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¿¡Dios!?

La fe es instrumento de poder de las élites mientras que la razón es tu poder para arrebatar el poder a las elites pudientes
Armando B. Ginés
lunes, 14 de abril de 2025, 10:49 h (CET)

Aunque en teoría de dios nada se puede decir porque es inefable, de dios se ha dicho todo. ¿A qué dios nos referimos en concreto? A todos en general y a ninguno en particular, ya que todos son creaciones del ser humano basadas en la fe, que no admite prueba alguna de su existencia material.


Sin embargo, dios forma parte de la realidad mental: es lo que la ciencia aún no ha descubierto, es el superyó freudiano, es el pavor a la muerte, es la lógica humana de buscar una causa o principio activo para todo lo que no alcance a comprender su intelecto. Dios es la ficción que precisa el cerebro humano para rellenar sus lagunas de conocimiento y dar sentido a lo desconocido. Dios se siente, es pura emoción, pero mejor es no pensar en ello, porque de la duda racional podrían surgir hipótesis o respuestas racionales, los demonios científicos, que dieran al traste con la virtualidad divina.


La presencia operativa de dios desde tiempos inmemoriales hizo que incluso en la revolución francesa se planteara la necesidad de inventarse una religión civil. La influencia divina es muy difícil de soslayar. A fuerza de espada e irracionalidad forma parte de la cultura social. Además, es un instrumento muy eficaz de control ideológico de las grandes masas que rinde pingües beneficios a las clases dominantes de casi todo el mundo.


A pesar de la aparente secularización, el poder de dios y sus diferentes advocaciones está muy presente (no solo ya que los dioses están presentes en cada rincón del planeta azul) en EEUU, Israel, el mundo musulmán y África, justo los espacios geográficos donde las violencias geoestratégicas se expresan con mayor crudeza. Washington y Tel Aviv son los máximos generadores de violencia estructural con dios en la boca de casi todos sus mandatarios, al tiempo que el islamismo y los países africanos más pobres usan de sus credos o mitos religiosos para oponerse a las guerras geoestratégicas globales y crear así una ilusión de unidad frente al mal depredador de los intereses y valores occidentales.


Tampoco hemos de olvidar el poder universal de ese país artificial donde los haya denominado Vaticano. El cristianismo es la religión con mayor poder terrenal del orbe, operando y medrando ideológica y políticamente a través de sus mensajes morales recurrentes, de sus prelaturas secretas, de sus organizaciones de caridad y de sus innumerables centros doctrinales de enseñanza. El dios cristiano es, sin duda, el dios más intolerante, exclusivo, narcisista y asesino que jamás haya existido sobre la Tierra.


En suma, la idea de dios sigue muy activa en el mundo actual, íntimamente ligada a defender los intereses de las castas dominantes. Así a vuelapluma podemos destacar seis razones donde dios conecta directamente con la realidad social de nuestro tiempo. Todas esas razones sirven a la causa de las creencias naturales de las multitudes.


Dios (me) consuela


La realidad social produce dolor a las gentes menos pudientes, por tanto precisan un antídoto espiritual caído del cielo para soportar los embates de una sociedad desigual e injusta.

Incluso desde ámbitos laicos, agnósticos y ateos se avala esta tesis malmenorista para tolerar las convenciones religiosas.


Dios vendría a ser el placebo para contener las lágrimas y no preguntarse el por qué del contexto social que provoca injusticias y desigualdades.


Orando y ofreciendo el sacrificio a dios, la persona sufriente calma sus zozobras y sus penas se transforman en camino hacia la salvación individual.


Dios proveerá


En situaciones de desamparo existencial, cuando la gente está con el agua al cuello y no se atisba salida a una situación de necesidad, recurrir a dios salva los muebles del sistema neoliberal o capitalista.


