder y de las debilidades restantes. Y ni así se remansa ese poder, ante la inquietud de que le hagan sombra. Ese es el análisis, y no la caricatura.
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