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Poder

Del engaño populista al salvaje neoliberalismo

Dice Carlos Rodríguez Braun, economista argentino, educado en la Universidad Católica de Argentina, que el abanico antiliberal va desde los fascistas hasta los comunistas. Ambos se sienten atraídos por el populismo, porque ambos padecen el culto a la personalidad. Ambos se dedican en cuerpo y alma a la propaganda y a intoxicar a la población con etiquetas a menudo brillantes, pero siempre simplistas.

Sobre la verdad verdadera

Se dice por ahí, que hay tantas verdades como mentiras, pero, de entre las primeras, solo una se impone como verdadera, se trata de la verdad oficial. En cuanto a las mentiras, son simples mentiras creadas para que sus productores tengan una ocupación y su despliegue mediático sirva de entretenimiento al respetable. No pasa nada si estas últimas son inofensivas, es decir, si siguen el juego al sistema y se mueven en el terreno del espectáculo.

El precio del poder

La frase pronunciada por Pedro Sánchez, "Voy a aguantar tres años y los que vienen después", dejó claro el objetivo de alguien cuyo proyecto es mantenerse en el poder por un largo tiempo indefinido. Desde sus primeros pasos en el PSOE, ha demostrado una capacidad insólita para maniobrar en los escenarios más complejos y controvertidos, sin que el coste político o ético parezca detenerlo, y mucho menos importarle.

Nariz de Aquiles

Según la mitología griega el héroe Aquiles murió cuando una lanza o flecha le cayó en su talón, la única parte de su fornido cuerpo que no estuvo bañada en un agua milagrosa que le hacía invulnerable. En Perú no tenemos a un Aquiles, pero sí anda gobernado por una alicaída. Esta misma se cree la “madre del Perú”, quien es tan vanidosa que se ha rodeado de Rolex y joyas de oro y se ha hecho múltiples cirugías estéticas para mejorar su imagen.

Ahora Kafka somos la gente

Necesitamos a Kafka, porque Kafka desnuda a un poder que nos impone una pesadilla cotidiana, una barbarie a escala industrial. Esa es la razón por la que su obra sigue sacudiendo saludablemente nuestras conciencias hoy con igual o más vigor que hace un siglo. La imprescindible furia revolucionaria que impregna la obra de Kafka, su afán por señalar a un poder castrador para poder demolerlo, es hoy más urgente.

Apoliticismo político

La antipolítica ha encontrado su mayor triunfo: un apoliticismo político que encarna un rechazo consciente a la política tradicional. Y aquí es precisamente donde la paradoja se vuelve elocuente. La falta de propuestas, los escándalos recurrentes, la constante guerra entre bandos, empuja a un desinterés de la política con nombre y apellidos que desemboca en un afán antipolítico visceral, construido alrededor del rechazo. 

El poder por el poder

No es fácil escribir ni reflexionar sobre abstracciones en días de zozobra y perplejidad. Pero, asimismo, no está de más buscar un cierto distanciamiento de los acontecimientos, para no entrar al trapo de las idas y venidas en la opinión, muy dependientes de valoraciones subjetivas basadas en el desconocimiento o en datos sin contrastar.

Vasili Pukirev; el olvidado

Claros y oscuros, trazos detenidos en el tiempo y eternos, realismo y dramatismo, inquietud… os hablo de una obra de arte con la que hoy he tropezado y que no conocía, porque, queridos míos, en este mundo acelerado en el que todos queremos saber de cualquier tema para quedar bien socialmente, se nos olvida que el arte no son datos, son un pasado lleno de recuerdos, vivencias y críticas sociales, sentimientos plasmados por un artista.

​Siempre los del poder

En esta vida, desde el lugar de la comprensión de las motivaciones, y no desde el juicio más básico y ramplón, es como se debe actuar. Y eso es básico cuando desde el poder se busca la confrontación entre la ciudadanía por un mero interés político y partidista. ¡Si sabemos que todo se queda en simples promesas, debemos actuar!

¿A quién le importa la verdad?

En los últimos 50 años, nunca como ahora, la ignorancia, la degradación y el oportunismo llegaron tan alto, ni nuestras instituciones cayeron tan bajo; parece que los cimientos de la decencia han sido socavados por trepadores de toda índole. Las instituciones no tienen alma propia; son simplemente espejos que reflejan el carácter y los valores de quienes las componen.