Dios proveerá es el mercado de la mano invisible y misteriosa que traerá el maná de la riqueza más tarde o más temprano. Solo hay que esperar la parusía mágica de la esperanza y la fe. No politices tu propia realidad, es mejor ser manso y creer en el más allá de un dios omnipotente y omnisciente. El sentido común dice que dios aprieta para ponernos a prueba pero que jamás ahoga a sus fieles.


Así la ha querido dios


Cuando la vida nos va mal o un desastre arrasa con todo, lo racional es buscar las causas de ello, ponerse a trabajar para que no vuelva a suceder, llorar y hacer duelo para sanar por dentro y reflexionar incluso sobre errores propios y colectivos.


Si ese proceso falla y nos sentimos impotentes y nos negamos a ver y aceptar las causas de esa situación penosa, injusta o lamentable en que nos hallamos inmersos, el único recurso es buscar chivos expiatorios o acomodarnos en el pensamiento inmovilista de así lo ha querido dios.


Dios sabrá las razones de tanta desolación o desdicha. Incluso en la devastación o el horror, dios es perfecto y el ser humano es una simple marioneta de sus designios inescrutables.


Interpretar a dios es poner en duda la fe.


Dios te quiere, dios es justo


Otro refugio psicológico casi inatacable es el amor infinito de dios. Dios ama de tantas maneras, en apariencia paradójicas, que lo mejor es echarse en las manos divinas y que sea lo que dios quiera. Esa justicia singular de dios puede manifestarse de cualquier modo misterioso. El pobre súbdito no debe interpretar nada de lo que sucede a su alrededor, solo con su pasividad y fe inquebrantable puede acceder a la gracia divina.


Dios está en todas partes


La máxima de la ubicuidad divina es el panóptico universal por excelencia.


¿Quién puede ser libre ante ese ojo que reside en todas partes y en ningún sitio en concreto? Ese ojo divino es irresistible. El libre albedrío, por tanto, es imposible, si bien para convertirlo en posible siempre existe un ser diabólico, dioses malignos, que tientan al pobre mortal que somos.


Vivimos escrutados minuciosamente por la presencia policial de dios en un mundo terrenal de peligros que nos acechan por doquier. De esta forma, dios se exime de responsabilidad y nos otorga una libertad fáctica ficticia: si pecas tú eres el único responsable de tu condenación.


Si piensas racionalmente, dios se lava las manos, tú verás lo que haces con tu libertad vigilada (o condicional, vaya usted a saber).


Mi dios es el único verdadero


No hay dios que no pida exclusividad. Solo yo soy yo. De ahí, las guerras de religión y la intolerancia de raíces divinas.


Dios elevado a dogma es la expresión radical de la violencia basada en la fe irracional. La verdad de mi dios es mi verdad absoluta. Si pongo en duda mi fe y mis dogmas mi mundo ideal se viene abajo.

La semilla del fundamentalismo es el huevo de serpiente de todo monoteísmo excluyente, no hay más que repasar la historia.


El dios del dogma exclusivo invita a la competición contra los gentiles, infieles o descreídos. Sin enemigos o rivales, el dios por excelencia se aburriría de tanta paz y quietud.


Dios une en la fe irracional y separa en su dogma de verdad absoluta.


Todos creemos instrumentalmente en algo y todos creamos ficciones o metáforas existenciales, pero no todos elevamos a dogma nuestras propias creencias.


La fe irracional posee lo que toca mientras que la razón nos abre a la duda.


La fe irracional nos invita a la evasión de la realidad mientras que la razón nos permite entrar en la realidad para comprenderla e incluso transformarla.


La fe irracional nos quiere pasivos ante los designios de dios mientras que la razón nos impele a ser activos en busca de la paz y la justicia.


La fe irracional mata por el más allá en el aquí y ahora mientras que la razón lucha por el aquí y ahora siendo el más allá un futuro mejor para todos.


La fe es instrumento de poder de las élites mientras que la razón es tu poder para arrebatar el poder a las elites pudientes.


La batalla continúa.

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