Que las vitaminas del zumo de naranja se escapaban con celeridad, que los chicles tragados pegaban las tripas, que el baño inmediato después de comer cortaba la digestión o que los vaqueros eran los buenos en las películas del Oeste constituían certezas con las que crecíamos los que nacimos en los años 70.
Por fortuna, el tiempo ha conseguido que todas ellas hayan caducado. Ahora ya sé que uno puede tomarse el zumo en cualquier momento, que el chicle es expulsado del cuerpo sin problema, que un chapuzón con la barriga llena no es peligroso y que los indios fueron los grandes damnificados de la conquista del Oeste.
Pero en aquel entonces ser el vaquero molaba, era un sueño alcanzable con solo llevar unos pantalones de esa tela, Levi’s, Lee o Wrangler, procedentes de Estados Unidos. Con ellos puestos te sentías un verdadero cowboy conquistando las nuevas tierras de la adolescencia, momento donde el aluvión omnipresente de la cultura estadounidense facilitaba que todos viviésemos el sueño americano como parte de nuestra idiosincrasia, consumiendo hasta la saciedad la deslumbrante NBA, con Michael Jordan y Nike junto a Larry Bird o Magic Johnson y Converse, las nostálgicas series de instituto tipo Aquellos maravillosos años, que nos metían de lleno la música y sus recuerdos completados por Spielberg y Forrest Gump ya en los 90, o el New York de Woody Allen o de Paul Auster a lo largo de ese final de siglo, espacios anhelados por aquellos que deseábamos viajar al país de las oportunidades y la democracia para conocer de primera mano lo que nos vendían.
Todo ese goteo continuo, amable y persistente que permitió que se tuviese una visión dorada de ese país ha quedado hecho añicos con el regreso de Donald Trump a la presidencia de EE.UU. Su manera de imponer las cosas, entrando como un elefante en una cacharrería para poner patas arriba el siglo XXI, ha logrado revertir el deseo de conocerlo y rechazar todo lo que venga de allí. La sutileza es un arte del que carece una persona que siempre ha tenido, por cuestiones familiares, todo al alcance de la mano y que se ha valido de ese poder heredado para imponer su visión de las cosas, incluso por encima de la ley.
Este hombre todavía cree en un mundo de vaqueros regido por la ley del más fuerte, pero en Occidente las tierras ya no se conquistan así, y Europa actuará como James Stewart ante Lee Marvin en el imprescindible clásico de John Ford El hombre que mató a Liberty Valance, a la espera tan solo de ver quién interpreta a John Wayne.
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