De qué España hablamos

De manos de mis padres recibí la ilusión de vivir; de sus mismas manos tomé conciencia de la dureza de la vida; de ellas mismas aprendí a caer sobre la tierra, dura pero pletórica de vitalidad y, sujetado a sus manos, aprendí a levantarme. Detrás de ellos se encontraba su fortaleza, abrazada a su fe, a su esperanza y a su gran amor, vestido de sencillez.

Servir o servirse

Aun recuerdo mis tiempos escolares en los que, al pasar lista, se contestaba con la exclamación: ¡Servidor! O aquél latiguillo que utilizaba López Vázquez: “un esclavo… un servidor”. Este sustantivo se ha dejado vinculado solamente a los distribuidores de Internet.

Embudos

Se atribuye a Agustín de Hipona aquello de que “la Iglesia persigue por amor y los impíos, por crueldad”. Podría relacionarse tal afirmación con la doble moral o con lo que se ha dado en denominar ley del embudo, pues ambas se antojan óptimas para caracterizar la locución.

La aparición del jefe

Sí, este 4 de setiembre de 2024, en la – las – muchas – todas las TVs de la España confusa y confundida, realizó su apoteósica aparición el jefe. Erguido, bien preparado para mentir y engañar, con disfraz llamativo para ello (corbata verde con chaqueta azul sobre fondo amarillo claro) perfecto camuflaje para un rostro hierático y simulón que oculta la auténtica expresión de auto-incredulidad. 

Un mejor mañana para todos

Crear puentes de solidaridad, nos ayuda a reconectar unos con otros, que es como se rejuvenece el espíritu cooperante, en medio de un poder desenfrenado y corrupto, que suele dejarnos dormidos bajo el paraguas de una nueva normalidad traicionera.

La política de los mentecatos

«El problema es que el país no es liberal de verdad», dijo en cierta ocasión Benito Pérez Galdós. Todo está condicionado a la ambición personal. Nadie que tenga cierta cultura literaria puede olvidar que el escritor canario creía, ante todo, en la bondad esencial del pueblo español. Y, sin embargo, el pueblo es la principal víctima de los partidos políticos que lo dirigen y del Estado.

¿Comunismo vs fascismo?

Creemos por defecto que doctrinas políticas como el fascismo o el comunismo son de natural antagónicas, y erramos de pleno. Nótese el “por defecto”, y se entenderá mejor mi aseveración. Solo necesitamos repasar las características de una y otra propuesta de poder para percatarnos de que en esencia se nutren de los mismos principios y deseos: el control absoluto de la ciudadanía por parte del Estado.

Toques de campanilla

Es la segunda vez que suena la campanilla por vía electoral, para que sirva de llamada de atención también a los más altos mandatarios, es decir, a los situados por encima de la UE. En este caso, utilizando un símil conocido, resulta no ser la autoridad tradicional la que llama al orden en la sala, sino esos otros a los que la elites tradicionales califican, en privado, de populacho y de ciudadanos, en público, entiéndase, los votantes, a los que no se les reconoce su autoridad.

¿El abuso del poder y de los poderes…?

No estamos afirmándolo, no estamos negándolo, sino planteándonos si las personas en sus relaciones, se crean interrelaciones de influencia y de poder abusivo, y, nos estamos planteando si, a veces, no saben utilizar de forma correcta ese poder o esa influencia. Pero no estamos hablando o dialogando o preguntándonos sobre el Gran Poder y el Poder o Poderes de los Estados, sino el poder entre las personas, en los trabajos, en las familias, en los grupos sociales…

​Montesquieu y los cuatro poderes y el presente

Todos los tiempos y espacios son difíciles, en todos, existe una dialéctica entre las realidades del presente, espacio y tiempo, con las realidades teóricas. Montesquieu es el problema. Montesquieu es la pregunta y la solución. Siempre desde hace dos/dos siglos y medio siglos, Montesquieu es el problema. Quizás, diríamos es la navaja de Occam de la sociopolítica, hasta dónde se llega esa hoja y esa espada o esa navaja. Ese es el problema de siempre, al menos de estos dos/tres siglos.

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