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Partimos de la idea, junto a muchos otros, de que la UE no va bien ni en lo político ni en lo económico ni en lo social; ni siquiera en lo cultural. No digamos en lo bélico. Seguramente la Comisión Europea —especialmente la Sra. Von der Layen y el Sr. Borrell, ambos elementos incomprensiblemente pugnaces-- está encantada de su labor, lo cual es más preocupante.
Zelensky sigue empecinado en involucrar a la OTAN en una guerra abierta contra Rusia, por lo que los globalistas de Biden y Soros habrían decidido desencadenar una guerra abierta contra Rusia para dejarlo como herencia a Trump.
Macron pertenece a una generación de políticos que intenta tapar con acciones en el exterior sus fracasos en el interior. Ahora (es un decir) nos ha tocado a nosotros soportar ese tipo de políticas parasitarias. Más a los saharauis que a nosotros. Es decir, que a pesar de que se ondea la bandera de los derechos humanos en abstracto no hay inconveniente en recolonizar (en beneficio de Marruecos y de Francia) lo que está mandatado descolonizar (en perjuicio de España).
La humanidad ha ingresado en una suerte de dramática cuenta regresiva. Ratificando aquella valoración geopolítica categórica de Henry Kissinger, el epicentro de lo que puede ser el más devastador conflicto armado entre los hombres puede precipitarse en Eurasia por su importancia infinita. Quien domine a Eurasia dominará al mundo, solía decirse.
Nos dirigimos hacia un nuevo orden mundial, y han saltado en pedazos todos los organismos que suponían un foro de debate internacional. Unión Europea, OTAN, ONU... son títeres manejados por las nuevas élites “progres” del mundo. Las explicaciones sobre este nuevo orden van mutando, con el objetivo del despiste, pero esas grandes organizaciones de siempre se han ido quedando sin argumentos.
Al inclinarme a besar la mano de la camarada que me recibía en el Kremlin, al estilo de Catalina la Grande que exigía que los representantes extranjeros le besaran la mano y le hablaran en francés – parecería más apropiado que el léxico diplomático hubiera adoptado el término legado.
Se ha celebrado el 80 aniversario del Día D, el 6 de junio de 1944, cuando comenzó el desembarco de las tropas aliadas en Normandía y puede que el titular de este artículo parezca exagerado. Yo creo, sin embargo, que es un hecho. Los países que forman parte de la OTAN y algún otro más, encabezados y liderados por Estados Unidos, están ya en guerra con Rusia.
Como todo el mundo sabe y reconoce, la alianza de la OTAN se creó tras el final de la Segunda Guerra Mundial para prevenir de un ataque de la Unión Soviética (que no se materializó). Como respuesta a la alianza de la OTAN, en 1955 se creó el Pacto de Varsovia como contrapeso.
Gladio (espada en latín), fue el nombre que se le dio a la "red de agentes durmientes desplegados por la OTAN en Italia y preparados para entrar en acción en caso de que los soviéticos invadieran Europa Occidental", y serían la fuerza aliada que permanecería detrás de las líneas soviéticas para facilitar el contraataque.
El eje globalista anglo-judío estaría preparando un escenario bélico que abarcaría prácticamente la totalidad de la cartografía terrestre, quedando América Latina como islote en un océano borrascoso. El objetivo confeso de los globalistas encabezados por Soros y la Open Society Foundation (OSF) sería la implementación del Nuevo Orden Mundial (NWO), que implicaría la recuperación del papel de EEUU como gendarme mundial siguiendo la Doctrina Brzezinski.
Bitácora de futuro. Este tema que, quede escrito para los anales de la historia y la conciencia universal, y todos lo que he escrito en los diversos Periódicos y Diarios del mundo y todos mis libros. Vivir por nada o morir por algo, ese es el lema. En consecuencia, cada país tiene sus normas. El gobierno de EEUU., debería estar claro que, es un país más del planeta.
El padre de la Constitución argentina, Juan Bautista Alberdi, en su obra "El Crimen de la Guerra"(1870), afirma: "No puede haber guerra justa, porque no hay guerra juiciosa. La guerra es la pérdida temporal del juicio". Asimismo, añade que "las guerras serán mas raras a medida que la responsabilidad por sus efectos se hagan sentir en todos los que las promueven y las invitan".
Decía Anatole France, premio Nobel de Literatura, que la independencia del pensamiento es la más orgullosa aristocracia. Ateniéndonos a esta frase, es evidente que la Europa de hoy carece de ambas cualidades, quizás por un efecto de anulación recíproca. En el prólogo de “La Isla de los pingüinos” amplía irónicamente su reflexión: “¿Por qué se preocupa de buscar documentos para componer su historia y no copia la más conocida, como es costumbre?”.
Tiempo de guerras. Tiempo que nos obliga a tomar posición. ¡Ay, cuando la superpotencia estadounidense es la firme defensora de nuestra soberanía! ¡Ay, cuando el Estado israelí defiende a su pueblo mediante un genocidio! ¡Ay, cuando la potencia rusa invasora viene a liberar a los ucranianos! ¡Ay, cuando Hamás defiende al pueblo palestino con acciones terroristas! Y las tropas nuestras, ay, ¿dónde están?
El presupuesto del Ministerio de Defensa ha aumentado en 10 años, un 113,3%, pasando de 6.676,7 millones de euros en 2014 a 14.453,8 millones en 2023. Y en tan solo un año, de 2022 a 2023, un 23,4%. Un nuevo informe del Centre Delàs d’Estudis per la Pau analiza el aumento del gasto militar español y de las inversiones en los últimos cuatro años, en un contexto de espiral armamentista exacerbado por las presiones de la OTAN para el incremento de los presupuestos en defensa.
Venimos observando una volubilidad inusitada en la fugacidad de los 'statu quo', que ya no son mantenibles por largo tiempo. Durante años, creímos que la solución para desembocar en un mundo menos belicoso y más pacífico pasaba por integrar al Tercer Mundo en la esfera internacional. Un acto necesario, pero insuficiente.
Hay guerras de dominación, hay guerras de terrorismo, hay pueblos bombardeados, hay pueblos asesinados. Hay potencias muy armadas y hay pueblos desarmados. Y hay una España atada a la maquinaria bélica de Estados Unidos.
El siglo XXI pasará a la Historia bajo el epígrafe de "siglo de las crisis", al concatenarse la crisis económica del 2008, la crisis sanitaria del COVID, la crisis de la economía global y la crisis geopolítica con el retorno a la Guerra Fría y la irrupción del Nuevo Orden Multipolar o G-3 en la cogobernanza mundial.
Si hay algo venenoso en los medios de comunicación monopolistas -salvo honradas excepciones- es la colaboración en la persistente confusión creada para que la gente nos miremos el ombligo, para que no seamos conscientes del verdadero peligro, del auténtico enemigo. Y sin embargo los centros de poder estadounidense y europeo vienen anunciado, a bombo y platillo, las ineludibles exigencias esenciales a las que tendrá que responder el nuevo gobierno, sea del color que sea.
Uno de los objetivos que quisiera tener la OTAN en la guerra de Ucrania es hacer caer a Vladímir Putin, el hombre fuerte de Rusia en este último cuarto de siglo. Muchos medios occidentales lo presentan como un nuevo Hitler, Mussolini, Hussein o Gadafi, cuyo derrocamiento militar en manos de sus tropas tanto han aplaudido.
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