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Opinión
Etiquetas | Donald Trump | imperialismo | Narcisismo | Poder

Deseos de dominio y falta de empatía

La paz mundial está en grave peligro con personas como Donald Trump
Conchi Basilio
jueves, 6 de marzo de 2025, 09:48 h (CET)

Donald Trump, el 45 presidente de EEUU, ha sido una figura polémica desde su ascenso al poder. Su enfoque agresivo de la política, su actitud desafiante ante las normas diplomáticas y su necesidad de sobresalir en todo momento, han dado lugar a una imagen compleja de liderazgo. Sin embargo, detrás de sus declaraciones y acciones hay un patrón claro: la obsesión por dominar las naciones y el mundo a su modo, un deseo que parece estar vinculado a una profunda falta de empatía, educación y respeto por los demás.


Según algunos grafólogos, su firma de grandes dimensiones, oscura, con un rotulador grueso, se podría interpretar como un signo de una persona que busca reconocimiento y admiración constantemente, incluso algunas teorías de la psicología y los trastornos de personalidad sugieren que un deseo constante de ser admirado podría estar relacionado con ciertos trastornos de personalidad, como el trastorno narcisista, las personas con este problema tienden a tener una necesidad excesiva de atención, admiración y reconocimiento, sin importarles ningún problema fuera de su entorno.


A lo largo de su carrera empresarial y política, Trump ha demostrado una constante búsqueda de poder absoluto. Ya sea en sus tratos con aliados internacionales o en su manera de abordar los conflictos, su discurso y comportamiento reflejan una mentalidad de superioridad, donde su visión personal debe prevalecer sin importar el coste. La falta de una verdadera estrategia colaborativa y el deseo de imponer sus ideas, sin tomar en cuenta las necesidades o deseos de otros países es un tema recurrente.


Uno de los ejemplos más claros de esta obsesión por el dominio fue su relación con los aliados de EEUU, particularmente con la OTAN. Trump criticó duramente a los países miembros por no gastar lo suficiente en defensa y mostró poco interés en la cooperación internacional que había caracterizado la política exterior de su país durante décadas. Su forma de relacionarse con otros líderes, especialmente en su última entrevista con Zelenski, fue realmente humillante, desproporcionada y la empatía brillaba por su ausencia, al igual que sus colaboradores, esto no solo refleja su falta de diplomacia, sino también un profundo desprecio por los valores de respeto mutuo y colaboración. Ha demostrado una incapacidad total para ponerse en el lugar de los demás. Sus interacciones con líderes extranjeros han estado dominadas por su necesidad de imponerse y ganar, más que un esfuerzo genuino de entender o ayudar.


También necesita rodearse de personas que compartan sus mismas inclinaciones y problemas psicológicos, ha escogido a individuos con perfiles de liderazgo muy similares al suyo, personas dispuestas a actuar sin considerar las consecuencias y que a menudo carecen de una ética sólida o de una visión global de la política. Esta red de relaciones no solo le sirve para reforzar su imagen de hombre fuerte, sino también para consolidar un círculo de apoyo que le permita tomar decisiones unilaterales sin cuestionamientos.


Uno de los aspectos más inquietantes de liderazgo ha sido su constante sensación de que, debido a su riqueza y poder, puede hacer y deshacer a su antojo.


Como sugerir comprar Groenlandia, anexionarse con Canadá o convertir Gaza en un resort turístico, sin tener en cuenta a sus habitantes, a los cuales ya ha sugerido que se tienen que marchar “voluntariamente”, hacia otros países. Este comportamiento no es solo una manifestación de arrogancia, sino también una mentalidad empresarial mal dirigida, en la que los países se perciben como objetos de compra y venta, más que como naciones con sus propios derechos y soberanía.


Ha acusado a Zelenski de poder provocar una tercera guerra mundial, sin inmutarse, cuando es él quien puede ser el causante de la misma. En lugar de construir puentes, ha preferido levantar muros, no sólo en sentido físico, con políticas como la construcción del muro fronterizo con México, sino también en términos de relaciones internacionales. También se desdice de expresiones que ha dicho, un signo de deterioro cognitivo.


Pero en estos momentos, Europa tiene suficientes recursos para rearmarse y la población europea duplica a la de EEUU, por tanto, debemos poner fin a estos abusos y despropósitos, defendiendo nuestras fronteras ante posibles ataques de otros que piensen como Trump, además de poder abastecernos de todo tipo de alimentos, sin dependencia alguna. Úrsula von der Leyen, acaba de anunciar 800.000 millones, para rearmar toda Europa, algo que urge poner en marcha, ante los desmanes de Trump y algunos otros, que piensan que pueden ser los amos del mundo. El 1 de septiembre de 1939 Hitler comenzó la segunda guerra mundial, quería invadir toda Europa, entre otras cosas, pero ahora se debe de dialogar y llegar a acuerdos que posibiliten una paz duradera y justa, en la que participen con sus condiciones Ucrania y el resto de países europeos.


El mundo necesita líderes que busquen la colaboración y el entendimiento mutuo, que respeten la soberanía política de otras naciones y que estén dispuestos a escuchar antes de imponer sus puntos de vista. Está demostrado que el verdadero poder no se encuentra solo en la imposición, sino en la empatía y en la capacidad de generar acuerdos beneficiosos para todos. La paz mundial está en grave peligro con personas como esta.

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